La Navidad es una fiesta universal que resalta valores compartidos por toda la humanidad como la paz, la solidaridad, la alegría, la familia, la amistad y el compartir, entre otros muchos conceptos que la caracterizan. Los cristianos celebran por todo lo alto el nacimiento de Jesús, del Mesías, del hijo de Dios en la Tierra, de la luz del mundo, de aquel que redimirá al ser humano en la cruz. Pero es evidente que lo navideño trasciende ese sentido religioso para convertirse en el período del año en el que más se vive la unión y la fraternidad.
Melilla ya está vestida de Navidad y el centro está bonito. La bola de luces, el túnel con su magnífica cúpula, las tiras en la Avenida, los ángeles en Menéndez Pelayo, la casita de Papa Noel o el muñeco de nieve están en miles de fotografías y de selfies.
Y si la iluminación ha llamado la atención, la joya de la corona es el Belén del Foso del Hornabeque, más de mil metros cuadrados de representación histórica del pueblo que vio nacer al niño Jesús y al que no le falta detalle, desde el molino al pescadero, pasando por la alfarería y las telas, entre otros muchos puestos que quieren representar cómo sería el pequeño pueblo al que llegaron José y María para que naciera su hijo, el que tenía sobre sus hombros el peso de la humanidad toda y habló la existencia de un Dios amoroso, que dio pie a la creación del cristianismo.
El Belén ha recibido cientos y cientos de visitas a lo largo de este fin de semana desde que se inauguró el pasado viernes. Como Melilla es la ciudad de la multiculturalidad, uno de los detalles más exportable es constatar la gran cantidad de familias musulmanas que han disfrutado estos días de esa representación tan cuidada del pueblecito, en cuyo centro y de forma muy destacada nos enseña a la Sagrada Familia, rodeada por el buey y la mula, como dice la tradición, además de los Reyes Magos y sus ofrendas al Niño.
Es realmente una enorme satisfacción para esta ciudad que toda la población disfrute de las fiestas navideñas y participe del trabajo que se ha realizado desde la Ciudad Autónoma porque, en definitiva, se hizo para todos y para recordar esos valores universales que antes comentábamos y que jamás debemos olvidar, menos aún en estos tiempos difíciles que vive el mundo.
Independientemente del detalle multicultural, el Belén demuestra el enorme trabajo que Festejos, junto a los Servicios Operativos de Cucho Villena, han llevado a cabo durante las últimas semanas. La decoración está muy lograda y merece la pena visitar ese Belén, que cuenta con muchos detalles y dispone de un buen servicio de seguridad para controlar el gran número de personas que pasea por las instalaciones.
Merece la pena dar un paseo por el centro de la ciudad, disfrutar de las luces y mirar escaparates, un centro lleno de terrazas de todo tipo y que está ofreciendo la posibilidad de disfrutar de un lugar muy agradable para todos.
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