La asociación Entre Todos La Cañada presentó, el pasado día 19 de enero, un escrito ante la Ciudad Autónoma para quejarse del “mal funcionamiento del servicio de taxi” para ese barrio.
Según indica el presidente de la asociación, Yunes Bennasar, en el escrito, algunos taxistas se niegan a prestar servicios en la Cañada de Hidum y otros aceptan la ruta cuando se les llama por teléfono, pero luego no llegan al barrio.
Entre Todos La Cañada advierte de que, ante “este gravísimo problema”, se plantea recoger todas las pruebas para presentar una demanda judicial “por incumplimiento de los derechos del usuario” amparándose en el artículo 5 de la ley 5/2018, de 19 de abril, relativa al taxi.
“Un taxi debe admitir clientes independientemente de dónde sean y/o adónde se dirijan”, escribe Bennasar, quien reitera que, al tratarse de un servicio público, esta forma de proceder es susceptible de ser reclamada.
Para la asociación, es “lamentable que se castigue así” y que se trate de “animales” a los residentes en la Cañada de Hidum.
Bennasar concluye el texto expresando su deseo de que no se repita “este gravísimo problema que tanto está afectando a los vecinos del barrio”.
Preguntado sobre si estos hechos son ciertos, el presidente de Unitaxi Melilla, Mohamed Lamrani, ha negado esas afirmaciones y ha asegurado que sí atienden todas las llamadas de la Cañada en horario diurno y a la circunvalación o a la plaza principal del barrio.
No obstante, Lamrani ha admitido que hay algunos taxistas que se niegan a ir allí por la noche o de madrugada. Entre los problemas que cita el presidente de Unitaxi, el primero es que los vehículos muchas veces sufren apedreamientos en las lunas, y recuerda que la Cooperativa Ómnibus de Autobuses (COA) ya suspendió durante unos días sus rutas a esta zona por el mismo motivo. Asegura Lamrani que hay algunos “bromistas” que a veces realizan llamadas, que luego resultan ser falsas, pidiendo un taxi. O también que, aunque la llamada sea cierta, en ese momento baja un vecino y se suben con él al coche sin avisar al taxista.
Otro problema, ha dicho, es que en alguna ocasión, cuando varias personas son llevados a la Cañada en taxi, luego roban la recaudación al conductor e, incluso, en ciertos casos, el coche. El mal menor puede ser, como le sucedió a él el martes, que no le paguen el servicio.
Aparte, cuando los taxis se adentran en callejuelas del barrio, luego no pueden salir marcha atrás ni hacia delante porque “la gente aparca como le da la gana”, añade.
En conclusión, por las noches, algunos van y otros no, explica Lamrani, quien anota que la seguridad de uno es lo primero. “Está la seguridad antes que la ley. El problema es la seguridad. Y, antes que la prestación del servicio, está la seguridad del taxista”, esgrime el presidente de Unitaxi, quien pone como ejemplo opuesto una llamada desde el Paseo Marítimo, adonde van sin temor alguno.
En cualquier caso, el punto 2 del artículo 5 de la ley 5/2018 especifica que, sin perjuicio de los derechos para los usuarios recogidos en el apartado 1, “las personas que presten servicios de taxi pueden negarse a prestarlos en caso de que el servicio sea solicitado para finalidades ilícitas o concurran circunstancias de riesgo para la seguridad o integridad física de los usuarios, del propio conductor o de otras personas, o de riesgo de daños en el vehículo”.
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