Scrooge es el protagonista de Cuento de Navidad de Charles Dickens. Un hombre de corazón duro, egoísta y al que le disgusta la Navidad, los niños...la felicidad. «El frío de su interior le helaba las viejas facciones: le amorataba la nariz afilada, le arrugaba las mejillas, le entorpecía la marcha, le enrojecía los ojos, le ponía azules los delgados labios; hablaba astutamente y con voz áspera», así se le describe. La historia de su transformación tras la visita de tres fantasmas navideños se ha convertido en un icono de la Navidad en algunas culturas. Lo ideal sería que la navidad nos transformara también a nosotros. Conversamos con Ricardo Piñero Moral, catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Navarra. Fruto de sus investigaciones son sus libros y artículos en revistas nacionales e internacionales. Nos contará qué significa para él la Navidad al hilo de frases del escritor inglés Charles Dickens (1812-1870) autor de Cuento de Navidad que nos enseña la idea de la redención personal, una oportunidad para empezar y alienarnos con nuestro ideal.
-Una de las mejores cosas que tiene la Navidad es que nos invita a que nuestro corazón se ensanche y a que nuestros ojos se iluminen. Lo importante en estas fechas es no perder de vista lo que realmente importante, lo se está celebrando, que es lo que tenemos que tener en nuestro corazón y nuestra mente: Dios se encarna cada año con la única intención que es la de que tu y yo descubramos que la vida tiene un horizonte mucho más amplio.
-El cristianismo en un mundo en el que vivimos, tan polarizado, lleno de críticas, a veces disgustos y sufrimientos, destruido en sus valores fundamentales... lo que aporta el cristianismo a este mundo es el mensaje auténtico de verdad, bondad, belleza. Este mensaje de fe, esperanza y amor no es teórico, es una persona: un niño en un pesebre, es el Cristo vivo que se encarna para recordarnos que somos sus hijos.
Por ello, todo lo que sucede al día de hoy se puede mirar desde dos distintas perspectivas, una a ras de tierra donde los problemas se convierten en insalvables y otra perspectiva vertical, que es la que el cristianismo aporta, que lleva a recuperar la ilusión.
-Cuando negamos la verdad desaparece de nuestro horizonte también la bondad y, cuando negamos la bondad también desaparece de nuestro ámbito la belleza. La vida que es un don, y se convierte en un infierno cuando perdemos de vista verdad, bondad y belleza... nada tiene sentido.
-Desde mi infancia soy un fan absoluto de los Reyes Magos de Oriente. Ir a la cabalgata de reyes para mí era uno de los momentos estelares del año y les recordaba en mi corazón con esa ilusión que me hacía gritar en las calles de León: Por favor id a mi casa, por favor id a mi casa... Los Reyes Magos son la generosidad de Dios, la presencia de esa alegría cotidiana, esas ganas de estar con los demás. Los Reyes Magos son ese compromiso de venir desde otro lugar del mundo a otro donde aparentemente no hay nada para cambiarlo todo y echarse de rodillas para adorar a quien es la luz del mundo.
-Una de las cosas que más llama la atención de la Navidad es el empeño que todos ponemos en adornas nuestras hogares, el ver cómo las ciudades se engalanan con luces... Todo cambia su aspecto precisamente para a escala humana dar gloria a Dios. De alguna manera somos como los pastores que reciben el mensaje de los ángeles y, esa forma cotidiana de rodearnos de belleza es justamente un mensaje que nos debe hacer recordar que cada cosa importa, que cada día importa que cada persona importa.
-Vivir la belleza en Navidad es vivirla en plenitud porque la Navidad es la belleza de cada día, ese renacer en nuetros corazones con la esperanza y la fe de que nuestra vida siempre puede mejorar.
Cuando nos cansamos en Navidades es porque nos hemos olvidado de lo importante, tal vez nuestra forma de recuperar la energía es mirar esa luz de Belén, no la estrella del cielo sino la luz del pesebre.
-En mi imaginario tengo un cuadro favorito y es por la historia que cuenta. Es de un pintor flamenco, Robert Campin, que tiene una Natividad en la que se cuenta una historia fascinante. Aparece lo de siempre, María, José y el niño, unos pastores adorando, un sol en lo alto pero hay una cuarta historia: la de la comadrona que atiende a la Virgen. Cuando la comadrona se presenta ante el portal de Belén, se da cuenta de que el parto que está atendiendo es de una Virgen y que sigue siéndolo después del parto, algo que nunca había visto en el ejercicio de su profesión. La comadrona incrédula acude a la aldea a buscar a otra colega de profesión para contárselo, la cual igualmente incrédula acude con ella al portal al pesebre en Belén. A la segunda comadrona se le queda paralizada la mano por su incredulidad y arriba a aparece un ángel con una filacteria en la que aparece escrito: Cuando tengas al niño en brazos se te curará la mano.
Me parece una mensaje poderoso ante nuestra incredulidad contemporánea, ante la falta de fe, ilusión y esperanza. Todos se nos curaría si tuviésemos el acto de fe de tener al niños Jesús en nuestros brazos.
-Mi canción favorita de Navidad es un villancico, pero no es de una grande discográfica, es algo mucho más sencillo. Es de Francisco Guerrero, un músico sevillano, compuesto en el siglo XVI que se titula Niño Dios de amor herido. Es un villancico que me recuerda cuando hace décadas lo cantaba ante el pesebre con cariño en el coro de la Universidad Pontificia de Salamanca.
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