La rehabilitación del cementerio hebreo del Fuerte de San Carlos no ha contentado a todos y es curioso porque el propio Jaime Azancot, presidente de la Comunidad Judía de Melilla, asegura a El Faro que él todavía no ha visto cómo han quedado las tumbas de principios del siglo XIX que convierten este camposanto en el más antiguo de España.
“Lamentable cómo se trata en Melilla el patrimonio artístico histórico cultural”, asegura un usuario de Facebook, mostrando una foto con los resultados del trabajo de restauración que, en su opinión, han hecho que el cementerio inaugurado entre 1869 y 1870 “haya perdido todo su encanto”.
A raíz de este comentario, El Faro ha ido recabando opiniones para dilucidar si esta crítica es realista o pretende hacer leña del árbol caído. Consultado sobre el tema, Jaime Azancot afirma que el anterior Gobierno, que fue el que ejecutó las obras, le enseñó, a él y al rabino principal de Melilla Yamin Bittan Benzaquén, el proyecto antes de ejecutarlo. “No había piedrecitas encima de las tumbas sino alrededor”, dijo al diario El Faro, refiriéndose a la grava rojiza que rodea los sepulcros, tras la reciente restauración.
“El proyecto que nos enseñaron en el 2015 y el que se ha llevado a cabo no tienen nada que ver, pues en el proyecto inicial se incluía un pequeño museo sobre ritos funerarios, un parque, etc. Al final, al no llegar a un acuerdo con los propietarios de la nave adyacente, no se pudo ejecutar. Incluso la entrada es completamente distinta, directamente sobre el cementerio cuando inicialmente no lo era. De todos modos hasta que no lo veamos no podemos opinar, pues las llaves no nos las han devuelto”, concluye Azancot.
Mordejay Guahnich, de Mem Guímel, remitió a El Faro a la información que aparece en su web. Otras voces, que prefieren no ser identificadas, apuntan que la remodelación se llevó a cabo sin contar con un arqueólogo o un historiador, intentando conseguir una copia del cementerio de Lucena, en Córdoba, que también presume de ser el más antiguo de España.
La explicación de Quevedo
El exconsejero de Medio Ambiente, Manuel Ángel Quevedo, responsable de los trabajos de remodelación del cementerio hebreo de Melilla se defiende de las acusaciones. En declaraciones a El Faro explicó que no sólo contrató a un arqueólogo y a un arquitecto para acometer los trabajos, que han costado cerca de 40.000 euros a la Ciudad Autónoma, sino que se hicieron con el visto bueno del rabino Yamin Bittan Benzaquén. “Él ha estado allí todos los días”, dijo.
A Quevedo le ha cogido por sorpresa la polémica. Él ha visto las críticas de Facebook, pero les quita hierro porque en su opinión siempre hay que tener en cuenta quién habla y, lo más importante, si sabe de lo que habla.
“Aquí se hizo, antes de que yo fuera consejero, un estudio arqueológico profundísimo, con excavaciones, que decía lo que hay, lo que no hay y lo que se podía tocar y lo que no. Segundo, se contrató un arquitecto con conocimientos históricos para que hiciera el proyecto. Él se puso en contacto con la Comunidad Israelita, presidida por Jaime Azancot, con el rabino y con Mem Guímel. El proyecto que él hizo, yo personalmente se lo he dado a la Comunidad Israelita y a Mem Guímel. Además, pasó y fue aprobado por la Comisión del Patrimonio Artístico”, recalca Manuel Ángel Quevedo.
El exconsejero recuerda que tuvo dos reuniones con Azancot y tras los encuentros, la Comunidad Israelita le envió un correo exigiendo que el rabino pudiera ir todos los días a la obra para que no se hiciera nada si él no estaba de acuerdo. “El rabino ha estado todo el tiempo encima de la obra y Jaime Azancot conoce cada piedrecita si es blanca, si es roja”.
Quevedo remarca que el arquitecto de la obra le asegura que mantuvo al tanto de lo que se estaba haciendo a Mordejay Guahnich, pero que quien ha estado encima de la obra ha sido el rabino.
El exconsejero recuerda que una de las sugerencias que hizo el rabino fue que previendo que hubiera más tumbas se pusieran más ladrillos, pero esas tumbas no estaban identificadas con certeza... Donde hay ladrillos es porque se sabe con exactitud que ahí hay una tumba. “En otras zonas donde la grava blanca y la roja están de una forma más heterogénea es porque se sabe que ahí hay enterramientos, pero no hay una localización al centímetro de éstas”.
Retraso, por un vecino
El terreno donde se encuentra el antiguo cementerio hebreo del Fuerte de San Carlos es municipal. Las obras, ya terminadas, se retrasaron porque un particular tenía ocupado el único acceso que hay y el Gobierno de Imbroda tuvo que amagar con llevar el caso a los juzgados para que cediera.
La remodelación del antiguo cementerio judío comenzó a finales del año pasado y concluyó en el primer trimestre de este año.
Elena Fernández Treviño: “Sé que hay mucha gente descontenta”
La viceconsejera de Cultura, Elena Fernández Treviño, aseguró ayer a El Faro que está al tanto de que hay mucha gente descontenta con las obras de remodelación del cementerio antiguo. Ella, personalmente, cree que el resultado, estéticamente, no es agradable a la vista. Tampoco entiende que le hayan puesto gravas encima a las lápidas. Por eso tiene la intención de visitar las obras y averiguar quién las ha ejecutado y quién ha mandado a ejecutarlas.
Por otra parte, la viceconsejera Fernández Treviño apuntó que está interesada en conseguir que Melilla sea incluida en la Red de Juderías de España. La ciudad pudo conseguirlo el año pasado, cuando sí lo lograron Sagunto, Tui, Béjar y Lorca.
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