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La pasión y el arte reflejados en su vida compuesta de bailes

La danza en Melilla tiene el nombre de Pilar Muñoz, la profesora que ha enseñado a miles de melillenses a mover sus pies y las manos con elegancia

No sabe de dónde le nace esa pasión por la danza. Asegura que desde muy pequeña se ponía a bailar al escuchar cualquier canción en la radio. Nadie en su familia se dedicaba a bailar. Nunca vio a nadie bailando en su casa, por eso explica que sus pasos y sus movimientos de mano surgían de su interior. En lugar de jugar, prefería taconear o dar vueltas. Así fueron sus comienzos en el mundo de la danza. Pilar Muñoz fue una niña con mucho arte. Su alegría se desprendía de cada pasito que aprendía en la Sección Femenina. Allí fue donde le enseñaron por primera vez cómo mover las manos o cómo marcar la música con los pies. Tenía ocho años. Más tarde, consiguió pasar de ser una alumna aventajada a ser la maestra. La señorita Pili, que es como la conocen todas las niñas que alguna vez han ido a clases de baile en Melilla, volvió a subirse a un escenario el pasado miércoles. Sus bailarinas le hicieron un homenaje en el Kursaal que la dejó sin palabras.  Y volviendo a aquellos años en los que la señorita Pili comenzó a dar clases, recuerda para El Faro las horas que invertía enseñando a sus alumnas a tener gracia moviendo las manos y a sonreír, ya que nunca deben dejar de mirar al público con una sonrisa en los labios. En la Sección Femenina comenzó como maestra a los 15 años, pero no se conformó con estas clases. Amaba tanto su trabajo que también empezó a enseñar a bailar en los colegios privados y públicos de la ciudad.  La danza, su profesión La danza no era un juego para esta adolescente que creció entre músicas regionales. También bailaba por aquellos años en que decidió, con el apoyo de sus compañeros y su familia, irse unos días a Cádiz para aprender en una escuela más pasos. De allí se vino con 17 bailes bajo el brazo y ni una sola canción, así que cuando los enseñaba en sus clases le tocaba cantar cada letra y marcarlas con palmas para que las alumnas las aprendieran. Tenía tan pocos recursos que ni para comprar discos estaba la cosa. De hecho recuerda que la mayoría de los grupos que bailaban en aquellos años lo hacían en rondallas, esto es, con una banda con guitarras y bandurrias que ponían las notas a los pasos de los bailarines.  Formarse fuera de Melilla Pero la señorita Pili no se podía conformar sólo con su arte y este curso. Necesitaba contar con un título que respaldara sus conocimientos por si algún día el Ayuntamiento creaba una Escuela de Danza y ella tenía la oportunidad de convertirse en una maestra con aulas fijas. Sí, con clases a las que acudieran sus alumnas y no que ella tuviera que recorrerse toda la ciudad para enseñar a bailar. No crean que esta enamorada de la danza no disfrutaba impartiendo lecciones en los colegios, pero es que eso de ir de un lado a otro cargada con su bolso, la bolsa de los discos y una radio era muy pesado, sobre todo, los días en los que llovía, pues en sus manos ya no cabía el paraguas que la protegía de la lluvia.  También se convenció de que debía de estudiar la carrera de danza a raíz de que una de sus mejores amigas le avisara de que en unos años se iba a exigir esta titulación oficial y sin ella, no podría dar clases a sus alumnas. Así que con mucho sacrificio y trabajo, la señorita Pili fue a Málaga los fines de semana, en las semanas Santa y en verano a examinarse de las asignaturas de la carrera de Danza. Su amor por el baile y su empeño le ayudaron a conseguir ese certificado que luego le permitiría entrar en la Escuela de Danza Ciudad de Melilla.  Su salón, un aula de baile Su vida está tan relacionada con el baile que hasta llegó a convertir el salón de su casa en un aula para enseñar a las niñas los sábados por la mañana. ¿Y su familia no puso reparo a que se dedicara a la danza? Pues al principio sus padres estaban decepcionados porque ella no quería estudiar una carrera. Pero cuando la veían enseñando a sus alumnas los pasos y los movimientos de un baile, se les pasaba esa pena. Sabían que Pilar Muñoz había nacido para la danza y no podían pedirle otra cosa.  Sus alumnas, “mis niñas” “Mis niñas” es el nombre que reciben sus alumnas. Muchas de ellas tienen hoy nietos. Algunas de las más jóvenes fueron las que se subieron al escenario del Kursaal para hacerle un homenaje. No tiene quejas de ninguna de ellas. Afirma que ha tenido mucha suerte como maestra, pues todas sus estudiantes tenían talento y conseguían sacar adelante los bailes. Ninguno se les atragantó nunca. También es porque ella era muy buena maestra. Aprendió de la escuela bolera, es decir, la que enseña paso a paso cómo es una danza y por ese método han aprendido todas su alumnas.  Mucha vocación en Melilla En sus comienzos enseñaba rumbas y tanguillos, pero luego fue creando su propios bailes para sus alumnas con músicas preciosas que aún hoy le ponen la piel de gallina, como ‘Poetas’ o ‘Asturias’.  La señorita Pili es muy conocida en Melilla por la gran cantidad de niñas a las que ha acogido en sus brazos y a las que ha animado a bailar a todas horas. Y claro, entre las miles de alumnas, alguna que otra destacaba por su arte. Asegura que en Melilla hay mucha vocación por la danza y mucho talento. El primer día de clase se daba cuenta de si una niña tenía potencial como bailarina y algunas de ellas están hoy bailando e incluso son profesoras de danza. Aunque asegura que la mayoría de sus estudiantes eligió otra carrera diferente al baile. Reconoce que ella les animaba a estudiar en la universidad, pues sabía lo complicado que era que pudieran vivir de la profesión de bailarina y los sacrificios que conlleva esta carrera artística. Creadora del baile regional y el ballet de Melilla Melilla no tenía danza propia, así que un día, junto un músico, Pilar Muñoz comenzó a diseñar un baile para los melillenses. Pensaron que sería perfecto recoger en varias piezas las danzas tradicionales de cada una de las culturas que conviven en la Ciudad. Hablaron con los representantes de cada una de ellas y crearon el Ballet de las Cuatro Culturas. Y tiene una anécdota sobre este tema. Cuando estaba diseñando la danza de Melilla le dio un lumbago y no le quedó otra que pensar en los pasos y apuntarlos en un papel para que no se le olvidaran. Así adelantó trabajo para que “las niñas” aprendieran en el menos tiempo posible cómo bailar estas piezas de música. dedicadas a Melilla.

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