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La última carga del Regimiento de Caballería Alcántara; río Igan, 1923

La unidad fue la única del Ejército que permaneció organizada hasta que quedó prácticamente extinguida tras los duros combates que se produjeron como consecuencia de la retirada de las tropas españolas de Annual.

El río Igan, más que río es un simple cauce seco que en invierno  y primavera, debido a las fuertes lluvias que caen por la zona, encauza los torrentes de agua procedente de las montañas cercanas, no muy elevadas.

Para quien no conozca la historia de la guerra del Rif, éste lugar pasaría desapercibido en la ruta que le lleva a Alhucemas, por la antigua carretera que atraviesa las llanuras del Gareb.

Ni una sombra haría pararse al viajero, pues el único árbol que se ubica en las proximidades está demasiado retirado de la carretera. Y sin embargo, éste es uno de esos sitios en los que uno podría permanecer horas y horas meditando sobre lo acaecido hace unos años, un lugar de gloria y de muerte, de reposo de aquellos valientes que dieron su vida por intentar salvar las de los demás, las de cientos de soldados españoles que intentaron sobrevivir a una muerte anunciada unos días antes.

Y es que el 21 de julio de 1921 comenzó una de las epopeyas por las que será conocido el Regimiento de Caballería de Alcántara, ubicado en la zona en labores de apoyo a la infantería, en la ocupación  del territorio que se extiende entre Melilla y el valle de Annual, de triste recuerdo para muchos. Aquel 21 de julio llegó el general Manuel Fernández Silvestre a la zona, con el fin de acceder al valle de Annual. Hacía unos días que la posición de Igueriben estaba rodeada, siendo imposible su auxilio. De hecho, se pensó en la caballería para intentar un último asalto a la posición con  el fin de ayudar a los  cercados por las tropas rifeñas.

Varios escuadrones del Regimiento de Alcántara acompañaron a Silvestre hasta Annual. A última hora de la tarde volverían hacia la posición de Dar Drius, donde estaban estacionados. 

Los primeros combates ya habían comenzado y el día 22 empeoró la situación. De hecho comenzó la evacuación de los heridos desde Drius hacia la posición  de El Batel. 

El fuego hostiga a las tropas españolas y la caballería recibe ordenes de ponerse en marcha, Había que proteger a los evacuados e ir en vanguardia, “limpiando” de enemigos el camino.

Además de esta ruta, también salieron hacia el oeste, en dirección a Midar, pues  se estaban evacuando a las tropas de esta zona, junto a las estacionadas en Tafersit. 

La llegada de soldados de Annual, contando lo sucedido, no auguraba nada bueno. El día 22 comienzan a desintegrarse algunas unidades, presas del pánico. Pero la caballería permence unida. La misión seguía siendo la misma. La gloria esperaba a los de Alcántara y probablemente también la muerte. Tal vez por ello el día 23 de julio, al amanecer, los cornetines del Regimiento se juntaron en círculo para tocar diana en el acuartelamiento de Drius, según cuentan las crónicas.

Un último acto de hermanamiento quizás. Todos estaban preparados y salieron a primera hora para seguir protegiendo la evacuación de heridos y las tropas que se desplazaban desordenadas hacia Tistutin y Monte Arruit. 

Pero había un problema. A mitad de camino el río Igan impedía la marcha. La zona tenía una orografía compleja y ello hacía más vulnerables a las tropas españolas. Y ahí es donde terminó de cubrirse de gloria la caballería en un acto final de heroismo.

Agotados los caballos y jinetes hicieron aún varias cargas contra el enemigo, que se dispersaba. Finalmente lucharon  pie en tierra, como cualquier soldado. De unos 600 efectivos con que contaba el Regimiento se salvaron sólo 60 en esos tres días. Ya no había más cargas y los últimos supervivientes sin caballos se quedaron en Tistutin cubriendo la retaguardia. Ahí morirá el heroico teniente coronel Fernando Primo de Rivera.  No pudieron enterrarlo y cada compañero echó un poco de tierra con sus manos sobre el cuerpo inerte de uno de los mejores jefes que tuvo la unidad en aquellos aciagos días.

Dicen que cuando se reconquistó de nuevo el terreno perdido, unos meses más tarde, encontraron el cuerpo de Primo de Rivera desenterrado pero sin tocar. Según parece, los rifeños quisieron saber quien era éste jefe que junto a otros héroes, se batieron en el río Igan en la que fue la última carga de la caballería española.

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