“Podríamos decir que la respuesta de España demuestra la importancia que la ciudad tenía para el conjunto del país. De hecho, esta celebración tiene que estar cargada de simbolismo, porque es la determinación de defender lo tuyo durante esos tres meses”. Quien se expresa de esta manera es el director del Observatorio de Ceuta y Melilla, Carlos Echeverría, quien ha publicado un artículo titulado ‘El asedio de los cien días’, sobre el Sitio de Melilla, de cuyo levantamiento pronto se cumplen 250 años, en el número de febrero de la revista ‘La aventura de la historia’.
Fue un episodio que comenzó el día 9 de diciembre de 1774, cuando el sultán Mohamed III lanzó a 40.000 efectivos para tomar Melilla, que resistió durante tres meses, hasta que, el día 19 de marzo de 1775, hubo de levantar el asedio sin haber logrado su propósito.
Ello se consiguió gracias a la ayuda brindada desde la península. Desde Cádiz, Málaga y Cartagena se enviaron refuerzos. La flota española dio apoyo logístico y también se proporcionaron a Melilla piezas de artillería para reforzar las que ya estaban desplegadas en la ciudad. En este punto, a Echeverría le parece importante destacar que también fue asediado el peñón de Vélez de la Gomera, igualmente sin éxito para el sultán.
El experto habla de “determinación y de compromiso con el territorio” como dos de las claves de aquel triunfo. Para el director del Observatorio de Ceuta y Melilla, este hecho demuestra que, ya a finales del siglo XVIII, existía una vertebración de la defensa del territorio nacional que le parece oportuno evocar ahora, a principios del siglo XXI.
Otro rasgo relevante, a su parecer, tanto ahora como entonces, es la dimensión europea del conflicto, ya que el liderazgo de la defensa de la plaza estuvo en manos de “un irlandés español” como es el Mariscal John Sherlock, quien hoy en día tiene una estatua en su honor en El Pueblo. El dato resulta especialmente relevante en un momento en que los irlandeses eran aliados de España, también católicos, frente al sultán.
Según Echeverría, por todo ello, y porque la victoria significó que, desde ese momento, la ciudad nunca más fue sometida a un asedio, el levantamiento del Sitio de Melilla y su “resistencia disuasoria” es “una efeméride que conviene destacar”. “Fue un hito en el sentido en que se consiguió, al menos, que este tipo de asedios a los que estaban acostumbradas tanto Melilla como Ceuta, en el caso de Melilla ya no volvieran a producirse más”, ha añadido.
Pocos años antes del asedio, en 1767, por cierto, España y el sultán habían firmado un pacto de amistad y buena vecindad llamado Tratado de Paz y Comercio que el sultán consideraba que no se aplicaba a los territorios españoles en el norte de África y “que se podía atacar sin problema Melilla, pero pretendiendo que la vida siguiera igual en términos de buena vecindad en esa interpretación particular de las leyes que los marroquíes ya hacían entonces”.
Así, Echeverría habla sobre la vecindad con Marruecos y cree que, aunque este país no existía a finales del siglo XVIII, ya se comportaba como ahora en el sentido de que la interpretación que hacía –y hace- de los tratados es “flexible y a su manera”. En ocasiones, incluso, “una perversión del Derecho Internacional”.
Independientemente de las actividades que la Ciudad Autónoma programe para el próximo día 19 de marzo, con vistas al aniversario del final del asedio, el Observatorio de Ceuta y Melilla ha publicado ya un vídeo en su página web sobre el acontecimiento e irá llevando a cabo hasta entonces otras iniciativas, como el artículo publicado en esta revista.
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