Las Palmeras, un barrio marcado por el paro y el cierre de la frontera

La jornada acaba de comenzar y llueve en Melilla. En el barrio de Las Palmeras es difícil encontrar a un alma en la calle. Sus mismo vecinos explican que, en un barrio periférico como ese, la gente se empieza a levantar a las doce de la mañana o a la una de la tarde y los pocos que lo hacen antes, es para ir a hacer alguna compra o para ir a trabajar.

Uno de ellos es Ignacio. Lleva dos años sin ver a su mujer, pues ésta está en Marruecos y no ha podido venir desde que cerró la frontera, asegura que “es difícil” mantener la distancia con su pareja y amigos. También explica que muchos de los habitantes del barrio vivían del comercio transfronterizo y que desde entonces muchas familias no han podido salir adelante. “El comercio no entra la gente se queda en paro, les cuesta trabajar, les cuesta mantener la vida y si no hay trabajo, no tienes nada que comer”. Un vecino, que no ha querido dar su identidad asegura que el barrio es penoso.

A Mizzian le ha tocado cuidar de sus nietas estos días en los que ha hecho lluvia y calima. Dice que se está bien en el barrio y sus nietas salen a jugar todas las tardes al parque que hay al lado.

Miguel, un joven de barrio, asegura que se vive “bien” ahí y que el pasatiempo favorito que tienen los vecinos de su edad es jugar a fútbol. “Jugar al fútbol, es lo único. Otros trabajamos también”. Añade que también hay cafeterías por la zona y un parque para pasar el rato, aunque pondría más luz en la zona.

Su cuñado Francisco, que está con él, cree que el barrio es estupendo, pero que está “un poco abandonado”. Señala el estado de las losas, el asfalto, recalcando que las personas mayoresse pueden tropezar en los desperfectos que hay.

“Es una barrio muy bueno, hay tranquilidad, pero lo que he dicho, está un poquillo abandonado” y señala seguidamente las farolas de la calle donde está, las cuales son tan altas que las tapan las copas de los árboles, además de que dice que éstos necesitan ser podados.

Explica que, dado a la oscuridad que hay por la noche, le inquieta salir e incluso cuenta que alguna vez le han dañado el coche cuando lo ha dejado en esa zona. “No alumbran nada y de noche uno tiene miedo de salir por si le roban, le asaltan o algo. Haría falta una farola con más luz y que al salir, se vean las caras de las personas, porque tal y como está la luz, a uno le pueden robar”. Aún así, insiste en que es un barrio tranquilo y humilde, a pesar de la mala fama que pueda tener.

Encontrar trabajo o delinquir para sobrevivir, los retos de los jóvenes en Las Palmeras

Trabajo o delincuencia. Así de claro se explica Jesús, un joven de 29 años vecino de Las Palmeras, cuando habla de las pocas oportunidades que tienen los residentes del barrio cuando van a buscar trabajo, tanto jóvenes como aquellos que ya están en edad adulta.

Recalca que, porque una persona tenga 20 años, no quiere decir que no tenga responsabilidades, pues pueden tener hijos e hijas perfectamente. “¿Hay delincuencia? No hay trabajo. Si tienes dos niños que mantener, tendrá que tener un trabajo”, dice.

Ahmed, un vecino de la tercera edad, lleva 20 años viviendo ahí y coincide con Jesús en que hay que dar más oportunidades a los jóvenes. Sobre estos, sin querer ser directo, dice que hay algunos que son “revoltosos” y que de vez en cuando hacen mucho ruido. “Hay que intentar apoyar a la juventud, que está abandonada”. Él tuvo que emigrar a Cataluña para poder cotizar y jubilarse ahora.

Jesús recalca que una pensión de 360 euros no da para pagar el alquiler, el agua o llenar la nevera.

Cree que la formación que reciben debería ser más práctica o efectivas, pues argumenta que a él no le sirve un curso de auxiliar administrativo y por ser del barrio de Las Palmeras no le llaman, asegura.

El barrio ha salido en numerosas ocasiones en los medios de comunicación en la sección de sucesos, ya sea por robos o por operaciones antiyihadistas. El Faro también ha recogido en varias ocasiones la sensación de abandono que tienen en los últimos años.

“Me sirve un curso donde yo aprenda a poner unas losas, a pintar unas paredes, a arreglar una barandilla ¿De qué sirve un curso de auxiliar administrativo si luego no te llaman?”, reitera Jesús.

Asegura que por se de este barrio tienen muchas más barreras. “Dices que eres de Las Palmeras y te cierran todas las puertas”. Cree que en todos los barrios hay gente buena y gente mala, aunque sea un barrio de gente adinerada. “No porque seamos de Las Palmeras nos tienen que mirar con esa cara. Solo pedimos trabajo, para los jóvenes y para las personas que tienen más de 40 años, que tienen más experiencia que nosotros”. Se pregunta si el futuro que tienen es “estar en la calle, hacer cosas malas e ir a prisión. Dad trabajo y no seremos delincuentes, es así de sencillo”.

Él lleva una semana echando CV; va andando porque no tiene coche y tampoco hay otro medio de transporte con el que se pueda mover por la ciudad. Ha llegado incluso a El Real. Recalca que tiene todos los carnets y “miles” de cursos, pero señala que toda esa formación “no me está sirviendo de nada” y se pregunta qué tiene que hacer para que le den un trabajo.

Cree que no deberían discriminar a ninguna persona por el barrio en el que vive o el origen que tenga. “Tenemos que mirar a todos por igual, somos personas”. Subraya que son un barrio multicultural y que allí se llevan todos bien. Su madre es pensionista y asegura que no llegan a final de mes, además, está cansado buscar y no encontrar trabajo.