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“La nueva presidenta del CGPJ tiene el importante desafío de guiar los cambios reclamados durante lustros”

El pasado viernes se celebró el acto solemne de Apertura del Año Judicial 2024/2025 en el Palacio de Justicia, sede del Tribunal Supremo. Don Felipe VI presidió la ceremonia, en la que el presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo presentó la memoria anual sobre el Estado, actividades y funcionamiento de los Juzgados y Tribunales de Justicia. El Fiscal general hizo la lectura anual sobre su actividad, así como la evolución de la criminalidad, las reformas necesarias para una mayor eficacia de la justicia y la prevención del delito. Tras varias votaciones fallidas, el Pleno del Consejo general del Poder Judicial había designado, el martes pasado, a la magistrada Isabel Perelló como la próxima presidenta del CGPJ y del Tribunal Supremo. Un logro histórico en una institución que cuenta con 212 años. Fernando Germán Portillo, presidente del Foro Judicial Independiente, estaba invitado al acto, al que no acudió por motivos personales. Del hecho de que sea una mujer por primera vez en tomar este cargo y de que se la califique de progresista, habla para El Faro de Melilla. Para el magistrado, la ideología no tiene nada que ver con el desempeño profesional de un juez, el cual, cuando se pone la toga, deja en la percha su sistema personal de creencias, opiniones e ideología, porque desempeña un trabajo esencialmente técnico.

-En el CGPJ no había consenso para nombrar presidente. ¿Por qué?

-Porque los vocales eran rehenes de su designación política, comportándose por bloques según el partido que los ha elegido, el PSOE o el PP. Como cada partido eligió a 10 vocales, todas las votaciones acababan en empate a diez. Además, desde el Gobierno se estaban dando indicaciones sobre quién debía presidir el Consejo, interfiriendo así en la labor de los vocales. Al final, cuando estos han decidido romper la disciplina de bloque ideológico, apostando por una candidata que no contaba para ningún partido, se ha podido llegar a un consenso. Ha sido muy positivo que los vocales se hayan conducido con independencia de interferencias políticas.

-Perelló logró 16 votos a favor y competía con la magistrada de la Sala de lo Penal del alto tribunal, Ana Ferrer, que contó con cuatro votos. El pleno de CGPJ elige a una mujer como nueva presidenta. La primera vez en la historia es, una mujer, quien ocupa este cargo. Competía, además, con otra mujer. Cuente cómo percibe personalmente este hecho histórico.

-Sí, desde luego es un hito por el valor simbólico que tiene. No hay que olvidar que la mayoría de la carrera judicial está formada por mujeres. En la últimas promociones el porcentaje es abrumador. Ahora bien, que nadie dude que su principal mérito no es ser mujer sino su formación previa y gran currículum.

-Y que lo diga. Perelló, miembro de la Sala de los Contencioso Administrativo del Alto Tribunal y de la asociación Juezas y Jueces para la Democracia, es desde hace unos días, la nueva presidenta del CGPJ y TS.

-Y es que ahora le toca lo más difícil, gestionar el gobierno del poder judicial y demostrar que, además, tiene la capacidad para ejercer el puesto. A priori da el perfil para ello, desde luego.

-Perelló en el acto reivindicó el papel de las mujeres que trabajan en la Administración de Justicia. Se sabe que es catalana, políglota, reservada, discreta, madre de dos hijos, profundamente comprometida con sus principios. Poco se sabe de ella, a pesar del gran interés que suscita. ¿Conoce personalmente a Isabel Perelló?

-No, supongo que tendré ocasión en breve. En todo caso, las referencias que me llegan de ella, en cuanto al trato personal y su modo de conducirse con los compañeros, son muy buenas.

-Esta magistrada ha roto el techo de cristal y lo ha hecho con una gran aceptación. Esta señora, de carácter sencillo, ha sabido construir consensos. ¿Le gusta, como juez, que la califiquen en los medios de comunicación de progresista?

-No, en absoluto. En este caso, entiendo que la etiqueta le viene por ser asociada a Juezas y Jueces para la Democracia. Pero la ideología no tiene nada que ver con el desempeño profesional de un juez: siempre digo que los jueces, cuando nos ponemos la toga, dejamos en la percha nuestro sistema personal de creencias, opiniones e ideología, porque desempeñamos un trabajo esencialmente técnico. Es como el médico, da igual que te opere uno de izquierdas o uno de derechas. Ocurre que la mayoría de la gente cree que no es así, piensa que los jueces resolvemos con las tripas y que la ideología es esencial en nuestro trabajo, así que estas etiquetas son nefastas porque ahondan en esa creencia errónea y trasmiten una imagen politizada de la judicatura.

-Usted estaba invitado al acto presidido por el Rey, pero no acudió a la apertura...

-Como presidente de Foro Judicial Independiente estaba invitado, pero no pude. Estaba en mi periodo de vacaciones y de viaje con mi familia. Por eso tampoco he podido disfrutar de la feria de Melilla.

-Entiendo que no estaba presente físicamente, pero sí con la mente y el corazón. ¿Cuáles son, según su opinión, los temas más espinosos para esta nueva etapa?

-Hay varios sobre la mesa. El de mayor repercusión pública, debido al bloqueo del Consejo durante más de cinco años y a la ley que se aprobó hace tres que impidió al Consejo en funciones hacer nombramientos discrecionales, es que hay que cubrir más de cien vacantes en puestos muy sensibles del TS o en presidencias de TSJ o Audiencias Provinciales. Espero que el Consejo desempeñe esta delicada labor con rigor técnico y que no caiga en la trampa habitual de repartir los cargos, no por mérito y capacidad, sino por cuotas, ahora uno para el bloque conservador, ahora dos para el bloque progresista, etc.

-Hay más retos para este nuevo CGPJ... ¿La nueva presidencia va a permitir afrontarlos con garantías?

-Hay muchos retos sobre la mesa, desde luego: proponer un cambio legal para renovar el Consejo que cumpla con las exigencias europeas, regular la carga de trabajo de los jueces, exigir más plazas en las convocatorias de oposiciones, reclamar un aumento significativo de la planta judicial, proponer mejoras de leyes procesales, etc. Muchas son cuestiones internas, aunque, desde luego, afectan muy mucho al desempeño de nuestro trabajo y, en última instancia, a la justicia que recibe el ciudadano. Espero un CGPJ que se muestre deseoso de cambiar las cosas para bien y que sea reivindicativo con el poder ejecutivo que nos dota de medios. La recién nombrada presidenta tiene, por delante, el importante desafío de guiar todos estos cambios que se vienen reclamando desde hace lustros.

 

 

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