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La macrobiótica, en busca del equilibrio

Normalmente, las personas solemos comer en exceso ciertos productos, especialmente los ultraprocesados que venden en los supermercados. Una de las alternativas para cambiar de estilo de vida es consumir productos de temporada y sin añadidos para que así no dañen el organismo, además de equilibrar lo que se come. En Melilla es muy común acudir a las grandes superficies y comprar lo más rápido posible sin ver lo que en realidad se está consumiendo.

Ante estas costumbres, muchas personas intentan cambiar su rutina alimentaria a base de dietas, ejercicios o nuevos estilos de vida. Sin embargo, lo esencial es acudir a un médico o nutricionista para que sean guías sobre cómo llevar un modo de vida saludable.

Por otro lado, en Melilla es poco común ver que haya un estilo de vida diferente o que haya cultura vegetariana o vegana. Entre los ciudadanos, algunos cuidan más su alimentación como es el caso de Inma Gaitán, quien practica la macrobiótica, una forma de alimentación inspirada en las costumbres del Extremo Oriente y basadas en el Yin y el Yang, es decir, buscar el equilibrio en los alimentos.

Las bases principales de está en consumir productos naturales o como se dice en la macrobiótica “alimentos que tienen energía”. “Según la comida que consuma, voy a sentirme de una manera o de otra”, explica Inma. Esa energía sirve “para regenerar el cuerpo”.

Inma afirma que no es lo mismo la energía que genera un alimento procesado que uno ecológico. “No es lo mismo poner un grano de arroz en la tierra que va acrecer que un trozo de carne o algo fabricado. Estas cosas te alimentan pero no da la energía que tu cuerpo necesita para poder restaurarte”, agrega.

Hasta llegar a esta forma de alimentación, Inma asegura que ha sido vegetariana y vegana. Inma lleva dos años con la macrobiótica que puede confundirse con las dietas en las que no hay ningún producto de origen animal. “He buscado muchas formas de alimentarme y he elegido la que más se adecua a mi estilo de vida. Ahora me siento mucho mejor, me siento más centrada, me encuentro con muchísima vitalidad”, asegura.

Por otro lado, Inma afirma que hace su compra en comercios locales y que procura evitar los supermercados, donde suele concentrarse las grandes marcas de los ultraprocesados. Asimismo, remarca que los alimentos que consume suele ser según la época del año y que provenga de una zona cercana a Melilla: “Se ven las zanahorias o los boniatos con sus raíces y son de temporada”.

Una de las tiendas donde suele ir Inma vende productos ecológicos y propios de una alimentación macrobiótica. Los cereales y las legumbres son la base de sus platos: las lentejas rojas, el arroz integral o la avena en grano son los alimentos más comunes que consume ya que estos no han pasado por una fábrica.

Junto a estos, los fermentados son esenciales en sus menús para”limpiar la sangre”. “Esta alimentación restablece tu equilibrio cuando has tenido excesos como en el alcohol, por ejemplo”, dice Inma. “Te ayuda, además, emocionalmente, para que te sientas mucho mejor”.

Los tés y las infusiones tampoco faltan en la alimentación de Inma, quien asegura tomar mucho Té Bancha, un producto japonés que tiene tres años de fermentación, o el Kukicha que es el tallo del té verde y se puede tomar por la noche ya que relaja.

Verduras en otoño

Las verduras para esta temporada otoñal suelen ser las uvas, la calabaza y el boniato. “Esto nos va a mantener el cuerpo para que se caliente de cara al invierno”.

Inma recomienda consumir frutas y verdura “de la tierra” y procedentes de las zonas más cercanas, en el caso de Melilla es Marruecos. “También recomiendo comprar con una bolsa de tela y colaboremos con el medio ambiente”.

Por último, Inma asegura que cada persona es diferente y no todos van a alimentarse de la misma manera, pero se debe observar qué es lo adecuado. Por ejemplo, si alguien come mucha carne, debe equilibrarlo con verdura, o si alguien sigue una dieta vegetariana, debe complementarlo con muchos cereales. El mensaje de Inma es “no comer por comer” y no recurrir a rutinas nada saludables como beber alcohol o consumir azúcares en exceso porque estas afectan no solo al cuerpo, sino también a la mente.

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