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El Centro de Cultura Militar relata la historia de estos pequeños fuertes de vigilancia y ataque
El Centro de Historia y Cultura Militar sigue con su plan de difusión de la Cultura de la Defensa con la presentación de un nuevo artículo archivístico mensual. El centro presenta este mes de marzo ‘Los fortines del quinto recinto defensivo de Melilla’, un artículo que relata la historia de estos pequeños fuertes que rodeaban la ciudad para vigilarla y protegerla.
Estos fuertes se crearon a partir de 1860, año en el que España y Marruecos firmaron el Tratado de Paz y Amistad, que ampliaba los límites de Melilla a través del disparo del cañón ‘El Caminante’. La expansión de la nueva ciudad requirió la construcción de numerosos fuertes defensivos.
Los cinco fortines
La colonización de estos nuevos territorios obligó el levantamiento de la línea avanzada de fortificaciones poligonales como el Fuerte de Rostrogordo, el de Cabrerizas Altas y el Fuerte de Sidi Guariach, cuya construcción derivó en la guerra del Margallo. Como consecuencia de esta guerra, se vio la necesidad de que proteger zonas desenfiladas entre estos fuertes. Para ello y con tal de evitar áreas ocultas, se acometió la proyección de pequeños fortines en diversos puntos del campo exterior.
El fortín de Alfonso XII se levantó entre 1893 y 1894 para defender los fuertes de Camellos y Purísima Concepción. El fortín de Reina Regente se construyó como consecuencia de la guerra de Margallo y protegía Cabrerizas Altas y Bajas. En esas mismas fechas se levantó el fortín de Sidi Bajo, próximo a la Purísima Concepción, mientras que el de Triana y el fortín del Hipódromo se construyeron a inicios de siglo XX, este último fue demolidos en los años 60.