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La Soledad sobrecoge a los melillenses en su pena por la muerte de su Hijo

El Viernes Santo se cierra con la presencia de la Virgen de la Soledad por las calles del centro. Es una estación de penitencia sobria, recogida, de riguroso luto por la muerte de Jesucristo. Su madre, la Virgen de la Soledad, nos aparece desconsolada y sobrecoge a los melillenses a su paso en las más absoluta oscuridad.

Solo una luz blanca ilumina su rostro y deja al descubierto la expresión de dolor que aqueja a su corazón.

Es una procesión de silencio con una liturgia muy definida. No se trata únicamente de dar los aldabonazos para que salga la imagen. En este caso se proclama la letanía de la virgen antes de la llamada. Y se reza el Padre Nuestro y el Ave María.

Este año fue Francisco Gámez junto a su mujer, el encargado de la llamada, que se hace dos veces antes de la apertura de las puertas del Sagrado Corazón.

Sale la Cruz de Guía y tras ella los nazarenos, todos de negro. En esta estación de penitencia no hay más acompañamiento que los estrictamente necesarios, como el estandarte. No hay mantillas, no hay autoridades. Lo único que va junto a Nuestra Señora es un tambor, que marca la cadencia del paso que se dirige a oscuras hacia López Moreno para llegar a uno de los momentos cumbres de la procesión: el Callejón de la Soledad.

Allí, el trono pasa por encima de una hermosa alfombra elaborada por los jóvenes de la Cofradía, que cuentan con su propia Junta de Gobierno. Es un instante mágico porque es la potente y maravillosa voz de María Mendoza lo único que rompe el silencio de la noche interpretando un magnífico Ave María.

Decenas de melillenses se han trasladado hasta este callejón para no perderse semejante escena, que emociona a más de uno y se vierten lágrimas en los rostros de quienes sienten dentro ese dolor de la Virgen.

Después, baja el cortejo por Padre Lerchundi para entrar a las doce de la noche en la carrera oficial. Media hora después, la Soledad está en la tribuna para la oración y el acto de desagravio, en esta ocasión proclamado por Guillermo Merino, hermano de la Cofradía.

Soledad de Nuestra Señora

La talla de Nuestra Señora es obra del artista José Noguera y data de 1951. Es una imagen de candelero bajo la advocación de la Soledad de Nuestra Señora.

El trono está tallado en maderas nobles como nogal, caoba y chopo. Fue elaborado por Paulino Plata, que tuvo que ajustarse a las dimensiones de la puerta principal de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, sede canónica de la Cofradía que dirige Francisco Javier Calderón.

El Viernes Santo de 2019 se estrenó el nuevo trono, una réplica exacta del anterior, hecho por Alberto Berdugo.

La Venerable y Muy Piadosa Cofradía del Cristo de la Paz y de la Soledad de Nuestra Señora fue erigida canónicamente en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en enero de 1951 y dejó de salir en procesión, al igual que el resto de las cofradías, en 1974. Seis años después, en 1980, fue la primera que decidió volver a las calles, con lo que se le considera impulsora de la reorganización y refundación de las demás hermandades.

Todas ellas quedaron constituidas y comenzaron de nuevo sus recorridos procesionales a excepción de la que existía en la parroquia de San Agustín, en el Barrio del Real, dado que la mayoría de su patrimonio había sido ya vendido a otras cofradías de la provincia de Almería.

Callejón de la Soledad

Uno de los momentos cumbres de la estación de penitencia es el cruce por un callejón entre Castelar y Padre Lerchundi. Como consecuencia del sucesivo uso de ese atajo, se pidió al entonces Ayuntamiento que se le pusiera el nombre de Callejón de la Soledad. En 1989, el alcalde, Gonzalo Hernández, le concede el cambio de denominación y se descubre una placa conmemorativa.

En la fachada del edificio propidad de Samper, además, se creó una capillita con la imagen de la virgen.

Otro dato interesante es que fue en 1960 cuando el obispo de Málaga y Melilla, Ángel Herrera Oria, le concede a la cofradía el título de Venerable y Muy Piadosa que mantiene a día de hoy.

La procesión de la Soledad es una de las más esperadas por los melillenses cada Viernes Santo, a pesar de que se recoge ya entrada la madrugada después de ser desagraviada en la Plaza Menéndez Pelayo, frente a su iglesia.

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