Melilla registró el pasado martes 1 de julio el último salto masivo a la valla. Sólo 20 subsaharianos lograron entrar de los cerca de un centenar que lo intentaron. Según la Delegación, ese día los inmigrantes “desistieron” de continuar en la valla y “los agentes marroquíes” se hicieron cargo de ellos. Antes de eso se han podido ver numerosas imágenes en las que se veía a subsaharianos encaramados en la verja o incluso en un farola, a plena luz del día, durante horas. El 3 de abril la Guardia Civil colocó unas escaleras en la verja para ayudar a bajar a los 30 inmigrantes que habían permanecidos encaramados a la valla durante más de seis horas. Una vez en el lado español, los agentes de la Benemérita condujeron a los subsaharianos de nuevo al otro lado del vallado, donde fueron entregados a los gendarmes. Este tipo de prácticas denominadas ‘devoluciones en caliente’ han hecho que desde la AUGC (Asociación Unificada de Guardias Civiles) se pida un protocolo de actuación, que ni el Ministerio del Interior ni la Delegación consideran necesario. Sin embargo, la forma de actuar de los agentes no es la misma en todos sitios, por lo que parece que las indicaciones no son tan claras.
En Ceuta, este jueves, un inmigrante se quedó enganchado en la concertina que corona la alambrada. La Guardia Civil lo ayudó a bajar, pero no lo devolvió a Marruecos. Lo entregó a la Policía Nacional para su identificación y posterior traslado al CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes). El dicho popular dice aquello de que “hasta para nacer hay que tener suerte”. A juzgar por la actuación de la Guardia Civil en Ceuta, parece que para saltar la valla, también hay que tener del lado a la Diosa Fortuna a la hora de elegir la ciudad a la que intentar entrar.
Saltar la valla en Ceuta
El jueves en Ceuta, un grupo reducido de subsaharianos intentó saltar la doble valla a la altura de la zona conocida como Finca Berrocal. Del grupo, solo tres consiguieron acercarse hasta la doble valla y uno logró pisar suelo español tras quedarse inicialmente enganchado con sus ropas en la concertina y encaramarse al vallado más próximo al control de la Benemérita.
Allí se quedó, pegado al vallado de seis metros de altura, hasta que los agentes que estaban de servicio en el perímetro se hicieron con una escalera que usó el joven para bajar. Al otro lado de la valla, los ‘mejanis’ habían interceptado a los dos compañeros que, al igual que este joven, consiguieron llegar al límite que separa ambos países, o lo que es lo mismo, la clandestinidad de la oportunidad de dejar de serlo.
Una vez ya en tierra, los agentes comprobaron que el inmigrante se encontraba en buen estado, que no sufría corte alguno, así que procedieron a su traslado en una unidad de la Benemérita hasta la Policía Nacional para su entrega. El hecho de que este subsahariano hubiera efectuado el salto completamente forrado de ropajes evitó que sufriera cortes al sortear la hilera de alambres y espinos con la que se corona toda la línea perimetral.
El salto del jueves fue el primero que se produjo con éxito en la ciudad caballa desde hace meses. Hay que remontarse a los meses de enero y marzo para encontrar casos aislados de entradas de subsaharianos que han conseguido burlar el casi perfecto sistema de cámaras de control que serpentea los ocho kilómetros y medio de perímetro así como los visores de ‘los búhos’ de la Benemérita. La inviolabilidad no existe siquiera en esta zona por la que se han sucedido entradas aisladas, aunque alguna de ella, se sospecha, ha podido contar con apoyo externo.
A plena luz del día
En este último caso, el grupo que intentó el salto lo hizo a plena luz del día. En torno a las 14:00 horas, sin ocultarse ni de la Guardia Civil ni de los gendarmes y cruzando una zona en la que, en esos momentos, había adultos y niños marroquíes que residen en ese lugar. En nuestra ciudad, sin embargo, el hecho de que los saltos se produzcan de día ya no es ninguna novedad.
Enganchado en la concertina
En el salto del jueves en Ceuta, las alarmas se activaron cuando el grupo de subsaharianos ya estaba muy cerca de la valla. El inmigrante que logró entrar se mantuvo firme para evitar que Marruecos consiguiera hacerse con él, superando la primera valla y la segunda, sorteando como pudo la concertina y quedándose firme sobre la valla hasta que los guardias civiles le tendieron una escalera para que descendiera. En Melilla, haber pasado el doble vallado no habría supuesto estar en España. A pesar de lo que dicen numerosos expertos juristas, desde Interior insisten que hasta que no se supera el cordón policial, el inmigrante no está en suelo español, aunque esté pisando nuestro territorio.
El episodio de jueves se produjo sólo 24 horas después de que las fuerzas marroquíes llevaran a cabo una amplia redada en los bosques más cercanos a la valla de Ceuta para proceder a la detención de varios subsaharianos. Los inmigrantes fueron trasladados en autobuses, dejando vacías las zonas más próximas a la frontera.
La presión migratoria existe sobre la ‘puerta’ que supone para los subsaharianos esta frontera sur de Europa. No obstante la presión directa que hay sobre el vallado en el caso de Ceuta ha descendido notablemente desde el último intento de entrada masivo de salto que se produjo el 4 de marzo y que fue protagonizado por un millar de subsaharianos.
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