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"Los inmigrantes subsaharianos que llegan a Marruecos no tienen ninguna protección jurídica o acompañamiento"

Oussama Chakkor (Tánger, 1979) es el máximo responsable en Marruecos de la ONGD Alianza por la Solidaridad desde septiembre de 2019. Psicólogo de formación y cineasta de vocación, ha trabajado en multitud de proyectos de cooperación relacionados tanto con la población marroquí como con los migrantes -especialmente las mujeres - que llegan hasta el país vecino.

- ¿Por qué su ONGD trabaja en Marruecos con población inmigrante y no también con la población autóctona? ¿Es que tienen todas las necesidades cubiertas?

- Nuestra ONGD lleva trabajando en Marruecos desde 1994 con temas de infancia y juventud. Luego trabajó también con temas de mujer, empoderamiento, acompañamiento… En 2015, a través de un estudio que realizamos sobre la infancia inmigrante en Marruecos, porque Alianza estaba trabajando más con temas de infancia, se vio la necesidad de empezar a trabajar con la infancia migrante. Y no vas a trabajar con la infancia migrante y no con sus madres y sus padres. Allí es donde empezamos a trabajar realmente con la población migrante. También digamos que no hemos dejado de trabajar con otras temáticas: tenemos temas relacionados con la juventud marroquí, con las madres que están solas, para inserción de jóvenes… Pero vimos que era muy importante abrir una línea de trabajo sobre inmigración en Marruecos, sobre todo con mujeres, porque Alianza trabaja con mujeres en todo el mundo. Y viendo también el panorama de la inmigración en Marruecos. Porque últimamente es un paso para muchas y muchas inmigrantes subsaharianas que vienen a atravesar el Estrecho y alcanzar el sueño dorado. Claramente es una población mucho más vulnerable en comparación con la población local: son personas que vienen, no tienen ninguna acogida, ninguna protección jurídica, no hay ningún acompañamiento… Por eso no solamente Alianza sino muchas más organizaciones están lanzándose con este tema, ofreciendo la máxima protección para esta población.

- ¿Se puede hablar de un perfil de mujeres subsaharianas que llegan a Marruecos, o cada una es un mundo y no se puede generalizar?

- Realmente, desde Alianza atendemos o asistimos a mujeres migrantes en general. La gran mayoría vienen del África subsahariana. Proceden de muchos países: el Congo, de Mali, Senegal, hay muchas de Guinea Conakry… ¿Qué perfil tienen? Pues sobre todo nosotros atendemos a mujeres que están en situación de riesgo social, en situación de vulnerabilidad. Podemos decir que las mujeres son vulnerables porque hay muchas que llegan a Marruecos y están en una situación de desprotección total. Primero, no disponen de una tarjeta de residencia, no tienen recursos económicos, no encuentran un trabajo fácilmente. Y si lo encuentran es en condiciones muy inhumanas. Muchas de ellas son madres solteras y con muchos hijos e hijas. Algunas de ellas han sufrido abusos sexuales o explotación sexual, sea por el camino migratorio o en Marruecos. No cuentan con una red de solidaridad. Tienen muy pocas posibilidades realmente de ser integradas en la sociedad marroquí. Esa situación de desprotección nos empuja hacia el acompañamiento a estas mujeres, a proporcionarles unos servicios de base para que estén protegidas. Y hay que reforzarlas mucho a nivel psicológico, para que no crean que esa situación va a ser permanente en su vida.

Vemos situaciones muy duras, como mujeres que han sido agredidas por personas que viven en su misma casa o por jóvenes de su barrio. Viven en barrios marginales de ciudades de Marruecos donde la vida es un poco más barata, el alquiler también, puede costar unos 150 euros una habitación. Y sufren agresiones allí. O hay casos de violaciones y de agresiones físicas y robos.

- Llama la atención cuando leemos que algunas de estas mujeres, tras un largo viaje, terminan asentándose en Marruecos...

- Muchas mujeres que llegan a Marruecos o los inmigrantes en general, llegan con la idea de cruzar a Europa. En ningún momento ellos llegan a Marruecos para quedarse. Para ellos Marruecos realmente es como el obstáculo. Por eso ellos van lentos para hacer los trámites de residencia o no quieren llevar a los niños al cole porque piensan que en cualquier momento pueden cruzar. Marruecos se queda en su subconsciente como un símbolo de castración. Es como un obstáculo que no les deja cumplir el sueño que tenían al salir de su país. Pero en algunos casos sí que llegan realmente a integrarse. Eso ocurre si llegan a tener recursos económicos. Aprenden un oficio; por ejemplo, una mujer aprendió a ser costurera, consiguió una máquina de coser y empezó realmente a trabajar, a tener recursos, unos ingresos dignos, podía pagar su alquiler… Ella está viendo que mucha gente muere en las pateras al intentar cruzar o personas que han llegado a Francia y están en una situación igual o peor que la de Marruecos. Eso les hace frenar un poco. Y en Marruecos les ayuda que hay mucha economía informal, que es algo que les hace sobrevivir. Pero hablamos de casos muy particulares e insignificantes. La gran mayoría están con la idea de llegar un día a Europa.

- ¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrentan en Marruecos estas mujeres migrantes subsaharianas?

- Estas mujeres viven en una situación de desprotección social y jurídica total: no tienen acceso a vivienda digna, no tienen derecho a un trabajo… Lo más importante aquí es la falta de recursos económicos. Esto las pone frente a muchas explotaciones y vulnerabilidades.

- ¿Y cómo sobreviven entonces?

- Muchas de ellas trabajan como limpiadoras en las casas o en cafés pero en situaciones muy miserables e inhumanas. También hay mucha red de trata: quitan a estas mujeres los pasaportes y las llevan a trabajar a casas de gente rica, en grandes ciudades. Ellos cobran pero ellas no reciben nada. Y también alguna se dedica al comercio: traen cosas de su país y lo venden para sobrevivir. O reciben ayudas de algunas asociaciones. Otras montan un restaurante informal en sus casas: cocinan y venden en paradas de taxis o de autobuses, sobre todo a otras personas migrantes. Y muchas trabajan en el mundo de la prostitución para poder sobrevivir ellas y la vida de sus hijos.

- ¿Y ante todo esto, qué hace su ONGD?

- Nosotros intentamos dar respuesta en la medida de lo posible con acuerdos con algunas instituciones públicas: firmamos proyectos para que cursen estudios de Formación Profesional, también organizamos o las derivamos a cursos de iniciación laboral, hacemos acompañamiento en el proceso de regularización, mediación con las instituciones, la inscripción de sus hijos en el cole, proporcionar el material escolar, talleres con los niños, apoyo psicológico...Y en los temas que no trabajamos directamente, como el tema de la salud, pues orientamos hacia otras asociaciones que sí lo hacen. Intentamos fortalecer el autoempleo porque es una vía muy importante para asegurar los ingresos de las mujeres. Hemos logrado crear dos cooperativas: una en la que cocinan y venden comida, también organizan cafés, mandan comidas a consulados de países africanos en Rabat, etc. Y otra para peluquería y estética. Son salidas reales que apoyan a las mujeres para que tengan ingresos, que las mujeres sean protagonistas y se impliquen en ese proceso.

- Hoy en día, ¿Cuál es, en general, la situación de la mujer en Marruecos?

- Quizás una mujer podría contestar mucho mejor a esta pregunta, pero voy a responder desde el máximo respeto a todas las mujeres, marroquíes o no: realmente el concepto de la mujer en Marruecos ha vivido varios cambios si lo comparamos con años anteriores, 80, 90 y hasta principios del 2000. La mujer hasta entonces tenía mucho menos acceso al espacio público, que estaba muy dominado por el elemento masculino. Pero poco a poco las mujeres fueron llegando a los espacios de educación, a los espacios de formación, los espacios de trabajo, se han juntado para formar asociaciones que defiendan los derechos de otras mujeres, en tribunales, en espacios de reivindicación y de participación, etc. La mujer cada vez tiene más voz y se está rebelando contra su papel tradicional de solo ocuparse de cuidar. Muchas están llegando a ser líderes en muchos campos. Es un cambio radical en la sociedad marroquí aunque realmente sigue habiendo mucho machismo y mucho dominio del elemento masculino. Tras las últimas elecciones, hay muchísimas más mujeres en el Parlamento. Ha habido modificaciones en las leyes que ahora tienden a proteger a las mujeres, hay una concienciación muy importante respecto a los derechos socioeconómicos de las mujeres, pero todavía no podemos decir que ya la lucha se acabó. Seguimos viviendo en una sociedad patriarcal, machista, fálica también, donde hay una distinción de género muy importante, prosiguen los estereotipos basados en el género, la discriminación sexista no solo entre los hombres sino entre las mujeres: muchas de ellas siguen fomentando los roles clásicos de la sociedad marroquí. En este sentido creo que la verdadera revolución tiene que venir de la mano de la educación. Y por ejemplo, el tema del aborto sigue siendo ilegal; también las relaciones sexuales fuera del matrimonio y el concepto de madre soltera cargado de estereotipos y de connotaciones culturales y religiosas.

- ¿Qué papel juega en todo esto el tejido asociativo en Marruecos?

