Esta semana Melilla se ha visto conmocionada por la muerte de un vecino, diagnosticado de una grave enfermedad tardíamente, según se ha publicado.
Sintiendo este fallecimiento y el dolor de sus familiares y allegados, habría de puntualizarse alguna cuestión sobre la asistencia sanitaria que recibimos.
Suele confundirse un error del profesional que nos presta esa asistencia, con una deficiente asistencia por la precariedad de los medios materiales y humanos de la Sanidad pública.
Si en el primer caso habría una responsabilidad personal de ese profesional, en el segundo la responsabilidad, en primer lugar, sería de las autoridades públicas responsables de la gestión y, en último extremo, de la ciudadanía, que con nuestro voto elegimos unas opciones políticas, las cuales optan por destinar más o menos recursos a la Salud pública.
Igual podríamos decir de la Enseñanza o Seguridad públicas, y del interés que tenemos la ciudadanía y las autoridades en que cualquier servicio público se cumpla con eficacia.
Todos estos servicios tienen amparo en nuestra Constitución y, concretamente, su artículo 43 reconoce el derecho a la protección de la salud, siendo responsabilidad de los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios.
Pero lo cierto es que tanto la salud como otros servicios públicos llevan una carrera hacia la privatización, que pone en riesgo este derecho constitucional y, por ende, la salud y la vida de las personas.
Vemos diariamente noticias sobre las ingentes cantidades de dinero público que se destinan a la sanidad privada, a potentes grupos sanitarios, muchos de ellos, si no todos, en manos de fondos buitre, cuyo fin es el lucro; mientras se restan estos recursos a la Sanidad pública, cuyo fin constitucional es la protección de la salud de toda la ciudadanía, sin añadiduras.
Es importante tomar conciencia de estos hechos, porque está en manos del conjunto de la ciudadanía optar entre servicios públicos o privados, algo que, como vemos, es la diferencia entre la vida y la muerte.
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Ésta, es una Ciudad figurativa, por personas estáticas, esperando le arrojen la carnada, con la única opción de abrir la boca, para que le caiga dentro, esperando que algún prójimo, se arroje al centro de la rueda y ponga en marcha todos los parámetros de la vida y que lo acojan a ellos, para su idealizada subsistencia.
Mi máxima consternación por el fallecimiento de este joven, al menos debería haber recibido la mejor atención.
Dicho esto mi madre , desgraciadamente falleció el mismo día , en nuestro querido hospital comarcal de Melilla ( con 81 años y por neumonía ), era mayor , esa era la respuesta, para que .... malgastar recursos públicos, al final se trata de dinero.....
Ese mismo día ingresa por la misma enfermedad mi hermana ( 61 años ) , aún sigue en el hospital, esperando un traslado al hospital Carlos Haya( unidad de cirugía torácica) porque no mejora en su afección , pero y aquí viene el pero ....las autoridades sanitarias no consiguen el traslado porque son médicos pero obviamente malos gestores ( añadiría con poca sensibilidad , empatía , etc ) para ser capaces de que a mí hermana la trasladen a un centro hospitalario bien sea Málaga, Granada o Almería con quien existe convenio cuando no hay especialidad en la ciudad , pero me remito a lo mismo , coste económico ( ay la sanidad publica y sus ventajas ) ....
Para finalizar es ponerse en el lugar de una persona que ingresó con su madre, con la misma enfermedad,que la vio morir en la misma habitación de hospital y que no ve mejoría en su enfermedad, ruego trasladen a mi hermana para recibir la atención que merece cualquier persona
PD: para nuestra querida Delegada del Gobierno , que haga su trabajo , que es el de servir al ciudadano y realice las gestiones pertinentes que atañen a su condición como servidora pública ( por cierto , mi hermana , es ordenanza en su casa y la de todos " Delegación del Gobierno" , esa que cada día le da los buenos días, y pone su mejor sonrisa a usted y todo aquel que pasa el umbral de la casa de todos los españoles.
Así que haga su trabajo Señora