Navalcarnero: Óscar López; Aguado, Montoya (Richi Souza, min. 60), Espinosa, Róber; Ortolá (Chechu Cruz, min. 78), David Rodríguez; Peque (Urain, min. 78), Claverías (Dani Pichín, min. 83), Lapeña (Verdú, min. 46); y Enrique.
Melilla: Loscos; Ceballos, José Alonso (Dani Hernández, min. 92), Manu Galán, Armenteros (Tovar, min. 65); Víctor Morillo, Armando, Javi Ajenjo, Iván Fernández; Jeisson (Abde, min. 71) y Bravo (Iván Ramos, min. 46).
Árbitro: Tomé Alonso (Comité canario). Enseñó tarjeta amarilla a los jugadores locales Espinosa, Aguado, Róber, Urain, Dani Pichín y David Rodríguez, además de al entrenador, Guille Fernández; y a los futbolistas del Melilla Armando, Armenteros, José Alonso, Loscos, Tovar y Abde, además de al delegado, Mohamed Mahanan. Expulsó con roja directa al entrenador de porteros Roberto Aparicio (min. 61) y al auxiliar Óscar Martínez (min. 80), ambos del Navalcarnero.
Goles: 0-1 José Alonso (min. 6). 1-1 Enrique (min. 65). 2-1 Urain (min. 86). 2-2 Iván Fernández (min. 94).
Campo: Mariano González. 700 espectadores.
El tempranero tanto de José Alonso no fue suficiente para que el Melilla se llevase los tres puntos de su visita al feudo del Navalcarnero, tras la réplica local en el segundo acto con los goles de Enrique y Urain. Al menos, una diana milagrosa de Iván Fernández permitió rescatar un punto al conjunto azulino. Los pupilos de David Cabello fueron de más a menos, tanto en el aspecto físico como en un comportamiento valiente que se fue diluyendo a pasos agigantados con el pasar de los minutos, y terminaron resistiendo más que otra cosa, pero salvaguardando un punto que, pese a todo, le deja una jornada más en la zona de descenso a Tercera Federación.
Un Melilla presentó en el Mariano González un once titular continuista en el que solamente se vislumbró la única novedad de Armenteros en el lateral izquierdo en reemplazo de Dani Hernández. Al añadir un tercer central puro a la línea defensiva, David Cabello pareció alertar a sus pupilos sobre el juego directo que iba a imperar en este encuentro en un feudo de césped artificial. En efecto, el esférico llegaba con suma rapidez a las inmediaciones de ambas áreas.
No transcurrieron más de seis minutos de juego cuando, en el primer disparo a portería del partido, el Melilla consiguió adelantarse en el marcador. A partir de un fructífero duelo exterior colectivo en la banda derecha entre Ceballos, Armando y Jeisson, el cuadro azul, que estrenó su tercera equipación, generó un saque de esquina que se convirtió en el origen del 0-1. Con su exquisita zurda Víctor Morillo colocó el balón en la zona más alejada, donde el entramado defensivo del Navalcarnero prestó menos atención con respecto a un primer palo al que se vio arrastrado de forma engañosa. José Alonso remató de cabeza frontalmente y pudo celebrar, con rabia, su primera diana como futbolista del conjunto melillense.
Tras ese tanto inaugural protagonizado por el central onubense, el Melilla se volvió a organizar defensivamente con el objetivo de resguardar la mínima y valiosa ventaja en el marcador a partir de un claro bloque medio- bajo. Al Navalcarnero le costó más de la cuenta localizar una salida limpia ante el laberinto diseñado por unos pupilos de David Cabello muy agresivos a la hora de presionar sobre el poseedor del balón cuando aterrizaba en su propio campo. Sin embargo, el conjunto madrileño aprovechó la mínima grieta defensiva surgida por el carril interior para surtir un pase entre líneas que habilitó a Claverías en una clara situación de disparo desde dentro del área. Para fortuna de los intereses azulinos, el lanzamiento del atacante local, con su pie izquierdo, se marchó cruzado más allá del palo izquierdo de la portería defendida por Loscos.
En el amanecer del segundo acto David Cabello dio entrada al terreno de juego al delantero Iván Ramos, en una elocuente declaración de intenciones de intentar amenazar a los espacios que pudiera dejar un Navalcarnero obligado a asumir riesgos. Precisamente, el atacante ilerdense hiló un contragolpe iniciado ya en campo contrario, en el que el propio comandante de la transición pecó de egoísmo. Primero el guardameta Óscar López le negó el gol con una notable intervención a ras de césped, mientras que en el rechace, que le cayó al propio Iván Ramos, un defensor evitó el 0-2 sobre la misma línea de gol.
El Melilla acabó lamentándose profundamente por esas oportunidades desaprovechadas en el área contraria, ya que en el ecuador del segundo acto arribó el justo -por empuje- tanto de la igualada. El Navalcarnero trazó una posesión de balón en campo contrario tan fluida en su elaboración que al goleador Enrique le llegó el último pase en la mismísima frontal del área pequeña. Sólo tuvo que empujar el esférico a las redes a placer.
La escuadra melillense, en modo supervivencia, acabó entonces jugando a no perder en el Mariano González. Después de que Verdú dibujara un potente zurdazo que dejó temblando el larguero de la portería, Urain, delantero de gran estatura que había salido unos minutos antes, firmó el 2-1 con un remate de cabeza inapelable a la salida de un postrero saque de esquina.
Todo parecía perdido, pero, en el tiempo de prolongación, Iván Fernández obtuvo oro de un callejón sin salida y desató el éxtasis entre los componentes del Melilla, al rematar acertadamente una acción a balón parado. Así salvó un punto con el que ya no se contaba.