Profesores del Ministerio imparten lecciones de castellano a dos grupos de 10 menores.
La Purísima es un centro de acogida y mucho más. En su interior hay dos aulas donde se imparten clases a dos grupo de alumnos. Se trata de menas (menores extranjeros no acompañados), con edades comprendidas entre los 14 y los 16 años, que tienen un nivel bajo de socialización, es decir, nunca han asistido a un colegio y no conocen sus normas. Por ello, varios profesores del Ministerio se trasladan hasta este centro para ofrecerles clases en estas dos aulas. “La Purísima es un caso excepcional”, aseguró ayer a El Faro el director provincial de Educación, José Manuel Calzado.
Estos menores, además de tener un comportamiento que no se adapta a un centro educativo, no hablan castellano y carecen de otro tipo de formación educativa. Por ello, los profesores les preparan en las dos aulas de La Purísima y una vez que mejoran su actitud y se adaptan a las normas, se les envía a un centro ordinario, asevera Calzado.
El director provincial de Educación señala que son muchos los factores que determinan que un menor entre en estas clases de La Purísima o sea derivado a un instituto. La edad, su comportamiento, su nivel de castellano y si tiene otro tipo de formación son algunos de los aspectos que se valoran por parte de los educadores y trabajadores sociales para determinar un método de enseñanza u otro.
Calzado explica que el principal problema que tienen los chicos que van a las aulas de La Purísima es que nunca antes han asistido a un centro educativo. En esta clases se les da “una atención personalizada” porque “el objetivo es que se incorporen cuanto antes al sistema educativo”, apunta. Actualmente, son 20 alumnos los que están en estas aulas.
En el caso de los menores de La Purísima que tienen un comportamiento adaptado a las normas de un centro educativo se les envía directamente a las “clases de enlace o de inmigrantes”, indica el director provincial. En ellas se les imparten lecciones de castellano para que aprendan bien el idioma y puedan asistir a un aula de Primaria o Secundaria lo antes posible. Este tipo de clases están repartidas por varios colegios e institutos de Melilla. También asisten a estas aulas los menores acogidos en el CETI o en el Centro Asistencial que no saben castellano.
El director provincial de Educación explica que no se puede equiparar la situación de los chicos de La Purísima, que tienen un nivel bajo de socialización, con otros menores que puedan tener un mal comportamiento en un colegio o instituto. Asegura que los adolescentes de La Purísima no han asistido nunca a un centro y por ello, desconocen la normas de una clase, por ejemplo, que hay que mantenerse callado mientras habla el profesor. Por eso se crea estas aulas “especiales y excepcionales” en el centro de acogida. En cambio, si un adolescente que ha ido desde pequeño a un colegio comienza ha tener un mal comportamiento, no se le envía a un aula como la de La Purísima, sino que se le aplica el reglamento del instituto y dependiendo de la falta que cometa, se le expulsa o se le impone un castigo.
Absentismo escolar
Por otro lado, Calzado asegura que a los menores de La Purísima, Centro Asistencial o del CETI que no asisten se les abre un expediente de absentismo escolar, como a cualquier otro menor. Afirma que es responsabilidad de la institución que los tutela que vayan a clase, en este caso, la Consejería de Bienestar Social. Son el Juzgado de Menores y el grupo especial de la Policía Local los encargados de tratar este tema, añade el director provincial.
Las aulas de La Purísima son “un gueto, un apartheid”, según Palazón
El presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de la Infancia (Prodein), José Palazón, asegura que las aulas de La Purísima son “un gueto, un apartheid”. Explica que si hubiera voluntad de integrar a los menores y de que mejoraran su socialización, se les escolarizaría en un centro educativo. Afirma que es en un colegio o en un instituto donde estos adolescentes van a aprender las normas de comportamiento, así como el castellano.
Palazón resalta que “la Administración le hace la vida imposible a estos menores”. Asevera que los chicos que están acogidos en La Purísima se marchan del centro, entre otras razones, porque no les llevan a un colegio o un instituto para recibir clases.
Señala que los chicos se pasan todo el día en La Purísima, incluso para recibir clases de castellano, y por eso acaban por abandonar la institución.
Palazón aclara que si un joven tiene un mal comportamiento en un centro educativo, no se le aparta de la clase y se crea una nueva para él, como ocurre con los chicos de La Purísima.
Otro de los factores que influyen en que los menores se marchen de este centro de acogida es que al cumplir los 18 años no se les da el permiso de residencia. No obstante, Palazón explica que este tema ya se ha solucionado y que la Administración está concediendo a los jóvenes de La Purísima este documento. Así, apunta que esto puede reducir el número de menores que hay viviendo en la calle.
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