La oficina Europa Direct de Melilla organizó ayer en el Palacio de Congresos y Exposiciones (PEC) una conferencia sobre redes sociales en la que participó Gabriel Navarro, responsable del Informajoven del Ayuntamiento de Murcia. Antes de impartir su charla, habló con FaroTV Melilla sobre las diferencias que existen entre los ‘millennials’ (los jóvenes que ahora tienen menos de 30 años) y la generación Z, los adolescentes que han nacido en la era digital. También abordó algunos aspectos de riesgo en el uso de las nuevas tecnologías y habló de cómo y para qué utilizan el móvil unos y otros.
–La conferencia organizada por la oficina Europa Direct no sólo va dirigida a jóvenes sino también a los técnicos que trabajan con ellos. ¿Ha cambiado la forma de comunicarnos?
–Hay que conocer cuáles son las características de los jóvenes para ver cuál es la manera más adecuada de poder intervenir con ellos. Hay que conocer sus herramientas, sus cauces, sus maneras de acceso a los medios de comunicación, su lenguaje y la forma en que comparten la información. Para nosotros es muy importante, no sólo hacerles llegar información de interés sino también estimularles para que compartan con sus padres y colegas esa información de interés, como por ejemplo, qué recursos hay en Europa para ellos.
–Aprovecho para preguntar a Marilo Navarro, responsable de Europa Direct Melilla, qué ofrece la UE a jóvenes de la ciudad.
–Europa Direct informa de temas generales. La oficina Eurodesk es específica para jóvenes y en ella informamos, por ejemplo, sobre el servicio de voluntariado europeo e intercambios juveniles, que es por lo que más nos preguntan.
–Gabriel, en cuestión de veinte años hemos pasado de no tener prácticamente correo electrónico ni móviles a estar enganchados a las redes sociales. El 92% de los españoles tiene un teléfono y a la hora de comprarlo, el requisito principal es que esté conectado a internet. La gente necesita compartir lo que hace.
–Eso es verdad. Hay sociólogos que han identificado el concepto de la hiperconectividad y la necesidad del anclaje social, de estar vinculados de manera permanente ya sea al propio grupo familiar, de amigos o de trabajo. Se está convirtiendo en un elemento de identidad propia. Por eso quiero hablar de qué se ve en la carátula de un móvil de un joven de 25-30 años y de otro de 15 años.
–¿Qué se ve?
–Son totalmente distintos. Las herramientas, las aplicaciones, la cantidad de cosas que se muestran en uno y otro es totalmente distinto. Simplemente eso significa un elemento identitario importantísimo. El móvil nos constituye en ‘cyborg’ (criatura compuesta de elementos orgánicos y cibernéticos). Combinamos nuestra corporeidad con lo que es una herramienta artificial y tecnológica que nos permite ver más allá y comunicarnos más allá. Estar vinculado más allá de los físico es lo que está cambiando nuestra mentalidad. Es un proceso imparable.
Mientras que en los más adultos, el uso del móvil es más funcional, hay un sector de la población de entre 40 y 50 años (incluso los ‘millennials’ que tienen entre 30 y 35 años) que sí tiene un conocimiento mayor y hace un aprovechamiento mayor de las aplicaciones de los móviles. En cambio los más jóvenes hacen un uso que no llega al 10% de los recursos que tiene el teléfono.
Hay un estudio realizado en Bélgica, hace unos tres o cuatro años, sobre jóvenes desfavorecidos y el uso de los móviles y herramientas tecnológicas, donde ellos mismos manifestaban que tenían un temor enorme sobre qué iba a pasar en su futuro por no saber explotar al máximo todos los recursos que tiene un móvil. Esto es un tema que hay que debatir.
–¿Para qué utilizan exactamente los adolescentes el móvil?
–Prácticamente para reforzar su propia identidad, su propio ego. El Instagram, por ejemplo, con los típicos ‘selfies’ lo único que hace es lo mismo que un adolescente, hace 30 años cuando intentaba mostrarse de una manera singular vistiéndose de una forma o peinándose de una forma particular, ahora mismo lo que hace es que lo muestra y lo difunde entre sus amigos. Lo que está buscando es que sus amigos le reconozcan en esa imagen que está lanzando.
Por ejemplo, el Snapchat, esa aplicación en la cual, supuestamente transmito una imagen y a las 24 horas desaparece, aunque se ha comprobado que hay que ser más cautos porque hay aplicaciones en los móviles que pueden captar esa imagen antes de que desaparezcan. Hay que ser cuidadosos. Esas son dos aplicaciones que los ‘millennials’ no usan tanto. Ellos a lo mejor comparten más enlaces, están en Facebook más que los de la generación Z, que si sigue en Facebook es para mantener las amistades que ya tenía de antes, pero no para buscar nuevas. Eso lo intenta hacer más con Instagram y WhatsApp, como herramienta de mantenimiento del grupo. Cada vez lo usan más para compartir los trabajos de clase. Es llamativo los usos que están haciendo de esas herramientas.
