Hace muy poco murió, a los casi 79 años, un vecino muy querido del Barrio del Real. Se llamaba Antonio Bonachera y aunque ya no aceptaba encargos, pasaba las tardes en la carpintería que tenía en los bajos de su casa desde la época en que los novios, cuando se casaban en Melilla, encargaban los muebles a una persona de confianza porque les encantaban las terminaciones que les daban a la madera.
Antonio nació un 3 de agosto de 1945, fue carpintero hasta sus últimos días, amante de los animales, cazador confeso y soltero empedernido. Daba gusto oírle hablar de la Melilla de antes. A menudo contaba que desde que él era joven escuchaba eso de que Marruecos se va a quedar con Melilla y Ceuta. Creció con eso y murió con la frontera cerrada y sin que Marruecos se hubiera atrevido a tanto, exceptuando el conato de Marcha Verde sobre Ceuta, del que hoy se cumple un año.
Hemos esperado, nos hemos desesperado y, por fin, ha llegado el día de la apertura del puesto fronterizo de Beni Enzar, que estoy segura que a Antonio le habría gustado vivir.
Esta medianoche, la frontera de Melilla abrirá aunque sólo para que los europeos o residentes en territorio Schengen puedan entrar y salir de Melilla siempre y cuando tengan el pasaporte covid en vigor o un certificado de recuperación a mano.
La apertura seguramente reactivará la vacunación en nuestra ciudad aunque, de momento, no hay avalanchas en el laboratorio covid ni en el centro de salud de Polavieja, lo que significa que la gente hasta que no vea la frontera abierta, no dará el paso.
Aunque los casos de covid están aumentando en Melilla desde Semana Santa, ya no hay efectos devastadores como al inicio de la pandemia. Aún así, el 80% de los niños melillenses no está vacunado y, por tanto, no cumple con los requisitos para entrar en España tras pasar un día en Nador.
A bote pronto, la apertura de la frontera dejará más dinero del otro lado de la frontera, que en Melilla, habida cuenta de que aquí todavía no se ha dicho nada sobre el tránsito de mercancías, que es, junto a la llegada de turistas, lo que de verdad se entenderá como un alivio para nuestra economía.
Las redes sociales están que arden con enfrentamientos sin sentido entre quienes quieren que abra la frontera y quienes se oponen. El caso es que abrirá y con la apertura se abren nuevas posibilidades para Melilla. Estoy segura de que en cuanto empiece a entrar la fruta, la verdura y el pescado, se abaratará la cesta de la compra inmediatamente y eso hará que bajen los precios, que en el último año han subido más en nuestra ciudad, que en Madrid.
Hay quien dice, incluso, que si los precios no bajan, Melilla seguirá perdiendo población y se quedará deshabitada. Entiendo que es una hipérbole, pero no deja de ser cierto que nuestra ciudad pierde atractivo para los de fuera. Hoy por hoy solo los funcionarios tienen incentivos para vivir en esta especie de ciudad isla en que nos hemos convertido.
Por otro lado, seguimos sin confirmación oficial sobre si habrá o no Operación Paso del Estrecho (OPE) por Melilla aunque este domingo desde la Autoridad Portuaria han anunciado que están inmersos en los preparativos, mejorando vallas informativas, contratando más Policía portuaria o habilitando carpas para proporcionar sombra a los viajeros. El temor radica en la vuelta. ¿Qué va a pasar en la Operación Retorno?
Queda un mes para que dé inicio el mayor trasiego de pasajeros por carretera de toda Europa y no sabemos si la gente se animará a viajar con los precios de la gasolina y el gasóleo desbocados y con el coronavirus acechando.
No voy a pasar por alto la fecha elegida para reabrir la frontera, justo cuando se cumple un año de la frustrada invasión a Ceuta. No creo que España haya colado semejante golazo a Marruecos. Me inclino a pensar que ambos han estado de acuerdo en elegir esta fecha como símbolo de reconciliación. Aún así, no podemos ignorar que ha sido nuestro Gobierno quien ha puesto reparos en abrir la frontera el 14 de abril, cuando quería Marruecos.
No entiendo por qué no se abren la verja y la aduana a la vez, al menos en Melilla. No veo motivos para frenar la entrada de mercancíaa toda vez que se supone que entramos en la nueva normalidad, al menos para la ciudadanía.
Otra cosa son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que a las dificultades de siempre tienen que sumar ahora por una parte, una frontera que sigue sin estar a punto para la reapertura y, por otra, el temor al contagio en primera línea.
Tienen motivos para estar enfadados porque, que sepamos, no han llegado refuerzos policiales. Se da por hecho que los habrá, pero no están aquí. Ellos no tienen que vigilar sólo documentación, tienen que pararle también los pies al narcotráfico. Con la frontera cerrada, la Guardia Civil desmanteló en Melilla una red que sacaba droga de la ciudad y la llevaba a Valencia. Con la frontera abierta, empieza el espectáculo, pero de verdad.
Aún así, a partir de hoy recuperamos la normalidad en Melilla. La frontera volverá a ser nexo de unión. Hemos tenido una crisis profunda y empezamos a salir de ella.
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