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Los niños, la reclinación del asiento o la excesiva conversación, entre lo que más odian de los viajes los melillenses

Un viaje en avión puede ser una experiencia emocionante pero también puede convertirse en una pesadilla si nos encontramos con ciertas situaciones o comportamientos del resto de pasajeros. Compartir un viaje con centenares de personas se hace a veces complicado y puede generarnos estrés.

Aunque cada uno tiene sus particularidades propias y no a todo el mundo les afecta lo mismo, expertos en viajes han identificado una serie de factores recurrentes que suelen molestar a la mayoría de viajeros.

Compartir vuelo con niños

En España, la reclinación del asiento de delante es lo que más hace enfadar a los usuarios de avión, según datos de una reciente encuesta que ha elaborado la web de viajes eDreams. En concreto, esto afecta al 62% de los usuarios que han participado en ella. Le sigue muy de cerca tener que levantarse varias veces para dejar paso (54%).

Pero no a los viajeros de todo el mundo le afectan las mismas cosas. Por ejemplo los italianos (28%) y a los británicos (23%) lo que más odian es que se aplauda al aterrizar. En nuestro país, en cambio, esto no supone una molesta. Solo el 14% de las respuestas lo ha señalado.

Por el contrario, los españoles son los viajeros a los que más les molesta compartir vuelo con niños.

Precisamente, esta ha sido una de las respuestas más repetidas entre los melillenses encestados por El Faro, que ha querido comprobar qué es lo que más odian los viajeros de nuestra ciudad.

Entre las respuestas destacan las de Joaquín, un melillense que resalta que él prefiere viajar en un vuelo en el que no haya niños. La razón principal, según dice, no son los propios niños sino los padres que no regañan ciertos comportamiento de los pequeños como que estén dando patadas al asiento de delante.

Al mismo tiempo, otra de las cuestiones que no le gustan para nada es que el compañero de al lado esté hablando constantemente durante el trayecto cuando a lo mejor él no tiene ganas de mantener una conversación con nadie porque se encuentra cansado o bajo de ánimos.

Asimismo, señala que además el miedo que siente a que el equipaje que lleva no llegue nunca a su destino y se encuentre con que no tiene nada que ponerse o que ha perdido el contenido de la maleta.

Al igual que Joaquín, en la calle hemos encontrado otras personas con las mismas quejas. Es el caso de María, otra encuestada que ha remarcado "el coraje que le da" que los niños estén gritando y llorando todo el tiempo, además de corriendo por el pasillo o molestando a otros viajeros sin que sus padres hagan nada. Cree también que la culpa es de sus progenitores.

En contraposición, para otra melillense con la que ha hablado este diario, Melani, el comportamiento de los pequeños no le afecta desde que ha sido madre. Asegura entender que estén aburridos en los trayectos largos o tengan miedo del viaje aunque puntualiza que esto siempre es culpa de los padres.

Según remarca, cuando ella viaja con sus hijas intenta que lo hagan cansadas para que se pasen la mayoría del vuelo dormidas o tranquilas o lleva toda clase de juguetes para que estén entretenidas.

Eso sí, dice que no soporta que las personas sentadas detrás de ella le pongan los pies en su reposabrazos o que le estén zarandeando el asiento constantemente.

Continuando con el tema de los pies, para otro encuestado llamado Miguel que se quiten los zapatos durante el viaje sin ninguna contemplación por el resto de personas que van con él, es la mayor falta de respeto que ha detectado nunca.  Otros factores que no soporta, según dice, es que hagan mucho ruido.

Más allá de las cuestiones que son responsabilidad de la educación de cada uno, comenta que la organización de las aerolíneas a la hora de gestionar el embarco o de los aeropuertos cuando se pasa el control de seguridad tampoco son santo de su devoción. Cree él que habría que tener más control y orden en ambos momentos.

Algo que también detesta son las largas esperas, tener que estar en el aeropuerto una hora antes o que le cobren por la maleta de mano a pesar de no estar permitido.

Asimismo, la gestión del tiempo también es lo que más odia José. Este melillense aborrece perder tiempo de su vida en cuestiones que cree que podría ahorrarse.

Al hilo de las conversaciones con el de al lado, eDreams ha comprobado que este es uno de los factores que también molesta a nivel global. Un 32% de las respuestas alrededor de mundo han manifestado odiar la excesiva conversación. Aún así en el top 1 está la reclinación del asiento al igual que en España aunque en menor proporción (53%), seguido de levantarse continuamente para dejar paso al pasajero del asiento contiguo (44%) y las personas que se apresuran a salir cuando el avión toca tierra (30%).

Otras acciones que perturban a los pasajeros son los aplausos en el aterrizaje (19%), la petición de intercambio de asientos (17%), colocar objetos que no sean la maleta de mano en el compartimento superior (15%) y los pasajeros que insisten en mirar o hacer fotos cuando hay otra persona sentada en la ventanilla (15%).

Levantarse pronto tras el aterrizaje

Llama la atención que no solo son variables que coinciden mundialmente sino que muchas de estas respuestas han sido dadas también por algunos encuestados de este diario a pie de calle. Para Nacho, uno de ellos, lo que menos soporta es que el pasaje se levante nada más aterrice el avión y se queden de pie junto a él durante un buen rato hasta que la tripulación abre las puertas y permiten la salida.

Cree él que invaden un poco su espacio personal y además no respetan el orden de salida según la fila de asientos en la que hayan estado sentados. Para él, esta es una cuestión que se repite mucho en Melilla a pesar de que es una ciudad en la que se viaja en avión constantemente y los usuarios tienen experiencia más que demostrada en volar. Para más inri, destaca, las azafatas dirigen a los usuarios y lo repiten en cada vuelo.

Además, también destaca que odia que no en todos los aviones dispongan de un sistema de cargador de móviles para poder hacer uso de ellos e ir escuchando algún podcast o viendo alguna serie en lo que dura el trayecto.

Las cuestiones tecnológicas también han sido analizadas por eDreams, sobre todo en la aceptación de los dispositivos durante el despegue y el aterrizaje. El 44% de los encuestados expresó su tolerancia hacia esta práctica aunque un 18% confesó sentir pánico interno ante la idea de poder hacer uso de ellos durante el despegue y aterrizaje. Un miedo que es más intenso en España, donde el 27% de las respuestas han ido encaminadas a ello, especialmente por las mujeres (32%) en comparación con los hombres (19%).

Los jóvenes odian levantarse para dar paso a otros

Además de diferencias por sexos, la encuesta también ha distinguido diferencias entre tramos de edad. A nivel general, la generación Z es la que más se queja por tener que levantarse del asiento (47) y los mayores de 65 años los más reticentes a que les incordien desde el asiento de atrás (59%).

Los españoles de entre 25 y 35 años son los mayores defensores de los vuelos sin niños (66%) y los de 55 a 64 años a los que menos les importa esta cuestión. Solo el 41% apoyaría los vuelos exclusivos de adultos. Por sexos, los hombres se muestras más receptivos (575) frente a las mujeres (56) aunque levemente.

Continuando por las diferencias de género, a los hombres también les molesta menos que les den conversación (29%) al contrario que las mujeres (34%).

Sobre los vuelos con niños, un 51% de los viajeros respaldarían los vuelos para adulto. Además, según la encuesta los españoles son los segundos en el mundo partidarios de volar sin niños, con un 56% de apoyo entre los encuestados, tan solo después de la estadounidense (66%). Otras nacionalidades como la británica (52%), francesa (44%), italiana (45%) y portuguesa (45%) muestran también interés por esta idea.

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