El Ministerio Fiscal reclamó ayer dos años y seis meses de prisión para un hombre acusado de hacer tocamientos en los pechos a una interna en la residencia de ancianos. El inculpado, de iniciales A. P., negó en el juicio, celebrado ayer en el Juzgado de lo Penal número 2, los hechos que se le imputan.
El suceso ocurrió el 26 de agosto de 2015. A. P., que trabaja como ordenanza en la residencia de ancianos, aseguró a preguntas de la fiscal que la denunciante “siempre está jugueteando” y que en ocasiones hay que decirle “déjame tranquilo, pesada”.
Según su testimonio, no la tocó, y afirmó que sólo le habló “con las palmas de la mano por delante”. “Ella está mal de la cabeza”, dijo.
A. P., que lleva “24 años” trabajando en la residencia, aseveró sobre la anciana: “A mí no para de tocarme el culo. Es su comportamiento. Nadie le hace caso”. Además, precisó que los hechos en cuestión ocurrieron sobre las 14:00 horas “en recepción, fuera del mostrador”.
Tras su intervención, entró en la sala la anciana, quien llegó en compañía de su hermana y tutora legal. La denunciante, que se ayudaba de un bastón, declaró sentada y necesitó que su pariente le repitiera las preguntas que le formulaban, pues no oye bien.
Supuestos tocamientos
Cuando la fiscal le preguntó por los supuestos tocamientos, afirmó que el acusado los hizo de forma “muy fuerte”. “No fue sin querer”.
“¿Usted gasta bromas tocando el trasero y los pechos (a trabajadores del centro)?”, quiso saber la acusación pública. “A nadie”, replicó.
Luego testificó una trabajadora social. “Yo salía de mi despacho”, relató. “En el hall, vi que él tenía las dos manos en el pecho de ella”. Entonces, avisó a su jefe de lo ocurrido.
Ante esta declaración, la defensa le recordó que en la fase de instrucción ella había declarado que el acusado tenía las manos “superpuestas”. La testigo precisó que la anciana cubría su pecho con las manos y que las del inculpado estaban sobre las de ella.
“No me toques”
Tras ello, declaró otro testigo presencial, quien trabaja como conductor para la residencia. “Yo escuché a la señora decir ‘no me toques, no me toques’. Pero él tenía las manos levantadas. No vi que él la tocara”.
Otra trabajadora señaló que la anciana “gasta muchas bromas”. “Si pasamos, nos toca el culete o la tetilla, pero no se lo tenemos en cuenta”. Después, otro empleado que prestó declaración aseguró: “A veces se sentaba a mi lado y quería coger las llamadas. A mí me tocaba el culo, ella es así”.
Aparte de los dos años y medio de prisión, la fiscal reclamó que el acusado abone a la anciana, que tiene una discapacidad del 75%, 3.000 euros por “daños morales”.
La defensa, en cambio, puso en duda la declaración de la supuesta víctima, quien había afirmado que todo ocurrió “en el bar”, cuando los demás testigos señalaron que había sucedido en el hall.
Última palabra
En su derecho a la última palabra, el inculpado afirmó que la denuncia se debe a la “persecución de la directora” del centro. Afirmó que ella le tiene “inquina personal” y practica “acoso laboral” porque en otras ocasiones ya lo suspendió “de empleo y sueldo” y todas esas decisiones de la directora fueron invalidadas por un juez.
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