Para el técnico del conjunto azulino, lo ocurrido es fruto de la intensidad del partido. El Leyma puso mucha “presión y dureza”, dijo.
“Fue una acción desagradable y poco deportiva, pero que llegó después de algunas actitudes antideportivas y poco justificables de algunos jugadores, especialmente de Beqa Burjanadze”.
Alcoba explicó en declaraciones a El Faro que el jugador del conjunto coruñés jugó al límite de lo deportivo, “empujando, haciendo comentarios hacia mis jugadores durante todo el encuentro. Una actitud que no tenía sentido”.
El relato de la tangana, en versión de Alcoba, se inicia cuando Beqa, jugador del Leyma, “se lanza en un contragolpe para anotar dos puntos más, con el resultado ya resuelto”, señaló. Faltan 12 segundos para acabar el encuentro, con ya todo decidido, con los melillenses perdiendo de seis. “Esta acción fue cortada por Pablo Almazán –continúa el relato del técnico del Decano– en una falta antideportiva y fruto de los nervios y la tensión del encuentro”.
Hasta ahí, todo era normal, pero lo ocurrido a continuación es lo que desencadena la tangana.
“Beqa lanzó un balonazo a Pablo que provocó que todos los jugadores del banquillo saltaran, primero, con la intención de separar a los jugadores y proteger a su compañero, aunque luego…”.
Alcoba, sin embargo, señaló que en ningún momento hubo agresión, sino sólo empujones entre unos y otros jugadores.
Esta versión es, al parecer, la que entendieron los árbitros del encuentro, que en el acta del juego reflejaron que los dos banquillos fueron expulsados por haber entrado al terreno de juego, acción que fue sancionada con una antideportiva.
Ni Pablo ni Beqa fueron sancionados. De hecho, los tiros correspondientes a la antideportiva los tiraron el protagonista de la tangana para el Leyma y Manzano para el Melilla Baloncesto.
El entrenador del Melilla Baloncesto reconoce que no era necesario la falta que comete su jugador, “pero tampoco la canasta de Beqa, ya estaba todo resuelto a falta de 10 segundos”.
Acta de los árbitros
Alcoba comentó que no cree que lo ocurrido pueda acarrear sanciones para el Decano. “Eso es lo que espero, porque los árbitros no ponen nada en el acta. No hubo agresiones”.
Para el entrenador melillense, los hechos, si bien no son justificables, sí entran dentro de la tensión de un encuentro. “Pero todo se quedó allí. A la salida del pabellón todo estaba olvidado y el trato entre los jugadores era bueno. Muchos de los jugadores se conocen y son amigos. De hecho, algunos se fueron a cenar juntos. Ya está olvidado y no tiene trascendencia. En el pabellón ellos pusieron mucha presión y dureza, pero fuera del campo nada”, precisó en el entrenador melillense.
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