Hay que tener valor para, siendo periodista, empeñarse en la batalla de ser madre, pero las valientes -que las hay- todo lo consiguen, como es el caso de la compañera y amiga, Carmen Gaona. Cuando Javi Calderón, director y editor de InfoMelilla.com me lo dijo, acaso me pudo dar una de las grandes alegrías del mes. ¿Carmen madre?. "Sí señor, a las bravas". Carmen es pareja más que estable de Said y un día decidieron liarse la manta a la cabeza y emprender un proyecto familiar mucho más estable con la llegada de Lucía al mundo, una chiquilla nacida en Antequera, tierra de Carmen, que pesó una mijilla de menos de tres kilos y que se encuentra, como la madre -se decía antes- en perfecto estado de salud y que, como me ha hecho llegar un parajito, les ha hecho más felices, si cabe, de lo que ya eran.
Digo que hay que tener valor y decisión con la vida que le toca llevar a una periodista para sobreponer su trabajo al hecho de criar a una niña como Lucía. Carmen sabe que, una vez reintegrada a su puesto de trabajo, le toca vivir en estado de estrés, sin tiempo para nada y con un rédito de muy pocas horas para encargarse de Lucía. No hablemos ya de aspectos económicos. Afortunadamente para Lucía, sus padres trabajan en puestos de garantizada estabilidad y en esa casa no ha de faltar de nada; en otras, seguramente, no ocurre lo mismo.
Hay mujeres periodistas que están condenadas a no pensar en tener un hijo porque se pasan los primeros años de su juventud ganando mil euros o menos, compartiendo siempre una casa con otras compañeras por aquello del alquiler, nutriéndose de preparados gastronómiccos de la calle y careciendo de intimidad, como si volvieran al cabo de los años del colegio mayor, la residencia de estudiantes o el piso compartido. ¿Cuatro o cinco años de carrera para ésto?, podrían en justicia preguntarse, porque ésto del periodismo hay poca gente que lo entienda. Y, toma castaña, por una miseria no tienes más remedio que escribir de determinados temas y determinadas cuestiones siempre pagadas al propietario del medio de comunicación pero escasamente repercutidas en la hoja de la nómina.
Lucía, la hija de Carmen y Said es el triunfo contrario a la realidad que viven muchas mujeres periodistas en Melilla, es el triunfo de la fe y de lo bien hecho frente al injusto fracaso de verse condenados a situaciones cercanas a la esclavitud, a renunciar a una vida normal y más que merecida de personas que se han dedicado a formarse para vivir, no digo opíperamente, sino de una forma normal y digna. Hay que levantarse -no en armas, no- para reclamar vidas normales, con pareja o sin ella, con niños, como la preciosa Lucía, o sin ellos. Hacerse valer, en par de palabras. Cualquier peón de la construcción -me alegro por ellos- gana mucho más que un periodista y, paradójicamente, los periodistas que más ganan son los que menos trabajan.
En fin, la llegada de Lucía al mundo me hace muy feliz, por la sonrisa de madre de mi compañera Carmen pero también me hace reflexionar sobre la situación que preside la vida de otras compañeras que, vaya, de momento no pueden pensar en ser madres. Enhorabuena, guapa; un abrazo Said, os merecéis lo mejor y no es un tópico.
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