Hace unos dos o tres años, un estudio realizado en Gran Bretaña concluyó que los jóvenes estaban temerosos de que sus madres les pidieran amistad en Facebook. Entonces había como un distanciamiento de los jóvenes sobre cómo operar en Facebook por el temor a que sus padres u otros familiares pudiesen conocer lo que estaban compartiendo porque no tenían un dominio muy claro de la configuración que permite. Ahora los jóvenes lo controlan y pueden trabajar más con los grupos y saben limitar qué tipo de información comparten en cada grupo.
Se están notando unos flujos enormes en los cambios de las conductas de la gente con el uso de las redes sociales. Lo que ahora mismo estamos viendo es que lo que dicen hoy los estudios sociológicos de aquí a un año puede cambiar completamente. Uno de los retos que tenemos los técnicos que trabajamos con la juventud es estar muy pendientes de cuáles son esos tránsitos, esos flujos para saber dónde están los jóvenes. Antes, hace 20 o 30 años, nuestra preocupación era: “Tengo que ir al instituto, a la casa de la juventud o a las plazas donde están los jóvenes”. Ahora aunque no hayan dejado de estar ahí, tengo que ir al ámbito virtual, a las redes sociales. Eso es lo que nos ha cambiado de una manera radical.
–¿Con estos cambios, qué nos queda por delante?
–Hay un término, de estos ‘palabros’ que se traen de las matemáticas y se aplican a las tecnologías. Es la “singularidad”. Es cómo los componentes artificiales, los desarrollos tecnológicos que se han ido implementando forman ya parte de nuestra vida y no se sabe exactamente adónde van a llevarnos. Sabemos que estamos en un proceso de cambio, pero es difícil dar una respuesta clara a esa pregunta. Por eso se habla de la singularidad tecnológica.
Hay un cambio cognitivo en las generaciones más jóvenes. Ahora prestan atención a una cosa no más de ocho segundos de media. Esto se debe al impacto de lo audiovisual y lo tecnológico, de los inmediato.
Cuando nosotros éramos más jóvenes, sabíamos que llamábamos por teléfono a un amigo y que más tarde íbamos a vernos con él y hablaríamos de tal o cual tema. Eso ya no existe. El dilatar en el tiempo lo que es una emoción, un contenido, una imagen, un documento o un estado de ánimo ahora es totalmente inmediato. Esto también está haciendo cambiar cognitivamente.
–Paciencia no tendrán mucha...
–Éste es uno de los elementos que se está notando. Lo quieren todo y lo quieren ya. Paralelamente están mostrando (la generación Z) una conciencia bastante mayor que los ‘millennials’ sobre el cuidado del medio ambiente o la necesidad de la paz. Mientras los ‘millennials’ compartían todo y eran muy transparentes, la generación Z, los más jóvenes, lo que quieren es crear ellos. Te encuentras que los vídeos con más visitas en YouTube son aquellos que están producidos por los mismos jóvenes. Incluso, algunos de ellos son unas chorradas. Los jóvenes hacen cosas interesantes que no interesan a los adultos. Unas tonterías graciosas, sin duda, pero no van a compartir algo que han visto en un sitio o en otro. Son ellos mismos los que se lanzan a producir un vídeo, un corto para expresar una idea, una queja... Eso es un cambio respecto a las generaciones anteriores. ¿Eso a dónde va a llevar? Probablemente a que esta generación más joven vaya a ser más participativa porque quiere ser protagonista.
–La victoria de Trump en Estados Unidos ha destapado un sentimiento antiglobalización...
–Hay datos que recogen que en Estados Unidos si se hubiese contado exclusivamente con el voto de los ‘millennials’ habría ganado Hillary Clinton. Algo parecido sucedió en Gran Bretaña con el Brexit. Son los jóvenes los que votaron a favor de permanecer en la UE porque consideraban que su futuro está más vinculado a la globalización y a ese gran mercado que es Europa, frente a la gente mayor.
–Marilo, cómo son los jóvenes que se acercan a la oficina de Europa Direct.
–Se acercan a preguntar por el servicio de voluntariado europeo y por la homologación de títulos.
–¿Salen muchos jóvenes melillenses a estudiar en Europa?
–No. Les explicas que para hacer un voluntariado en otro país les pagan el viaje, la comida, el alojamiento... pero cuando les dices que tienen que hacer una carta de motivación se echan para atrás.
–¿Y eso por qué?
–Hay falta de práctica al hecho de tener que defenderse, de mostrarse como son, justificar que tienen que hacer algo de una manera más o menos razonada, pero hay que trabajar con ellos. Hay que explicarles la importancia que esto tiene. De cara al futuro laboral, haber realizado un voluntariado es un plus importantísimo.
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