La pardela cenicienta (Calonectris diomedea) es una de las aves marinas más grandes de Europa. Su gran envergadura alar tiene mucho que ver con su peculiar forma de desplazarse sobre las olas y buscar alimento, pues gracias a sus grandes alas aprovecha los golpes de aire que levantan las olas para mantenerse a muy poca distancia de la superficie del mar mientras busca sardinas, boquerones y otros peces que nadan cerca de la superficie, a los que atrapa con su pico mientras continúa volando a ras de agua.
Las aves que, como la pardela cenicienta, aprovechan la brisa marina que levanta las olas para desplazarse sobre ellas, suelen tener características similares y modos de vida y de alimentación comunes igualmente.
Suelen tener las alas largas y estrechas, adaptadas para sacar el máximo rendimiento de la brisa marina. Esta brisa les mantiene en el aire sin necesidad de aletear, lo que les permite desplazarse cientos y hasta miles de kilómetros con un gasto energético mínimo, siempre que no se alejen mucho de las olas y la brisa que las acompañan.
Suelen tener también un pico extremadamente afilado adaptado a capturar presas especialmente resbaladizas. Las fosas nasales o “narinas” suelen ser grandes y destacar sobre el pico, preparadas para expulsar el exceso de sal.
Esta facilidad para realizar desplazamientos transoceánicos les permite también emplazar sus colonias de cría en los lugares más idóneos para ellas. Suelen elegir islotes con acantilados altos y rodeados de mares ricos en pesca.
En las Chafarinas, la gran mayoría anidan en la isla del Congreso, la más alta de las tres islas que forman el archipiélago. Allí, busca agujeros y grietas profundas en los acantilados para mantener sus pollos fuera del alcance de los depredadores y a refugio de las inclemencias del tiempo.
Durante mucho tiempo, los mayores enemigos de estos pollos fueron los pobladores españoles de la isla Isabel II, la única que estaba habitada. Desde allí navegaban hasta el Congreso para capturar las crías de las pardelas, cuya concentración de grasa era tan alta que permitía incluso usarlas como antorchas. Estas actitudes desaparecieron cuando las Chafarinas fueron declaradas espacio protegido.
Hace unos años, el infortunado naufragio de un carguero cerca del canal que separa las islas del Congreso e Isabel II provocó que las ratas que iban a bordo nadaran hasta las islas. Desde entonces, las ratas se han convertido el principal enemigo de los pollos de la pardela cenicienta en el Congreso, y los humanos, que han pasado de enemigos a defensores, luchan ahora con todos los medios a su alcance para proteger las nidadas de pardela cenicienta de tan agresivos y escurridizos depredadores. El personal que trabaja para el Ministerio de Medio Ambiente en las islas se encarga de mantener como puede la población de ratas a raya, principalmente con el empleo de trampas y de veneno.
Desde los acantilados del Congreso se pueden observar las "balsas", que es como se denomina a los agrupamientos formados por cientos de pardelas adultas que descansan juntas sobre el mar después de una jornada de pesca que puede haberlas llevado al otro lado del estrecho. La capa grasa de su abdomen les permite pasar horas en el agua sin sufrir hipotermia. En estas balsas esperan a que caiga el sol para ir con sus crías sin ser vistas por los depredadores.
Cuando por fin oscurece y abandonan el agua para ir al acantilado a alimentar a sus crías, emiten una serie de gruñidos parecidos a lamentos muy peculiares. Al ir a sus nidos prácticamente todas al mismo tiempo, el escándalo que se forma con sus lamentos es mayúsculo. También se pueden observar estas balsas de pardelas desde Melilla o los acantilados del cabo Tres Forcas coincidiendo con la paulatina llegada en primavera de los ejemplares que luego formarán la colonia de la nueva temporada.
La pardela cenicienta es una de las aves más emblemáticas de las Chafarinas. Uno de los principales argumentos por los que se decidió dotar de un status de protección a estas islas es que las pardelas cenicientas críen todos los años allí.
SEO-Birdlife la eligió ave del año en 2013, precisamente el año en que se cerró oficialmente la reforma de la política pesquera comunitaria. Las aves marinas sufren antes que ninguna otra especie las consecuencias de la contaminación de los mares y la sobreexplotación de los recursos pesqueros, problemas que al final terminan afectándonos directamente a nosotros. Por eso es tan importante luchar por la supervivencia de estas aves, pues supone luchar contra las causas que las amenazan, y que a su vez amenazan también nuestro futuro.
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