El centro asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en la ciudad autónoma ha acogido este viernes la presentación del libro Honores olvidados: Las condecoraciones del Protectorado español en Marruecos y de las ciudades de Ceuta y Melilla, en la que uno de sus autores, Francisco Javier Hernández, ha asegurado que las de las de la ciudad autónoma se crearon en 1929 y se refundaron en 1942.
Según ha contado el historiador gaditano, en el caso de Melilla, fueron concedidas por el Gobierno local de la ciudad cuando, a partir de 1930, al igual que Ceuta, adquirió “entidad propia”.
En concreto, según ha indicado, estas condecoraciones fueron otorgadas a políticos y militares afines al franquismo, que es el que creó las distinciones municipales. Por ejemplo, entre 1941 y 1956 se concedieron 357, de las cuales el cinco por ciento recayeron en musulmanes y un cuatro por ciento en mujeres.
Como curiosidad, cabe citar que el entonces alcalde de Melilla, Rafael Álvarez Claro, según ha contado el historiador, se la concedió en dos ocasiones a sí mismo: una por ser alcalde y haber ganado la guerra y otra, diez años después, sin razón aparente.
Se trata de unas condecoraciones que habitualmente, sin embargo, otorgaba el representante del sultán de Marruecos en la zona norte o también el Alto Comisionado.
También recibieron estas distinciones –que eran de tres tipos: Medauia, Hasania y la Orden Militar de la Constancia- ciudadanos marroquíes (aunque no podían llegar al diez por ciento) y europeos como italianos que apoyaron el golpe de Estado de Franco, alemanes que bombardearon Alemania durante la guerra civil (1937), japoneses, portugueses y elementos de la Cábilas.
En España, además de Franco –quien se fotografió con una condecoración en una de los primeras apariciones en público, en Salamanca, junto a Queipo de Llano-, también tuvo una, por ejemplo, Ramón Serrano Súñer –quien aparece en una foto con ella junto a Mussolini-. Incluso Manuel Azaña obtuvo una como presidente de la República, ya que esta también creó sus propias condecoraciones.
En general, las condecoraciones comenzaron a entregarse en el año 1920, si bien hasta 1926, tras el desastre de Anual, no se generalizaron.
El libro, coescrito junto a Antonio Prieto y que comenzó como una tesis doctoral, es fruto de casi 12 años de investigación exhaustiva, sobre todo en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares, donde se conservan los documentos referentes al Protectorado y, según Hernández, contiene material “inédito”.
El título, según uno de sus autores, se debe a que "son condecoraciones que ya no existen y muy poco estudiadas", pero que "tuvieron un papel histórico más importante del que creemos", ya que servían para darse a conocer a nivel internacional. Algunas de ellas han sido mostradas durante la conferencia en la UNED.
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