La imagen de la Cofradía de la Castrense volvió a realizar su estación de luto en medio de cientos de melillenses y con un total de cuarenta y dos hombres de trono.
La imagen de ‘La Piedad’, de la Virgen María con el Cristo muerto en sus brazos, volvió a cruzar la Avenida, en la noche del Viernes Santo, en una estación de penitencia lenta y sobria, propia del colofón luctuoso de una Semana Santa que en sus últimas procesiones de luto logró concitar a cientos de melillenses en torno a las distintas hermandades de nuestra ciudad.
Estricto luto
Nuestra Señora de la Piedad, obra del imaginero Diego Fernández Rodríguez, marchó una vez más con su habitual tono sobrio, sin presidencia ni autoridades. Acompañada, como siempre, por su guía espiritual, el párroco de la Iglesia Castrense, un grupo de manolas, tercios de capuchinos y penitentes, y el compás incesante del redoble de tambor, gracias al grupo de jóvenes tamborileros de la hermandad, que como en la procesión del Martes Santo, del Humillado, mostraban las capas blancas del aún irrecuperado paso de la Oración en el Huerto.
Detalles
Fue el presidente de la Agrupación de Cofradías y hermano mayor de la Hermandad del Cautivo, Gregorio Catillo, quien tocó los aldabonazos para llamar a la Virgen a su salida en procesión.
Un momento inicial al que dio paso la columna azul de ‘La Piedad’, de su tercio de capuchinos anónimos, y cuya procesión abría sin embargo el tercio negro y rojo del Humillado, en medio de un numeroso público que no dudó en acudir a las puertas de la Iglesia Castrense para sumarse desde un principio a su paso por las calles de Melilla.
‘La Piedad’ tuvo así una vez más el privilegio de abrir las procesiones del Viernes Santo, en un noche calma y serena, anunciadora de una primavera que cada día se hace más palpable.
Su recorrido fue de nuevo majestuoso. La ‘cartagenera’ cofradía de la castrense hizo con su particular estilo demostración de su aportación a una Semana Santa que desde el 90 se ve enriquecida por la más joven de las hermandades melillenses.
A su paso por la Iglesia del Sagrado Corazón, una ofrenda de los cofrades de ‘La Sole’, que le rezaron y rogaron por el pueblo de Melilla. Un acto de extrema religiosidad que tuvo su hermoso contrapunto en la saeta de Isabel Navarrete.
Portadores y nazarenos
En este año y a diferencia de 2009, La Piedad no necesitó de espontáneos de entre el público para salir a la calle. 42 hombres de trono de la Hermandad, varios de ellos descalzos, se bastaron solos. No obstante, la procesión si sufrió los estragos del éxodo vacacional, pues si bien exhibía más mantillas y manolas, no así nazarenos. Un extremo que motivó la queja del hermano mayor, Francisco López Durán, respecto de los que recogen los trajes, se comprometen a salir y luego no comparecen.
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