La fiscal Laura Santa Pau está especializada en la lucha contra la violencia de género. Según asegura, se dan muchos más casos de maltrato de los que terminan en los tribunales. Por eso incide en la importancia de educar en igualdad desde la niñez. Además, señala que el derecho a no declarar en contra de la pareja, en muchas ocasiones, deja sin protección a las maltratadas. Sólo en el año pasado se archivaron 75 causas porque las víctimas se negaron a testificar en contra de sus agresores.
–Según informó la Unidad de Violencia de Género, en el último lustro aumentaron en Melilla las denuncias por esta conducta en un 33%. ¿Qué lectura hace de este dato?
–Violencia ha habido siempre, no es que antes hubiera menos, pero la gente se está animando a ser fuerte y denunciar. Este aumento de denuncias contrasta a su vez con la manifestación de otras formas de violencia, distintas a las que se daban cuando la ley entró en vigor. Es muy triste, pero en los institutos se dan muchos casos de violencia, de acoso y de hostigamiento, aunque no se llegue a producir el maltrato físico.
–¿Cuáles son las formas de maltrato que más se denuncian?
–Aquellas primeras manifestaciones de la violencia que, sin ser leves, sí son las más leves. Las amenazas, los insultos, los empujones, cuando agarran a la víctima del cuello... Por suerte, desde que entró en vigor la Ley Orgánica 1/2004, sólo se han producido en Melilla tres casos de asesinato u homicidio, aunque realmente son muchos. En España superan los 60.
–En lo que va de año, ¿cuántas denucias de maltrato se han puesto?
–Según el registro de la Fiscalía, se han incoado 83 diligencias previas (esto quiere decir que se han iniciado investigaciones para saber si hubo o no delito). Por otro lado, se han contabilizado 135 diligencias urgentes, que son las denuncias que se realizan a través del juzgado de guardia.
–¿Qué ocurre cuándo una víctima se acoge a su derecho a no declarar en contra del agresor?
–Los delitos de violencia de género suelen desarrollarse en la intimidad, en el ámbito del hogar, donde sólo están la víctima y el agresor. Si no tenemos la declaración de ella, no tenemos nada para probar el delito en la mayoría de los casos. Eso aboca a que la causa termine archivada o a que el maltratador sea absuelto.
–¿Se da mucho esta situación?
–Según la Memoria de la Fiscalía General del Estado de 2016, en Melilla se iniciaron el año pasado 383 casos por violencia de género. De estos, 319 se archivaron, lo cual es una barbaridad. De las causas archivadas, 75 lo fueron porque las mujeres se acogieron a su derecho a no declarar en sala.
El artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal es el que permite que una persona no declare en contra de un acusado si es familia. Es un artículo súper antiguo, del año 1889, y sigue en vigor. Yo creo que no está justificado que una persona no esté obligada a declarar en contra de un familiar cuando este ha cometido un delito.
–¿Hay más casos en Melilla de mujeres que se acogen a este derecho que en el resto del territorio nacional?
–La proporción realmente es la misma. Es cierto que aquí hay un sector, el de las mujeres musulmanas, que encuentran más dificultades a la hora de dar el paso de denunciar o de continuar adelante con la denuncia. Se ven más desprotegidas porque, en muchos casos, tienen a su familia y a la de su marido insistiéndoles para que aguanten y vean el maltrato como algo normal.
–¿Qué tipo de protección queda para aquellas mujeres que se niegan a delatar a su maltratador?
–Sin una denuncia no podemos ofrecerles protección. Sí pueden recibir alguna ayuda desde la Viceconsejería de la Mujer, donde se presta asesoramiento social y jurídico, hayan denunciado o no.
–¿Se conceden más órdenes de protección que antes?
–Sí, ahora se están concediendo más porque lo estamos reclamando y porque los juzgados están siendo más favorables. Para que esta protección se conceda tiene que probarse que hay un indicio de que los hechos sucedieron tal y como relató la víctima y que la vida o la integridad de la mujer corre peligro. También hay un pronunciamiento para los casos en los que hay menores. Además de la prohibición de aproximación y de comunicación, se regulan las medidas para determinar quién se queda con la casa, con los hijos, los pagos de las pensiones... Lo que pasa es que la duración es corta. Sólo dura 30 días, 60 en el caso de que se haya interpuesto una demanda de divorcio.
–¿Qué opina de que haya ciertos sectores que insisten en que muchas denuncias por violencia son falsas?
–Yo creo que no existen denuncias falsas. De hecho, para que una denuncia sea falsa tiene que haber una sentencia que así lo demuestre. El Observatorio Nacional de Violencia de Género señaló el año pasado que el volumen de denuncias falsas supone el 0,003%. No son una realidad. Otra cosa es que una mujer denuncie y luego la sentencia sea absolutoria, pero eso no quiere decir que su denuncia fuese falsa o que no hubiera maltrato, si no que no se ha podido probar por falta de pruebas.
–En ocasiones se alega que hay mujeres que denuncian con el objetivo de conseguir la documentación o recibir ayudas sociales.
–Yo entiendo que los abogados, intentando hacer una defensa de los presuntos maltratadores, quieran apuntar a motivos espurios como la obtención de la residencia, una pensión o lo que sea. Estos derechos tienen que existir para que las víctimas de violencia tengan una cobertura social que les permita alejarse de su maltratador. No son privilegios ni argumentos que deban volverse en contra de una mujer maltratada. Yo creo que tenemos una ley que salva vidas y nos permite actuar con carácter preventivo para evitar que haya mujeres asesinadas por sus parejas.
–¿Qué peculiaridades observa en Melilla como fiscal en esta área?
–Las peculiaridades tienen más que ver con el ámbito cultural o religioso. Las mujeres musulmanas suelen tener más dificultades para salir del maltrato o para continuar con las denuncias porque reciben muchas presiones. Hay casos en los que el entorno, los vecinos o familiares se niegan a declarar por miedo o declaran laura santa pau. Fiscal especializada en violencia dE GÉNERO pero a favor del acusado. Aquí tenemos la problemática también del idioma porque, aunque contamos con intérpretes, en muchas ocasiones no conseguimos que las víctimas precisen con detalle cómo ocurrieron los hechos. Eso dificulta la prueba y va en contra de las perjudicadas.
–¿Está consiguiendo calar el mensaje de igualdad y contra la violencia de género en Melilla?
–Hace falta incidir más. Estamos más o menos igual que hace unos años, aunque no hayamos ido a peor. Es necesario insistir en los colegios, desde que son bien pequeños los niños, para que aprendan que todos somos iguales, que tenemos los mismos derechos, que nadie pertenece a nadie... Hablo de reforzar el mensaje en los colegios porque, en muchas ocasiones, el conflicto está en casa, donde se da el mensaje contrario. Es muy difícil porque la violencia de género se da en la esfera más intima de las familias. Llegamos a mucho menos de lo que realmente hay.
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