El Partido Popular de Melilla tiene todos los focos encima. Por mucho que se han alargado los tiempos del juicio en el que se acusa a Hassan Dris, ex alto cargo del Gobierno de Juan José Imbroda, de participar en la compra de votos con vales de alimentos de 60 euros a personas dependientes del sistema público de ayudas, finalmente la vista oral se celebró este martes en la sala de lo Penal número 1 de los juzgados de la Ciudad.
Han pasado 14 años desde las elecciones de mayo de 2007, cuando supuestamente se cometió el delito. Coincidirán conmigo en que es demasiado tiempo. No es justo ni para los acusados, ni para nuestro sistema democrático. Alargar los tiempos alarga también la sospecha y, de paso, la agonía.
Al hilo de esta demora, Hassan Mohatar, consejero de Medio Ambiente, se preguntaba por qué el juicio en el que se condenó a Mustafa Aberchán a dos años de inhabilitación por un delito electoral cometido en 2009, se ha celebrado y cerrado con sentencia firme mucho más rápido siendo un caso posterior al que salpica al PP.
Bueno, ahí está la justicia. Los cauces son los que son. La defensa de Hassan Dris está convencida de la inocencia de su cliente mientras las acusaciones del PSOE y CpM le piden tres años de cárcel por malversación y hasta tres de inhabilitación.
Independientemente de esto, en Génova deben estar muy preocupados con lo que está pasando en Melilla. Por más que el Partido Popular intenta desentenderse del pasado, el pasado insiste en perseguirlo. Es como una maldición.
Hay que reconocer que esta situación no es buena a las puertas de un congreso regional del PP en Melilla, aún sin fecha fija en el calendario, en el que en principio sólo está sobre la mesa la candidatura de Imbroda. El ex presidente de la Ciudad se juega mucho en esta movida de Hassan Dris y estoy segura de que él lo sabe. De la sentencia de este juicio depende que Madrid respalde o no públicamente su continuidad al frente del PP de Melilla. Casado ha dicho por activa y por pasiva que no quiere saber nada de temas que huelan, apunten o señalen hacia los errores del pasado.
Si tendremos o no otra candidatura alternativa a Imbroda, eso aún es incógnita. Quienes tienen ganas de dar el paso temen darlo muy pronto y arriesgarse a que los linchen por hacerle la competencia al jefe a destiempo. Por eso se decantan por apurar los tiempos y presentarse a última hora. Ahora mismo están sentados con una bolsa de palomitas viendo la película.
Estos ‘rebeldes’ también creen que, si se lo permiten desde la Dirección Nacional, Imbroda llevará el congreso de Melilla a junio de 2022 porque si vence otra candidatura en Melilla, él al menos habrá estirado los cargos y sueldos actuales de su equipo lo más posible. Yo no me imagino a Imbroda planeando su derrota.
La sentencia de este juicio a Hassan Dris y Mimum Mohamed es muy importante no sólo para ellos y para el futuro de Imbroda al frente de la presidencia del PP de la ciudad. Es también importante para Melilla.
Llevamos años escuchando acusaciones cruzadas de compra de votos y esto tiene que acabar. No me refiero al rifirrafe sino a la sospecha de que no hay victoria limpia en unas elecciones locales en Melilla.
Estamos atravesando momentos económicos y políticos muy difíciles. La amenaza de la reivindicación histórica de Marruecos sobre las ciudades autónomas españolas en el norte de África nos obliga a tener instituciones sanas, fuertes y vigorosas con las que hacer frente al vecino leal, del que habla Marlaska.
En España necesitamos un sistema judicial seguro, creíble y confiable y partidos políticos sólidos que puedan hacer frente a un desafío (el marroquí) que ni es nuevo ni es fácil de afrontar.
Me hago una idea más o menos clara de la importancia de la marca Imbroda entre el electorado. Hay quienes piensan que sin él, el PP tendría más tirón entre el votante de derechas que no quiere más de lo mismo.
Otros consideran que si quitamos a Imbroda, no hay en todo el partido una figura fuerte que pueda integrar con autoridad a los de un bando y a los de otro sin ser devorado por quienes escoltan al actual presidente del PP a todas partes.
Desde fuera vemos en el PP local un partido desgastado que sólo ahora se ha apuntado a hacer oposición fuerte corriendo el riesgo de dispararse en el pie con su propia escopeta.
Como periodista, confieso que el espectáculo no tiene desperdicio. Como ciudadana me da tristeza que la política se convierta en un estercolero con un ventilador encendido salpicando a todo el que se pasa por allí.
La política no goza de buena salud en Melilla. La judicialización está enturbiando la gestión de la Administración y ahondando en el ciudadano la desafección al sistema.
Creo que este no es el camino. Sólo hay que mirar los ‘me gusta’ y los ‘retuits’ que tiene la cuenta del Partido Popular de la ciudad pese a que las encuestas le favorecen. Si dices que tienes 300 y pico de militantes, pero no consigues que tus argumentos se retuiteen al menos una veintena de veces al día para darle mayor alcance es porque son minoría los que asumen como propia la actual estrategia de confrontación y el discurso beligerante. Es preocupante.
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