Los ciudadanos melillenses opinan en general que el cambio de hora sólo desequilibra la vida social y personal de las personas. “No deberían de cambiar la hora, deberían de dejar una hora fija”. El cambio de hora “implica ansiedad”, opina la ciudadanía. “Es un pequeño cambio de vida que uno tarda en acostumbrarse”.
El cambio de hora en octubre es un evento que aunque sucede cada año, sigue siendo relevante para la vida cotidiana. En 2024, se llevará a cabo en la madrugada del domingo del 27 de octubre. Durante esta noche, los relojes atrasarse una hora, cuando lleguen las tres de la madrugada, pues éstos volverán a marcar las dos de la madrugada de nuevo.
La idea primigenia de cambiar la hora la tuvo un constructor eduardiano llamado Willian Willett. Éste ciudadano británico había ideado una campaña en la que proponía que los relojes se adelantasen una hora en primavera y se atrasasen en invierno para que la gente pudiera pasar más tiempo al aire libre durante el día y ahorrar energía en 1907, de ahí el término ‘Horario de Verano’. El cambio de hora tiene como objetivo ajustar las horas de luz diaria a la jornada laboral. Así, este comportamiento no es único de España, sino que la realizan todos los países de la Unión Europea.
De esta manera, se busca reducir el gasto energético para consumir menos electricidad y alinear las jornadas laborales de los países miembros. A día de hoy hay conflictos para seguir con dicho cambio o para dejar la hora solar propia del Meridiano de Greenwich. Esto es debido a que los ciudadanos sufren con estas alteraciones de hora incrementos probados de ansiedad. Por lo que todo indica que por decreto de la Unión Europea, a partir del año 2027. El cambio de hora dejará de existir.
La historia de cómo comenzó a fijar un horario diferente en invierno y en verano es larga y discontinua. Se inicia a principios del siglo XX. Por aquel entonces, España tenía muchas zonas horarias diferentes, lo que originó desfases horarios de hasta cuarenta y dos minutos entre distintas zonas geográficas. La llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX lo cambió todo.
La población comenzó a obsesionarse con la hora. Había una necesidad de conocer el minuto exacto. Fue en julio de 1900 cuando la Reina María Cristina de Habsburgo-Lorena puso al problema al firmar un decreto que unificó el horario de España. En él se incluyen a las Islas Canarias.
En 1918 se estableció por primera vez el horario de verano en España por un motivo de escasez energética. Sin embargo las guerras del siglo XX impidieron hacer de esta modificación horaria un gesto habitual. Además, durante los años de la Guerra Civil en España había dos husos horarios, el del bandp nacional y el bando republicano. Al térmico de la guerra, Franco adoptó el horario alemán para un mayor acercamiento a Hitler, pero el cambio no se hizo efectivo hasta el año 1973.
Por otra parte, el encarecimiento de los precios del petroleo fue el elemento detonante que impulsó cambiar el horario entre verano e invierno en muchos países europeos. España emuló este sistema, así que en 1974 fue cuando los relojes nacionales adoptaron por primera vez el horario de invierno. El objetivo era el ahorro de energía.
El cambio de horario se consolidó durante el último tercio del siglo XX. Fue en 1981 cuando se fijó el último domingo de marzo como fecha clave para establecer el horario de verano. Por aquel entonces, el horario de invierno se adoptaba el último domingo de septiembre. En la actualidad, y desde 1996, el cambio de horario de invierno se realiza el último domingo de octubre. El motivo tiene que ver con el rendimiento de las horas de luz.
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