Opinión

Lealtad con los españoles

Mucho se ha escrito, reflexionado, informado, opinado o incluso vaticinado estos días sobre la evolución de las relaciones de la dirección nacional del Partido Popular, hoy en vías de recomposición, con el conjunto del Partido a nivel nacional.

Desde el jueves, día 17, muchos desencuentros se han puesto de manifiesto que traían causa aparente de la diferente perspectiva sobre el tratamiento a dar a una información sensible, existente en la dirección nacional, entre dicha dirección y la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid. Largos debates no transmitidos directamente a los medios de comunicación por tratarse de un asunto sobre el que se pretendía disponer de toda la información antes de adoptar decisiones. Ello tenía una consecuencia que sí trascendía a los medios de comunicación, adoptando la forma de una negativa de la dirección nacional del Partido, a modificar el calendario de convocatoria del Congreso del Partido a nivel Autonómico en la Comunidad de Madrid, que solicitaba, reiteradamente, la presidenta de la Comunidad tras su espectacular resultado electoral del pasado 4 de mayo.

Poco importan ya esos debates que han trascendido a la opinión pública de manera explosiva en los últimos días. Las consecuencias políticas, hasta el momento, ya son conocidas. Las de mayor relevancia e impacto público, la de la dimisión del secretario general del partido y la del inicio de un proceso de relevo en la dirección del mismo, en vías de recorrer su proceso estatutario con las fechas señaladas en el calendario de una reunión de la Junta Directiva Nacional el próximo 1 de marzo y un eventual Congreso Extraordinario, que podría salir como consecuencia de dicha reunión, para los próximos 2 y 3 de abril.

Los Partidos políticos son estructuras orgánicas que deben ser cauces de expresión de las diferentes perspectivas mayoritarias de los distintos sectores de la realidad nacional española al objeto de conseguir que la dirección de los asuntos públicos refleje, de la mejor manera posible, la realidad de dichas percepciones.

El Partido Popular constituye, dentro de esa realidad de los Partidos Políticos, el cauce de expresión de un importante sector de la sociedad española que percibe la realidad de nuestra nación desde una perspectiva reformista y moderada a la luz de los principios compartidos por las posiciones democratacristianas, conservadoras y liberales, armonizando lo mejor de todas ellas en un esfuerzo por dar voz en la acción pública a ese numeroso sector de nuestros compatriotas.

Para hacerlo así, el Partido Popular dispone de una amplia implantación territorial con presencia en todas las Comunidades y Provincias y en la inmensa mayoría de los 8131 municipios de nuestra nación.

En las consideraciones y reflexiones realizadas por todos los analistas y comentaristas externos al propio Partido Popular, sobre lo acaecido en estos días, el concepto de lealtad en todas sus versiones ha sido puesto sobre la mesa en prácticamente todas sus modalidades, la vertical ascendente, su contrapartida descendente y la horizontal entre compañeros y amigos.

La lealtad, en esos términos, es una premisa básica para el funcionamiento, e incluso para la supervivencia, de cualquier organización humana, con mayor razón aún para aquellas cuya supervivencia y funcionamiento se consideran de gran impacto para las realidades colectivas a las que sirven.

Como quiera que los aspectos más severos del debate público se han sustanciado en el ámbito de la Dirección Nacional del Partido y su entorno más inmediato, hemos corrido el riesgo de perder de vista el hecho de que la vía descendente de lealtades no acaba en ese entorno inmediato sino que se prolonga, en el caso del Partido Popular, hasta los últimos representantes de dicho Partido en todos y cada uno de los municipios de nuestra nación, que, de manera silenciosa y abnegada, defienden cada día los principios de nuestro Partido en el ámbito territorial en el que se encuentran, con la finalidad, en último extremo, de proporcionar el mejor servicio del que nuestro Partido sea capaz al conjunto de la sociedad española.

En cualquier caso, el Partido Popular, asumiendo la adopción de decisiones de importante calado, en muchos casos considerablemente difíciles y dolorosas, ha vuelto a centrar la atención del Partido en lo que realmente es trascendente para su actuación política y su participación en la vida pública de España, que no es otra cosa que su concentración en el culto a la más importante de sus lealtades, la lealtad con los españoles.

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