“La riqueza que te aporta un libro no te la da un videojuego”

  • La autora participa este viernes en el II Ciclo de Encuentros de Literatura Juvenil de Melilla, que se celebra en el Kursaal, a las 17:00 horas

Responde a las preguntas con mucha tranquilidad, con la serenidad que le da la escritura. Estudió Ciencias Biológicas pero hace doce años decidió dejar el mundo de la enseñanza para dedicarse en exclusiva a escribir. Y se considera afortunada porque vive de ello. Ana Alonso (Tarrasa, Barcelona, 1970), participará este viernes en el II Ciclo de Encuentros de Literatura Juvenil de Melilla, organizados por Oxígeno Laboratorio Cultural, para presentar ‘La torre y la isla’, de la que es coautora junto a su marido, Javier Pelegrín. La cita es en el Teatro Kursaal Fernando Arrabal, a las 17:00 horas.

–Háblenos de ‘La torre y la isla’.

–Es el primer título de una saga que se llama ‘La llave del tiempo’, de ciencia ficción aunque con algunos elementos de fantasía. El motor de la acción es siempre la tecnología y la ciencia. La saga tiene un recorrido amplio. Tanto para Javier Pelegrín, como para mí, que somos coautores, es muy importante porque fue nuestra primera obra juntos. Ha recibido mucho reconocimiento de la crítica pero sobre todo de los lectores. Diez años después de su publicación, se ha convertido en obra de culto para los amantes del género y ha sido traducida a diversos idiomas. Le tenemos mucho cariño.

–¿Son exigentes los jóvenes?

–Son muy entusiastas y, a la vez, sinceros pero siempre con educación y cortesía. Es muy enriquecedor este tipo de encuentros porque nos aporta muchísimo ver su visión. Todo eso nos influye a la hora de escribir. Al final, sus personajes favoritos coinciden con los nuestros. No hay tanta distancia. Nosotros siempre hemos tratado al público juvenil con el respeto que creemos que se merece cualquier lector, que es el mismo que un lector adulto. No escribimos de una manera simplista. Incluimos todo lo que pensamos que este público puede comprender, que es más de lo que se piensa. Tanto Javier como yo tenemos experiencia docente y hemos estado en contacto con jóvenes durante muchos años por lo que los conocemos bastante bien.

–¿Le han hecho alguna vez una pregunta complicada?

–Me han hecho preguntas graciosas. Las preguntas no son complicadas; pueden serlo las respuestas. Pero hay curiosidad acerca de cómo se gana la vida un escritor, cómo afecta la piratería... Intento responder con la mayor sinceridad porque los entresijos del mundo editorial son desconocidos a pesar de que se habla mucho de ellos.

–¿Y cómo se vive de la escritura?

–Es complicado. Yo siempre les digo que de cada libro, el escritor recibe unos ochenta céntimos; en el mejor de los casos, sería un euro. Imaginad la cantidad de libros que hay que vender para que sea tu modo de vida. Pero se puede hacer. Yo llevo viviendo doce años de la escritura pero hay que estar siempre innovando. Y solo puedes estar por pasión. Nadie entra en literatura para enriquecerse.

–¿Cómo animaría a los jóvenes a leer su obra?

–Lo primero, les animaría a leer en general porque estamos en una época en la que los jóvenes tienen muchos estímulos a su alrededor y formas de entretenimiento que no estaban a nuestro alcance. Cuando puedes estar jugando de manera virtual, convencerte de que merece la pena sumergirte en un libro, requiere un esfuerzo. Les diría que la experiencia de la lectura no es comparable a ninguna otra forma de entretenimiento. La persona debe poner mucho más de sí misma y exige concentración pero te enseña a estar a solas contigo mismo y a pensar de otra manera. Y todo esto influye en tu forma de ver el mundo y la riqueza que te aporta es insustituible; no te la aporta un videojuego, con todo lo que te puede dar, que yo estoy muy a favor de que los jóvenes disfruten de todas las posibilidades que tienen a su alcance. Aunque para leer disfrutando, primero hace falta hábito y este se consigue con constancia. Una vez que tienes ese hábito ya es una fuente de placer, de riqueza... que no vas a tener de otra manera y merece la pena el esfuerzo.

–¿Puede el libro electrónico atraer al público juvenil?

–La experiencia de leer al final no es tan diferente en un libro electrónico. Yo creo mucho en los formatos transmedia. De hecho, es algo que llevo haciendo hace tiempo en literatura juvenil. Y hemos comprobado que funciona. Se trataría de combinar la lectura en papel con leer en internet a través de juegos de realidad alternativa. Es una lectura que contamina las redes sociales y esos formatos con los que ellos están más acostumbrados. Son complementarios. No creo que internet vaya a suplantar al libro. Y a los chicos les encanta participar. Javier y yo hemos escrito novelas en las que hemos integrado personajes creados por los lectores y creo que eso anima mucho.

–En los centros educativos se manda leer clásicos, que igual no son los títulos más apropiados para generar ese hábito de lectura en los jóvenes.

–Los clásicos tienen su papel pero hay que ofrecer variedad. La lectura en común de un libro por parte de toda la clase aporta mucho porque puede animar a los lectores menos competentes y es muy estimulante. Funciona. Pero hay que combinar y no ofrecer solo clásicos. Creo que no hay que comunicar a los jóvenes la idea de que hay libros tan difíciles que necesitan de un mediador. Ellos tienen que aproximarse a los libros con confianza igual que se aproximan a otras manifestaciones culturales. La primera vez que escuchas un rap no entiendes todo. Pero te atrapa el ritmo, la musicalidad... Pues eso puede pasar también con el teatro del Siglo del Oro. Si lo haces sin sentir que tienes la espada detrás de un examen, realmente aprendes a disfrutarlo. Y creo que eso se puede compatibilizar con disfrutar de títulos de la literatura juvenil.

–¿Cómo comenzó a escribir?

–Empecé a escribir desde muy pequeña. Mi padre era un gran lector. A los nueve años, escribí mi primer poema. Y desde entonces no he parado. Empezó siendo una necesidad de expresión. Empecé a publicar cuando tenía 19 años. Me presenté a un premio literario de poesía y me lo concedieron. Y eso que era tan íntimo, que no quieres compartir, de repente se convierte en un vínculo con los demás. Y luego me fui introduciendo en la narrativa infantil y juvenil. Tuve la suerte de encontrarme con Javier, el aliado perfecto para tramar estas historias. Ha sido un camino muy lento.

–¿Sigue escribiendo poesía?

–Sí, firmo como Ana Isabel Conejo, que es mi segundo apellido.Lo hago para separar los dos ámbitos. Aunque siempre hablo de lo mismo. Este año he conseguido dos premios. Ha sido un año muy fecundo aunque muy difícil para mí porque he tenido que tratarme de un cáncer de mama. Pero mi trabajo ha sido reconocido.

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