Manos a la obra

El Consejo de Gobierno aprobó ayer pedir un adelanto de dos millones de euros y la declaración de emergencia de todas las actuaciones en marcha tras el terremoto de 6.3 grados en la escala de Richter que sacudió la ciudad el pasado lunes.

De esta forma se asegura la disposición de dinero para asumir el realojo de las 102 personas que no han podido volver a sus casas tras el seísmo y la restauración los 55 edificios afectados por un temblor que ha dejado daños en la ciudad valorados en 11,9 millones de euros.
En tan sólo tres días ya se ha designado quién se encargará de qué. Así, la Consejería de Presidencia estará al frente de la coordinación de Protección Civil y de la elaboración de expedientes de ayudas inmediatas.
El grueso del dinero que la Ciudad destinará a los damnificados por el terremoto lo gestionarán los consejeros de Fomento, Medio Ambiente y Bienestar Social. Los dos primeros se ocuparán, como es de esperar, de elaborar informes y sacar obras adelante. Daniel Ventura, de realojar a los vecinos con desperfectos en sus viviendas.
Hoy, presumiblemente, el Consejo de Ministros del Ejecutivo en funciones aprobará otras ayudas que tardarán un poco más en llegar a los damnificados.
Conforme pasan los días, crece el número de afectados por el seísmo y también el de las inspecciones que están llevando a cabo los técnicos de la Ciudad Autónoma. Ya han revisado 550 inmuebles. Están viendo una media de 180 al día, que se dice pronto, pero es muchísimo trabajo.
Con todo estos deberes hechos, es comprensible que la delegación de técnicos y políticos desplazada desde Lorca hasta Melilla para echar una mano en temas de ayudas por el terremoto, que de eso, saben bastante, haya elogiado la celeridad y la eficiencia con que se han tomado las primeras medidas en la ciudad.
De momento, no caben críticas. Todos los partidos han ido a una en la toma de decisiones en un momento muy delicado en que, lo normal en el panorama político de España, es que la desgracia de los afectados por el seísmo sirva para afear la gestión del Gobierno.
Queda aún un largo camino por delante. No es lo mismo gestionar la bonanza, que repartir cuando las habichuelas están contadas. Hay que dejar que nuestros políticos hagan su trabajo y cruzar los dedos para que en en Madrid no se olviden de nosotros.