Todo parece indicar que el martes, 8 de noviembre, -si no hay variación lunar- los musulmanes melillenses, la mitad de la población local, celebrarán la Fiesta del Borrego, el Ait El Kebir, hito de trascendencia en el calendario islámico. Es la alegría, casi 80 días después del Ramadán y la celebración de una fiesta que, bajo diferentes versiones, es común a las grandes religiones monoteístas, aquel episodio en el que Dios pide a Abraham –el gran patriarca de hebreos, musulmanes y cristianos– que le ofrezca en sacrificio a su propio hijo.
El patriarca, que tuvo sus dudas, accedió al deseo de Dios y éste perdonó la vida a Ismael y ordenó a Abraham que el lugar de su hijo fuera ocupado por un carnero. Las familias musulmanas melillenses tienen varios previos al 8 de noviembre. Quienes pueden, blanquean las fachadas e interiores de sus casas, costumbre heredada por la mayoría de los pueblos de Andalucía, que conocieron estas costumbres hace porrón de siglos y aún no las han olvidado, tras casi 800 años de ocupación árabe.
El problema
El problema es el carnero. El musulmán melillense no quiere inventos raros en Kebir, quieren animales procedentes de Marruecos. En su día este detalle dio problemas por razones sanitarias y hubo que traer borregos de la Península para cubrir las necesidades de Melilla y de Ceuta. Hoy no hay riesgos sanitarios y Beni Enzar comienza en convertirse en paso diario de decenas de animales que, por lo general, vivirán estos últimos días antes del sacrificio en las terrazas de las casas y antes del rezo en acción de gracias a Alá. A eso de las diez y media de ese martes, 8 de noviembre, el rito habrá comenzado.
El rito según la ancestral tradición, es decir, el cabeza de familia sacrificará el borrego cortando su glotis, todo orientado a La Meca, el destino de la devoción islámica. Las tradiciones evolucionan en este caso porque hay centenares de musulmanes que acuden al Matadero Municipal especialmente para la preparación de los diferentes componentes cárnicos del animal. De esta manera se evitan molestias en los propios domicilios.
Se prepararán –primero– las vísceras y luego los componentes cárnicos de mayor enjundia, siguiendo las normas clásicas de la cocina bereber y sus diferentes modalidades. Mientras que Ramadán es sacrificio, abstinencia y generosidad, Kebir, la Fiesta del Borrego, es la fiesta de la alegría, la convivencia y, como en el caso anterior, de la generosidad. Se producen visitas familiares e incluso los más afortunados de otras creencias religiosas toman parte en la celebración.
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