Su primera ‘obra de arte’ la hizo sobre los cuatro años. Aprovechando la hora de la siesta, le cogió un estuche de óleos a su madre y se dedicó a ‘decorar’ las puertas de su casa. No le hizo falta ni pincel: aplicó directamente la pintura con las manos. Tampoco se le ha olvidado el castigo que le cayó, cuenta ahora bromeando Amparo Parra (Melilla, 1948). Desde entonces, pintar se ha convertido en su gran pasión.
Amparo Parra ultima estos días los preparativos de la exposición de pintura y fotografía ‘Luz, color y volúmenes’, que podrá verse en el Real Club Marítimo de Melilla del 11 al 17 de este mes.
La muestra recoge 24 obras en general de gran formato que plasman paisajes de Melilla y de Málaga. Panorámicas de nuestra ciudad, el Parque Hernández, el Cargadero del Mineral y temas marinos son algunos de los rincones que Amparo Parra recoge en las pinturas e impresiones digitales trabajadas con acrílicos que componen su exposición.
La figura humana
Además de paisajes, también está presente la figura humana, sobre todo mujeres. Algunas de ellas miran al mar melancólicas, reflexionando.
“El color es fundamental en mis obras. Bebo mucho de los impresionistas. No me gustan el negro ni el gris. Las sombras las hago con azules y verdes”, concreta. El objetivo es conseguir obras con una luz que recree la de nuestra ciudad. “Estoy acostumbrada a la luminosidad de Melilla, que es muy cegadora a veces”, reconoce. Y la conoce muy bien porque destaca que ella nació en la Carretera de Hidum, en unos tiempos en los que “aún había árboles de morera”.
Otras de las pinturas que exhibe en la exposición se basan en la cultura japonesa. “Juego con los relieves y voy fantaseando”, indica.
Amparo Parra ha dedicado su vida a la enseñanza. Estudió Magisterio y luego hizo la Licenciatura de Historia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), habiendo dado clases primero a niños más pequeños y luego a alumnos de instituto. Aunque su afición por la pintura la tiene “desde siempre”.
Enfermó y tuvo que pasar una época en el Hospital y fue entonces, sobre el año 1991, cuando pintar se convirtió en su afición preferida. En la década de los noventa montó diversas exposiciones en Melilla, Almuñécar, Granada y Madrid.
Galería de arte
Cuando cumplió los sesenta años decidió prejubilarse como docente y dar vida a lo que era su sueño: creó una pequeña galería de arte en su estudio de pintora por la que han pasado numerosos artistas de Melilla.
No obstante, lamenta que la crisis ha hecho que la galería haya tenido que reconvertirse y actualmente se ha quedado únicamente como una tienda de artículos de Bellas Artes, en la que también se hacen enmarcaciones.
Pero a pesar de haberse jubilado, sigue “muy activa” y continúa con sus dibujos. De cara al futuro, Amparo Parra quiere seguir investigando sobre el arte japonés. También le interesa asimismo trabajar coloridas obras que jueguen con los volúmenes, cercanas al fauvismo. “Trato de pintar los paisajes con menos detalles y que sea el color el que construya”, concluye.
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