La subida del Índice de Precios de Consumo (IPC) hasta el 7,6% en febrero se nota en la economía de los melillenses que no ocultan que ya están recortando gastos en alimentación y mirando con lupa las facturas para poder capear la subida de los precios.
Melilla fue el territorio de España en el que más subieron los precios en el último año, según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE) y, quizás por eso, en los hogares de la ciudad cada vez se ponen más los ojos en los recibos de la luz, el agua o el gas y en los precios de los supermercados.
Donde ya se producen los primeros recortes en gastos es en la alimentación y en el ocio, donde los melillenses buscan opciones más baratas o, directamente, suprimir algunas cosas.
Esta redacción ha salido a la calle para preguntar a los vecinos cómo afrontan la subida de los precios y cómo ven la situación económica general del país, la suya personal y la del empleo en Melilla.
La mayoría de los encuestados coincide en que ha notado bastante la subida de los precios, sobre todo, en lo respectivo a alimentación y recursos como la luz, el agua o el gas.
En los supermercados, las secciones en las que los melillenses más están mirando y comparando precios para poder ahorrar son, especialmente, las de frutas, verduras y bebidas no alcohólicas como el agua embotellada o los refrescos, aunque la subida del precio de estos últimos también se puede explicar desde el incremento del IVA impuesto por el Gobierno a este tipo de productos desde el año pasado. Igualmente, estas serían las categorías donde más están intentando recortar los hogares a la hora de intentar luchar contra la inflación.
“He recortado sobre todo en alimentación. Los huevos están ya carísimos”, señala uno de los encuestados por El Faro. “El papel higiénico también, así no se puede seguir. Es exagerado”, añade.
"Estamos mirando mucho más las facturas para controlar un poco el gasto en el piso", comentan dos jóvenes que también añaden que a la hora de hacer la compra "si ves que algo que necesitas está caro, buscas otra cosa similar pero que tenga un precio más bajo".
Una de ellas declara que en su casa, por suerte, no se había notado mucho esta subida porque sus padres son funcionarios, pero su compañera, cuyo padre es agricultor, sí que estaba notando mucho los problemas de la inflación.
"A lo mejor los tomates se venden en tienda a 3 euros, pero a mi padre le pagan el kilo a menos de la mitad", dice.
Paula, vecina del centro de Melilla, dice que en su casa ya han tomado medidas. "El pescado ha subido mucho. Las verduras también, yo antes iba con 20 euros y compraba para toda la semana. Ahora, compro un kilo de patatas y otro de zanahorias y ya me he gastado 15".
Añade que, debido al alza de los precios en la alimentación, hay comidas que "antes preparaban mucho en casa y que ahora han tenido que cambiar por otras porque los ingredientes son más baratos".
María, su acompañante, afirma que "todos los productos de primera necesidad han subido". "No nos queda más remedio que cortarnos un poco", insiste.
Paqui también comenta a este diario, a la salida del mercado, que ha tenido que renunciar a algunas cosas como, por ejemplo, a los ratos de ocio en familia. "Antes me gustaba salir por ahí a tomarme unas cañas con mis hijos y ya eso no se puede hacer, es lo primero que nos hemos quitado".
"El Día del Padre mismo nos compramos unas pizzas y nos las comimos en casa, no quedaba otra", remarca.
Por su parte, Juan, que trabaja en Melilla dice "estar apurando la ropa al máximo" y que la cambiará cuando "no quede más remedio".
"Han subido los mucho los precios de los alimentos, sobre todo de los más saludables". Además, señala que el ocio se ha limitado mucho y que si hay que elegir, "gastas el dinero en la comida, pero no te queda para mucho más".
Algunos melillenses afirman estar yendo “con la calculadora en la mano” a los supermercados para sacar la máxima rentabilidad posible a las compras y gastar cuanto menos, mejor.
De esta forma, las principales preocupaciones que han manifestado los ciudadanos a este diario han sido, con bastante diferencia, el paro y la situación económica de la ciudad, muy por delante de otras cuestiones como el cierre de la frontera o las conexiones con la península.
“No soy muy optimista con la situación económica del país ni con las de las personas en general, los precios siguen subiendo y los sueldos se quedan igual”, señalaba otro vecino al ser preguntado por este periódico.
Algunos se muestran más con más optimismo y dicen "tener mente positiva y esperan que todo vaya a mejor". Una joven contestó a este diario que "se sigue formando para conseguir lo suyo" y que quería ser ambiciosa.
Otros, que se consideran más afortunados, declaran a este diario que tienen “la suerte de contar con estabilidad económica en sus casas”. Algunos de ellos también añaden que esa situación más estable en su economía viene de que ellos mismos o su pareja son funcionarios, algo común en Melilla.
Varios encuestados atribuyen esta escalada de precios a un problema mundial y ven “difícil que la situación económica del país y de la ciudad vayan a mejor si no se arregla todo lo que está pasando fuera”.
La otra parte, la de las tiendas y restaurantes, también está sufriendo esta subida, tanto en lo respectivo al encarecimiento de las materias primas como en lo referente a la menor afluencia de público. Esto ha obligado a algunos negocios a hacer malabares para poder mantener los precios y así no perder clientela.
Mohamed, trabajador de una cafetería local, comenta que ha notado la subida en todos los productos. "La leche ha subido bastante, también la mantequilla; el tomate y las verduras están ya por las nubes", dice.
"La gente lo nota mucho, porque claro, nosotros también tenemos que subir precios. Si la mercancía sube, aquí también subimos", señala.
Remarca también que los efectos de la subida de los precios se han notado mucho en la afluencia de clientes. "La gente viene menos ahora, no como antes", insiste.
Amira, dueña de una panadería local también se ha visto afectada por esta escalada en los precios y dice que "la materia prima ahora está bastante más cara". En cuanto a la afluencia de clientes declara tener suerte porque "el pan es un artículo de primera necesidad, así que la gente sigue viniendo a comprar".
Añade que "dentro de lo que cabe, han intentado no subir mucho los precios, aunque tengan que ir más ajustados".
Por su parte, Juani, propietaria de una tienda de ropa comenta que "han intentado mantener los precios", pero que eso les da más trabajo. "Como aquí en Melilla no hay fábrica, tenemos que ir a la península y cuando vamos tenemos que pasearnos por muchas fábricas comparando precios para traernos lo que esté a mejor precio".
Destaca también que "no es solo comprar, sino el transporte". "A algunas cosas les sacamos algo de margen, aunque sea un poco, pero en otras intentamos mantener lo que vale aunque tengamos que perderle".
En el resto de España la situación es similar y los problemas que más preocupan son los de índole económica o relacionados con la crisis en los precios actual.
El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) se calcula como una media aritmética de los balances que hacen los españoles respecto a su economía familiar, la economía del país y la situación del empleo. Todo ello desemboca en una estadística que puede dar una idea de si el gasto particular va a aumentar, se va a mantener o va a disminuir.
En cuanto al índice de expectativas en España, elaborado por el mismo organismo, la tendencia es muy pareja al del ICC.
Este índice valora cómo ven los españoles la situación futura de su economía personal, la de España y la del empleo en el país.
Por otro lado, lo que sí ha aumentado es la expectativas que tienen los españoles en lo referente al aumento de los tipos de interés y la inflación, que acumulan una subida respecto al mes de enero de 0,6 y 2,6 puntos respecto al pasado mes de enero.
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