La juventud que necesita la sociedad actual

Muchos piensan que la juventud de nuestros días está desmotivada, es abúlica, individualista, materialista y muy hedonista, pero también es verdad que hay muchos jóvenes comprometidos y solidarios, ejemplo de convivencia con la sociedad que nos rodea, modelo de solidaridad y cumplidores respetuosos de las leyes y normas sociales, que abanderan los valores éticos y morales, y de los que debemos sentirnos orgullosos y satisfechos.

Sí, una juventud participativa y abnegada, responsable y comprometida, porque no todos los jóvenes que han crecido al amparo de esta sociedad materialista, egoísta e insolidaria, carecen de valores o se dejan llevar por la abulia y el individualismo y todas esas cosas que atraen a esa otra juventud, amante del hedonismo, de la fama y de las modas, imagen de la violencia, la insolidaridad, del desmadre y del desinterés social.

Teniendo en cuenta esto, podríamos catalogar a nuestra juventud en tres clases: La de los jóvenes conformistas e indolentes, displicentes y caprichosos, a quienes no les interesa la buena convivencia ni les preocupan los problemas sociales ni los conflictos del mundo. La de los jóvenes insatisfechos y antisistema, jóvenes desencantados con la realidad social de nuestros días que les hace ser agresivos, temerarios y bastante alocados, a quienes sólo les motiva la confrontación y la rebeldía y se dejan llevar por líderes políticos insensatos, taumaturgos sin conciencia, enmascarados de salvadores del mundo y defensores de la patria, cuyo único fin es atraer a esa juventud adocenada y rebelde, que no se da cuenta de que es manipulada al antojo de esos sátrapas que la hacen bailar como marionetas al son de sus intereses particulares, y que no defienden sus derechos, porque son individuos desmesuradamente codiciosos, interesados e hipócritas, que se dedican a engañar prometiendo el oro y el moro, y utilizan todo tipo de artimañas con las que captan prosélitos entre muchos de esos jóvenes para confabular contra los Poderes establecidos democráticamente, a fin de conseguir sus fines mezquinos y prosperar gracias a las malas artes que emplean.

Y son, precisamente, estas dos clases de jóvenes a quienes debemos tender la mano y orientarlos en el quehacer diario, ayudarles a corregir sus hábitos desordenados mediante normas y reglas que subsanen el excesivo afán de desmadre que guía sus pasos, corrijan los malos hábitos adquiridos y las desordenadas pautas de conducta por las que se han dejado llevar. Pero no olvidemos que necesitan confianza para hacerse a la nueva realidad, motivaciones que les ayuden a centrarse y estímulos que incentiven sus actos para que puedan superar las diferentes etapas de este aprendizaje y olvidar los malos hábitos adquiridos. Pero es necesario inculcarles la autoestima, que la mayoría de ellos nunca han tenido, para que pierdan el resquemor latente que permanece aún vivo en sus mentes rebeldes y el miedo a enfrentarse a la nueva realidad que les acoge. Recordarles en este aprendizaje que la práctica de la autocrítica es buena y, además, necesaria, porque mediante ella, se darán cuenta de los errores que han cometido, y podrán corregir su conducta.

Y la tercera clase de juventud es la de esos millares de jóvenes desconocidos, pero responsables y solidarios, preocupados por los problemas que tiene la sociedad en la que les ha tocado vivir. No hay duda de que esta es la clase de juventud que mayor satisfacción nos puede causar a los mayores, porque es la que muchos anhelábamos y la que echábamos tanto de menos. Pero, por fin, y aunque haya tenido que ser después de una catástrofe tan horrible— como la que ha sufrido recientemente parte de nuestra geografía—, que ha asolado diferentes comunidades autónomas de este país, vemos, con orgullo y satisfacción, la respuesta dada por numerosos grupos de Jóvenes anónimos, que creíamos que ya no existían, pero que nos han sorprendido dando ejemplo de solidaridad, participando y contribuyendo con total entereza, abnegación y generosidad en tareas de rescate, ayuda y asistencia, de manera tan responsable y con ganas de demostrarnos que son capaces de llevar la ilusión a esos conciudadanos valencianos, afectados por la Dana, que lo están pasando tan mal en estos momentos de crisis . Y cuando les hemos visto realizar tareas tan duras, que creíamos que no eran capaces de realizar, como las que nos han mostrado los Medios de Comunicación, nos hemos dado cuenta de que estábamos equivocados, porque esos jóvenes también existen

Emocionado por la encomiable labor de cooperación que llevan a cabo esa gran mayoría de jóvenes, les felicito y les pido en nombre de todos los españoles, que continúen manteniendo esos valores con ilusión, firmeza y constancia, para que sigamos pensando que todavía existe esa juventud con grandes valores, capaz de realizar las mayores proezas que no imaginábamos que pudiera realizar, porque creíamos que esa clase de jóvenes ya no existía. Gracias por vuestra colaboración, vuestra entrega y vuestra solidaridad.