Flaco favor hace CpM a sus socios del PSOE con su solicitud al Gobierno Imbroda de que cierre la Casa Regional de Melilla en Jerusalén como respuesta al irracional sionismo que arrasó con la llamada ‘Flota de la libertad’.
Sin embargo, lo preocupante no radica en las consecuencias que la disparatada propuesta de CpM pueda tener para sus socios socialistas, enfrascados en estos días en un foro local sobre la Alianza de Civilizaciones. Lo terrible e indeseable es el calado de su mensaje en una sociedad, la melillense, que debe preservar su convivencia y no debe confundir a una comunidad religiosa con un Estado, por muchos que sean los vínculos que puedan existir entre Israel y los judíos melillenses.
La Casa Regional de Jerusalén no es más que una extensión de Melilla en tierra israelita en coherencia con la presencia de melillenses en el citado país. No tiene nada que ver con el Gobierno de Israel ni con su política, aciertos o excesos injustificables como el reciente ataque a un barco cargado con mercancía dirigida a auxiliar a la población de Gaza.
Confundir lo uno con lo otro como hace Aberchán es algo grave, pero lo es mucho más en una ciudad donde no escapa la carga de confrontación social y entre melillenses que encierra su discurso.