EL presidente de la Autoridad Portuaria, Arturo Esteban, ofreció ayer datos que reflejan la evolución de ese ente en los últimos años. En concreto, entre 2004 y 2012 el número de pasajeros se ha incrementado un 120%. Los vehículos que han partido o llegado a Melilla a través del mar han pasado de 51.000 hace nueve años a 158.000 en el último ejercicio, lo que presenta un aumento del 210%. Y finalmente, las mercancías han crecido desde las 700.000 toneladas de 2004 hasta las 962.000 del año pasado.
Son números que sirven para constatar la evolución demográfica y económica de nuestra ciudad y la de nuestros vecinos del otro lado de la valla. Cada vez los intercambios comerciales y el tránsito de viajeros entre Melilla y la península es mayor, lo que demuestra una evolución favorable pese al frenazo que ha supuesto la crisis financiera que nos acompaña desde 2007. Precisamente por esta circunstancia y por la coyuntura económica tan negativa es tan importante esta relación de números positivos que ofreció ayer Arturo Esteban. La Autoridad Portuaria se ha confirmado como un lugar seguro en medio la tormenta de los últimos años. Y además, representa un pilar sólido sobre el que afianzar el desarrollo de la economía local cuando empiece a despejarse el borrascoso panorama financiero.
Sin embargo, hoy no es posible hablar aún de un firme tejido empresarial que prospera a la sombra del puerto. Gráficamente, la Autoridad Portuaria es un enclave que cree año tras año, pero sin generar un sustrato que sirva de asiento para otras actividades económicas complementarias. Su evolución y los números positivos que acumula año tras año son la prueba del progreso de la población de Melilla, en especial, demográficamente. También demuestra que aumentan los recursos económicos de sus residentes y de los ciudadanos del país vecino. Pero el desarrollo económico propiamente dicho sigue encorsetado por los 12,5 kilómetros cuadrados de Melilla y por unas difíciles relaciones económicas con Marruecos, que obligan a las autoridades de ambos lados de la frontera a hacer la vista gorda con el denominado ‘comercio atípico’, un eufemismo para no hablar de ‘contrabando’.
El primer asunto, la necesidad de más suelo para la actividad empresarial, puede quedar resuelto en parte con la ampliación del puerto en las 50 hectáreas que está previsto ganar al mar. La segunda cuestión, el establecimiento de una relación económica entre Melilla y Marruecos al nivel que requieren los intercambios comerciales entre dos países en la actualidad, necesita un esfuerzo diplomático que hoy nadie es capaz de imaginar en el corto y medio plazo. Además, al mismo tiempo en el ámbito local, hace falta una apuesta política valiente para romper con un entramado de intereses que tradicionalmente se ha servido del ‘contrabando’ y que está acostumbrado a vivir muy cómodo en este sistema, un modelo que ha permitido prosperar a unos pocos ciudadanos en unas circunstancias que impiden el progreso general de Melilla.
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