El grupo parlamentario del Partido Popular sacó adelante ayer en el Senado una moción que insta al Gobierno de Sánchez a conceder a la Ciudad Autónoma la encomienda de gestión de la Sanidad pública, tal como existe en otros departamentos como es el caso del Imserso y la ayuda a domicilio, por citar un ejemplo claro de lo que es ese instrumento jurídico. Sin embargo, no hay garantía alguna de que, efectivamente, el Ejecutivo del PSOE vaya a atender el requerimiento y se ponga manos a la obra con este asunto que, en principio, no parece precisamente fácil de llevar a cabo.
Lo que está claro, sin embargo, es que los melillenses necesitan la mejora urgente del sistema sanitario. Es imperioso que el Gobierno en Madrid se tome en serio lo que está pasando en esta ciudad con la Sanidad pública porque los ciudadanos ya no pueden soportar más listas de espera, falta de especialistas, de médicos de familia, de pediatras y un largo etcétera que va desde la ausencia de guardias presenciales en urgencias hasta la imposibilidad de dar mayor eficiencia a los quirófanos porque no hay suficientes anestesistas para una población de 86.000 habitantes.
Y quien habla de anestesistas puede referirse también a urólogos, otorrrinos, dermatólogos, oncólogos... Hay pacientes que llevan más de cuatro meses esperando que se le dé una cita con el especialista de nariz y garganta, mientras que la media para obtener una consulta con el digestivo se sitúa en seis meses como mínimo. Esto es ya insoportable y bastante aguante el de los melillenses, que todavía no se han tirado a la calle exigiendo soluciones a un problema que afecta nada más y nada menos que a la salud, las nuestras, las de nuestros familiares y las de nuestros niños.
Mientras esto sucede, Ingesa sigue sin decir ni esta boca es mía para arreglar los problemas. La nueva directora general ha estado en la ciudad, se ha reunido con todo el mundo, ha soltado muy buenas intenciones, pero a la hora de la verdad se sigue a la espera de que si acaso en noviembre haya algunas consultas abiertas en el nuevo Hospital Universitario que, por cierto, no estará a pleno rendimiento hasta dentro de un año, y eso si los hados nos son favorables.
Se habla de más de 200 nuevos contratos, de que se va a dotar presupuestariamente la declaración de Melilla como ciudad de difícil cobertura aunque a la hora de la verdad seguimos con un hospital que de decadente, se terminará rompiendo en pedazos, de carencias tan básicas como un médico de familia que te vea en primera instancia o un pediatra para los más pequeños.
Es realmente vergonzoso que los dos únicos territorios que gestiona el Ministerio de Sanidad tengan semejante situación. Es increíble oir a la ministra, Mónica García, de Sumar, hacer encedidas defensas de la sanidad pública y de la obligación de mantener su calidad cuando le vuelve la cara a ceutíes y melillenses sin el menor pudor. Desde luego, si su modelo de gestión pública de la sanidad es el que está demostrando en estas dos ciudades, más vale que se dedique a otra cosa porque el servicio que presta es tan deficiente que en una empresa privada estaría despedida desde hace meses.