La impugnación de Coalición por Melilla

Ni un paso hacia delante, sólo hacia atrás como los cangrejos. Es lamentable pero es así y poco más puedo concluir después de los peregrinos argumentos aducidos ayer por Aberchán, en nombre de CpM, para hacer valer una impugnación contra los resultados electorales que si de algo servirá será para dar más tiempo al presidente Imbroda en su difícil entuerto de encajar cargos en la estructura de un nuevo Gobierno que, por directriz general de Rajoy, deberá cuando menos reducir en dos sus doce Consejerías actuales.
Al margen de ello, de nada servirá la impugnación electoral de CpM. Lo digo y me reafirmo de antemano, como ya lo hice en 2007 –cuando la primera impugnación electoral de los cepemistas-, a riesgo, tal cual pasó entonces, de que me critiquen y dediquen por ello nuevos exabruptos y adjetivos muy subidos de tono.
CpM sustentó ayer su impugnación en la diferente tonalidad –diferente color según Aberchán- de los sobres que contenían papeletas del PP. El argumento ya se adujo primero ante la Junta Electoral de Zona, que lo rechazó en función de los criterios de la Junta Electoral Central al respecto, y la pasada semana volvió a ser rechazado por la propia JEC, que alegó no sólo la doctrina reiterada de admitir sobres con distinta tonalidad y mismo color, sino también que la denuncia cepemista era además “genérica e indeterminada”, no referida a votos concretos y por tanto imposible de valorar en su veracidad. Aún así, erre que erre, CpM sigue en sus treces, ocasionando por segunda vez un grave perjuicio a toda Melilla al paralizar por un mes el normal funcionamiento de la Ciudad Autónoma.   
Según la teoría de Aberchán, los sobres de tonalidad más clara se corresponden con los utilizados por el PP para comprar 2.200 votos entre los colectivos más desfavorecidos. Añade que en los colegios donde votaban los habitantes de los distritos que acumulan más paro, pobreza y falta de cualificación académica, los electores acudían sobre en mano, cosa que, según Aberchán, no sucedió en otros colegios.
Miren por donde conservo en mi casa la propaganda del mailing del PP y también la del PSOE: las dos únicas formaciones que me hicieron llegar sus papeletas en los pasados comicios. Ayer la revisé y pude ver que efectivamente el sobre que me envió el Partido Popular, al igual que la papeleta, es de una tonalidad más clara que la del sobre del PSOE y papeleta con la candidatura socialista.  Es lógico pensar que al igual que a mi casa pudieron llegar a otras muchas y que sus receptores bien pudieron utilizarlos para comparecer ante las urnas con su voto preparado. Desconozco por tanto en qué modo sirve de prueba ese cambio de tonalidad o el hecho de ir a votar con el sobre electoral en mano, para demostrar, como quiere hacernos ver Aberchán, que se trataba de votos comprados por el PP.
El cepemista ayer no lo explicó como tampoco explicó por qué el PP ha comprado 2.200 votos y no 1.880 como dijo hace unas semanas. Supongo que lo fundamentará en su recurso. De lo contrario, teniendo en cuenta su contumaz negativa a admitir los resultados electorales, cuando menos le debería caer una sanción por paralizar, sin fundamento, la constitución de nuestra Asamblea.
Si como dice CpM, son tantas las pruebas de compra masiva de votos, dónde están los testimonios que lo avalen y dónde los abogados que ya tendrían que haber aconsejado la correspondiente denuncia ante la jurisdicción penal, con el total de declaraciones realizadas ante notario para revestirlas de peso legal suficiente. Si al menos hubieran hecho esto su recurso podría tener un sentido que, hoy por hoy, no demuestra. Más bien reitera lo que ya se alegó de forma inconcreta, genérica y sin pruebas ante las Juntas Electorales de Zona y Central.
En Derecho, y no lo digo yo sino que lo dice la JEC, se protegen los actos electorales porque, de lo contrario, quedarían al albur de prácticas malévolas de quienes no admiten los resultados o simplemente se oponen al sistema democrático y electoral que rige en nuestro país. Deben existir pruebas concretas suficientes y una praxis en la denuncia que CpM tampoco ha seguido en ningún caso. Ni haciendo constar en acta cuántos sobres de tonalidad distinta se recontaron en cada urna, ni mucho menos su protesta porque fuesen admitidos, ni tampoco ningún tipo de objeción al respecto cuando se procedió a revisar el recuento en el acto de escrutinio general, oficial y definitivo.
Desconozco qué persigue, porque si hoy por hoy existen diligencias previas en los juzgados sobre posibles intentos de compra de sufragios es, a instancias de la Policía, precisamente contra activistas de CpM que fueron interceptados en el día de las votaciones con papeletas del partido de Aberchán y dinero que, en su suma total, oscilaba en torno a los 3.000 euros.
No podemos olvidar que Aberchán, junto a otros cepemistas y socialistas, hasta un total de 27, está imputado en un presunto delito electoral continuado por el supuesto fraude en las Generales de 2008, a costa del voto por correo y  el uso espurio de los Planes de Empleo públicos de la Delegación del Gobierno.
Sencillamente me parece que CpM está actuando de forma temeraria en perjuicio de Melilla y también de un mínimo entendimiento entre nuestra clase política. Y no quiero ir más lejos en mis reflexiones aunque haya detalles que puedan barruntar un montaje al servicio de no sé qué intereses. Me refiero, por ejemplo, a la notoria presencia ayer de prensa marroquí en la rueda de prensa de Aberchán.
Por último, no se equivoquen, si alguien compró votos, no será por esta vía de la impugnación como se aclare o investigue. Para eso está la jurisdicción penal que es la que entiende de delitos. En el contencioso electoral sólo se verán posibles irregularidades demostrables y decisorias para determinar si se ha alterado el resultado de los comicios. Todo lo demás es necesario aclararlo, pero no con una impugnación sin fundamento sino con denuncias demostrables ante la Fiscalía y los tribunales de lo Penal. Y si CpM tiene esas pruebas, ya está tardando mucho en presentarlas donde es debido.