- El tejido asociativo en Marruecos se creó y se reforzó sobre todo a finales de los años 90. Las asociaciones iban cogiendo protagonismo, iban participando en los espacios políticos, en los espacios de participación y de transformación. El tejido asociativo está íntimamente ligado con las políticas entabladas y establecidas por el estado marroquí. Las asociaciones vienen como respuesta no solo a las necesidades de la sociedad en general sino también a las necesidades políticas. Por eso es realmente importante hacer un énfasis sobre el tejido asociativo en Marruecos porque jugó un papel muy importante en la transformación social de la sociedad y también en aportar ciertos cambios y un horizonte de desarrollo nuevo en Marruecos. Por ejemplo, si la mujer participa más es gracias al tejido asociativo, si los jóvenes tienen más espacios de participación es gracias al tejido asociativo, si los migrantes, las migrantes sobre todo, ahora son visibles en las políticas locales, también es gracias al tejido asociativo en Marruecos.

- Ha trabajado en proyectos entre España y Marruecos ¿De algún modo un país se tiene que mirar en el otro y viceversa?

- Nosotros intentamos fomentar y arraigar un diálogo cultural basado en el respeto. Hemos hecho proyectos dirigidos a jóvenes de ambas orillas, sobre todo de Tánger, Tarifa y Cádiz. Y también por ejemplo de Madrid. Yo creo que estos proyectos van más allá. La idea era cómo crear puentes de comunicación basados en la interculturalidad para fomentar la diversidad cultural. Se trata de fomentar un diálogo constructivo entre las dos culturas más allá de todos los prejuicios sociales, políticos, religiosos o culturales que existen entre ambas orillas. Muchas veces los discursos políticos de ambas orillas realmente se aprovechan para fomentar crisis, para fomentar el no diálogo, el odio, teniendo en cuenta que hay muchas más cosas comunes entre los dos lados.

- ¿Qué opina sobre el cierre de la frontera entre Marruecos y España?

- El cierre de la frontera fue realmente un comportamiento patológico, un comportamiento anormal, agresivo en el fondo. Supuso un desarraigo de muchas vidas, rompió muchas relaciones humanas, culturales, generó bastantes odios, estereotipos que llevábamos años luchando contra ellos. Por eso en el fondo la reapertura de la frontera fue como un evento valiente para reestructurar las relaciones, para resituar la mirada del otro, para tendernos la mano. El cierre de las fronteras nunca ha sido una solución y las aperturas siempre suponen acortar distancias, no solo físicas sino también culturales, económicas, políticas, etc.

- El pasado 24 de junio al menos 23 migrantes subsaharianos murieron al intentar en la valla que separa ambos países...

- Eso es una matanza, una masacre. Para mí no hay palabras que puedan definir eso. Estamos hablando de la vida de personas que se han desvanecido. Es muy triste eso. Es también fruto de unas políticas migratorias muy marcadas por la política de la muerte, por la política de la represión, que genera miedo al otro, sin ningún entendimiento real al fenómeno. Nunca preguntan ¿por qué esas personas salen de sus países? Porque antes no salían… La gente no elige dejar su hogar y o elige la muerte porque sí. Hay que cambiar las políticas migratorias y hay que humanizar las fronteras sobre todo.

- Llama la atención que ha sido guionista y realizador, sobre todo en trabajos relacionados con la cooperación y la interculturalidad, ¿El cine es otra manera de expresar las desigualdades?

- Yo realmente me defino como psicólogo y cineasta aunque realmente tampoco he dirigido películas. Para mí el cine es una herramienta muy importante para la construcción de la persona y para la concepción de la sociedad. Es una herramienta de construcción y de intervención social. Una herramienta de cambio. Pero también puede ser claramente una herramienta de destrucción, de generar sombras y de cerrar mentes. Soy muy selectivo a la hora de ver cine y de ver películas. Me considero una persona de mente abierta gracias al cine: a través del cine yo he viajado y he conocido otras culturas. El cine es una forma de liberación, una forma de catarsis, y constituye una herramienta de cambio y de transformación social, sobre todo para los jóvenes de ahora. Con un móvil pueden hacer un montaje, un cortometraje, darle un click y subir eso. Es el momento en el que todo el mundo puede participar en la construcción de su relato cinematográfico. Pero también, insisto mucho, en que el cine es un arma de doble filo: construir o destruir.

- Por curiosidad, y en una clave ya más personal: a pesar de no vivir en España, domina nuestra lengua a la perfección, ¿Cómo lo ha conseguido?

- Sobre todo por la cercanía. Soy de Tánger y España es un país muy cercano, era muy fácil llegar a esa cultura mediante los canales de televisión. Luego iba leyendo en casa, me inscribí en el Instituto Cervantes y en algunas asociaciones. Tengo muchos amigos en España y eso me ayudó mucho a mejorar el castellano pero también soy un enamorado de la cultura española: escuchar su música, por ejemplo el flamenco; su literatura y sobre todo su poesía, autores como Miguel Hernández, María Zambrano, Antonio Machado... Y sigo aprendiendo. El aprendizaje no tiene fin.

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