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Las calles de Melilla conviven aún con diversa simbología de tipo franquista

La retirada de una estatua de Francisco Franco vuelve a poner de actualidad un asunto que debe abordar la Ciudad .

Un paseo por las calles de Melilla puede revelar al observador la existencia de una variada disposición de símbolos propios de la época franquista, residuos de un período que en la ciudad alcanzó una cierta plenitud debido a los lazos históricos que unieron durante mucho tiempo al general Francisco Franco, quien fuera Jefe del Estado durante 35 años.

En este sentido, la reciente retirada de una estatua del general que se ubicaba en el interior del acuartelamiento Millán Astray de la Legión, ha suscitado de nuevo la polémica sobre un asunto que deberá abordar la Ciudad Autónoma en algún momento, buscando el consenso con la oposición o sin el.

Y es que la aprobación en el año 2007 de la conocida como Ley de la Memoria Histórica, trajo a la palestra informativa un asunto que para la mayor parte de los ciudadanos estaba olvidada, o al menos eso parecía. En cualquier caso, en Melilla ha surgido la polémica debido a la existencia de una gran variedad de simbología franquista en algunas de sus calles, bien sean monumentos, escudos, placas e incluso toponimia, como puede apreciarse en muchas de sus calles.

Hasta el momento son varios los monumentos que o bien han sido retirados o sencillamente se han reformado para evitar la exaltación de una época caracterizada por la falta de libertades. Es el caso del monumento a los caídos, ubicado en el paseo Duquesa de la Victoria, que fue reformado por la Consejería de Fomento, quitando la simbología franquista para convertirlo en un monumento a la paz.

Esta parece ser hasta el momento la política de la Ciudad Autónoma, evitando entrar en enfrentamientos políticos que puedan tener una traducción en forma de conflicto social. Sin embargo, desde algunas formaciones políticas locales se pide más premura al Gobierno para que aplique con rigor la normativa estatal en esta materia, no sin un fondo de polémica, como es el caso suscitado con la estatua del comandante Francisco Franco ubicada en la entrada del puerto.

           Estatua de Franco

El caso de la estatua ubicada a la entrada del puerto es significativo del estado de la cuestión en Melilla, pues para muchos melillenses no supondría ningún agravio dejarla en su sitio en la medida en que no ensalza al franquismo, pues representa al comandante Francisco Franco en su etapa como legionario, siendo el monumento tributario de una reseña histórica esencial en la ciudad como fueron los trágicos sucesos de Annual.

Tal vez por ello desde la Ciudad Autónoma se decidió actuar con cierta cautela, pues entre otras cuestiones, se ha valorado la posibilidad de reformar la estatua e incluir también a otros dos personajes históricos como fueron el comandante Fontanés y el propio creador de la Legión, Millán Astray.

Pese a ello, también se ha ofrecido la estatua al Ministerio de Defensa, sin que haya recibido respuesta el Gobierno local por el momento. En cualquier caso la polémica está servida en la medida en que la oposición, formada por CpM y el PSOE, pretenden presentar una moción en la Asamblea para pedir su retirada.

En cuanto a la Ley, esta aboga en su artículo quince por “la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos conmemorativos de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. Para muchos esta estatua no tendría ninguno de estos significados con lo cual la polémica política parece estar abierta.

    Callejero y otros símbolos

Pero Melilla da más de sí pues hay otros aspectos que aún no han sido contemplados por la Ciudad Autónoma como el monumento a la victoria ubicado en la avenida Juan Carlos I, éste sí significativo en cuanto a la exaltación de la Guerra Civil, tal y como expone la normativa. 

De momento no parece crear tanta polémica ni animadversión en algunas formaciones políticas, tal vez porque en él no está representado Francisco Franco. La ciudad acoge otras representaiones como escudos aunque también resalta la existencia de una toponimia en algunas de sus calles que rememoran a personajes que tuvieron algún papel significativo en la contienda civil.

Es el caso de las ocho calles dedicadas a falangistas que aún conservan sus nombres como por ejemplo Antonio Bermejo, Antonio Mira, Pedro Madrigal o el menos conocido falangista Rettschlag entre otros.

De momento aún no se ha abordado la necesidad de cambiar estos nombres en el callejero aunque tarde o temprano deberá hacerse como ocurrió en su día con la avenida del Generalísimo, o las calles Mola, Teniente Coronel Seguí e incluso el barrio Calvo Sotelo, hoy llamado de la Libertad. Parece que aún queda trabajo por hacer en Melilla.

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