¡ Quien me iba a decir a mi que esta semana me iban a dar el articulito hecho con su título y todo! He de reconocer que el frecuentar tabernas y tomarse una copita de manzanilla o una cruzcampo fresquita tiene esas ventajas sobre todo cuando uno las visita en días de lleno total. Verán ustedes; resulta que un servidor estaba en un muy acreditado establecimiento tabernero de nuestra ciudad, acompañado de mi mujer, gozando de las excelencias de un montadito de “pringá”(con acento) cuando hete aquí que irrumpe con velocidad de caballo desbocado un “enterao”. Tengo que aclarar dos conceptos previos; el primero es que la pringá (con acento) es un muy sustancioso manjar compuesto por carne, tocinito, alguna vez cebolla que está emparedado entre las lindes de un bollito de pan previamente pasado por la plancha. Aquí en Melilla hay verdaderos expertos en preparar estos montaditos entre los que se encuentra el propietario de la taberna a la que aludo. Segundo; ya en su día definí al “enterao” versión melillita, que no melillense, como aquel espécimen con apariencia humana que mira con gesto como si hubiese olido bacalao y si entra en cualquier sitio y todo está ocupado mira en derredor con ademán retador a la concurrencia esperando que alguien le ceda el sitio. Para nuestra desgracia el “enterao” acampó al lado nuestro donde una familia le busco sitio y acomodó. Era de admirar la “suficiencia” con la que el espécimen abordaba cualquier aspecto de la vida cotidiana. Como estábamos en una taberna el susodicho emitía muy severos dicterios sobre la calidad de cualquier tapa o plato especialidades de la casa. Pero cuando llega el momento culminante es cuando el “enterao”, oída la relación de ofertas gastronómicas que se le ofrecían dijo muy campanudamente: -“Yo quiero pringada”. Comprenderá el lector que ofender a la honesta “pringá” (con acento), motejándola con el horrisono nombre de pringada, es un pecado de lesa gastronomía y merece todo tipo de rechazo y toda variedad de excomunión, en el supuesto de que hoy se excomulgara a alguien. Ya consultaré con la Conferencia Episcopal Española, organismo ahora presidido por un clérigo trabucaire y estupido. ¿Cómo es eso de pringada “enterao” maldito? Además de tonto eres cursi y demuestra que poco sabes de las especialidades espléndidas de los taberneros melillenses. ¿Así que pringada eh?¡Bendito sea Dios por la paciencia que nos da por resistir sin decirle cuatro cositas a estos cursis que son la nueva plaga que asuela los bares de la ciudad amada. El coronavirus al lado de estas es un pacífico animal de compañía. Que no le falte agua al elefante.
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