El CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, informó hace tan sólo dos días que la ‘Inmigración’ ha pasado a ser según las estadísticas el primer problema considerado por la población española. De hecho, más de un treinta por ciento de los encuestados así lo ha afirmado con rotundidad.
El suceso es peculiar, ya que a principios de verano, en concreto, durante el pasado mes de julio, la inmigración era el cuarto problema considerado por la ciudadanía, y a mediados de la Década 2000-2010, era el noveno, por lo que siempre ha estado por detrás de la vivienda, el desempleo, y la discusión política.
La subida del IPC apenas está estratificada en las encuestas del CIS, mientras que los votantes de VOX, no llegan al treinta por ciento que dan esta opinión, por lo que el problema inmigratorio se puede decir que ha pasado a ser el primero a considerar en la sociedad española de una forma generalizada.
Si bien es cierto que a mediados de los 90, cuando empezó a surgir la venida ilegal de inmigrantes se comenzó a ver desde los estratos sociales de la Derecha como un mal necesario por el decaimiento de la asistencia laboral en la agricultura por parte de la ciudadanía nacional y directamente se recolocaron a estas personas en trabajos agrícolas. La inmigración en sí, siempre suscitó en el sector más progresista de España una mayor sensibilidad social y se veía la necesidad de integrar a los inmigrantes con programas específicos. En la actualidad, el volumen de inmigrantes ha aumentado enormemente y los inmigrantes ya forman parte de nuestros núcleos urbanos.
La idiosincrasia nacional siempre ha visto la inmigración como un hecho a solucionar mediante dos vías. La primera es realizar programas de formación y agilización de la documentación para que los inmigrantes puedan vivir en España con todos los servicios de que disponen el resto de los ciudadanos y la segunda vía era la ayuda internacional. Lo que implica una mayor colaboración para frenar la pobreza en los países emisores de inmigrantes a nuestro país, vía diplomática, económica y social desde su origen.
Sin embargo, el hecho de que las asociaciones de inmigrantes, vean el problema de inclusión social como una integración social y no como una asimilación, es lo que está generando un distanciamiento entre la población inmigrante y la nativa.
Las previsiones del Gobierno central en estos momentos y desde hace dos años, es que España necesita una población de sesenta millones de habitantes para 2050 y recuperar así un equilibrio en su pirámide poblacional cuyo crecimiento vegetativo es negativo desde hace más de diez años.
Una repoblación de pueblos abandonados o en vías de extinción, de los que ya están surgiendo entidades políticas propias para reclamar su derecho a existir, y la inmigración se ve como una alternativa para ser repoblados, o bien con jóvenes desempleados o desempleados de larga duración como anunciaba el Gobierno de Sánchez en el año 2017. Sin embargo, ni desempleados ni ciudadanos de estas localidades quieren ir o seguir allí, por los que estos pueblos siguen siendo abandonados por sus habitantes más jóvenes y las acciones del Gobierno no están siendo lo suficientemente resolutivas para acabar con el problema.
Los inmigrantes reclaman su derecho a seguir siendo como son y mantener su educación e incluirse ésta debería de formar parte de la pluricultultura nacional de España, dadas sus nuevas realidades, pero existe un distanciamiento entre los planes estatales y aspiraciones de las comunidades extranjeras a la identidad y ideología de la poblacional nativa.
Por otra parte, la crisis del Covid 19 y posteriormente la Guerra de Ucrania con una grave crisis energética ha encarecido la vida, sumiendo a España en una grave crisis que albergar una gran cantidad de inmigrantes y que éstos no cesen de llegar, según todos los medios de comunicación a nivel nacional lo ven como el problema en boga de nuestros días. De hecho, el CIS tras una encuesta realizada a cuatro mil personas, más de un tercio de los encuestados asevera que la inmigración es el primer problema nacional por encima de los habitacionales, laborales y políticos.
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