Cultura y Tradiciones

La importancia de jugar en la infancia

La Declaración de los Derechos del Niño recoge el derecho de los niños y niñas al juego, considerándolo un derecho tan importante como puede serlo el derecho a la salud o a la educación. Lo es porque la actividad lúdica cumple una función fundamental: es jugando como el ser humano se desarrolla a nivel intelectual, físico y social. La Asociación Española de Pediatría especifica en su ‘Guía Práctica de Padres’ que en la primera infancia los juegos implican aprendizaje, estimulación y experimentación.

Más allá de la mera recreación, el juego es un lenguaje universal que hablan personas de todas las edades y que trasciende fronteras nacionales, culturales y socioeconómicas, según remarcó Naciones Unidas. También estimula la resiliencia, la creatividad y la innovación de los individuos. "Para los niños en especial, ya que el juego los ayuda a construir relaciones, superar traumas y resolver problemas.

También los ayuda a desarrollar las habilidades cognitivas, físicas, creativas, sociales y emocionales que necesitan para prosperar en un mundo en constante cambio", señaló la ONU.

La privación de oportunidades para jugar perjudica directamente el bienestar y el desarrollo de los niños. En los entornos educativos, el aprendizaje basado en el juego es reconocido como un enfoque eficaz para implicar activamente a los alumnos en el proceso, ya que permite que las actividades sean más amenas y pertinentes, incrementando tanto la motivación como la retención de la información.

Además, se considera que el juego tiene efectos positivos en la promoción de la tolerancia y la resiliencia, además de facilitar la inclusión social, la prevención de conflictos y la consolidación de la paz. Por ello, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño consagró el juego como un derecho fundamental de todos los niños en su artículo 31.

En este sentido, el Observatorio del Juego Infantil reafirma las ventajas y beneficios de jugar son múltiples y se extienden desde la niñez hasta la vida adulta. Por ejemplo, diversos estudios evidenciaron que el vocabulario de los niños en edad preescolar está directamente relacionado con el juego imaginario.

Además, los niños que juegan con materiales de contenido alfabético tienden a desarrollar mejores habilidades en el lenguaje. Por otro lado, se considera que el juego imaginario es de vital importancia para el desarrollo de la curiosidad y la regulación de las emociones de los niños. Adicionalmente, ciertos estudios demostraron una relación directa entre el juego y la reducción de los niveles de estrés.

El pasado11 de junio se celebró el Día Internacional del Juego y el Observatorio del Juego Infantil elaboró lo que han llamado un ‘menú saludable’ del juego. De dicho informe se extrae la importancia de que los más pequeños disfruten al aire libre, lo cual revierte en sensaciones muy positivas: “hoy sabemos por estudios que los niños que pasan más tiempo en entornos naturales, tienen mejores capacidades cognitivas y menos problemas de comportamiento. Es decir no sólo mejora su salud física, sino también su salud mental, sus capacidades cognitivas y su comportamiento”, explica el psicólogo melillense, Fernando Cabo Castro.

Jugar al aire libre es beneficioso para los niños, pero no sólo debemos prestar atención al entorno donde desarrollan su actividad sino también a la clase de juegos más convenientes: “si en vez de fijarnos en los sitios de juego, nos fijamos en las clases de juego distinguimos juegos libres, simbólicos, con reglas. Por ejemplo en los libres y simbólicos fomentarían la creatividad y la empatía. Los juegos con reglas mejorarían, o enseñarían a los niños a desarrollar estrategias lógicas que son fundamentales para la futura convivencia en sociedad”, matiza.

El uso de dispositivos digitales no se prohíben en este estudio, pero, puntualizan, que es vital supervisar qué contenido ven y limitar el tiempo de exposición a esas pantallas: “de hecho, los estudios más recientes indican que a medida que los niños pasan más tiempo delante de una pantalla se produce mayor retraso en el desarrollo, especialmente en el lenguaje. Eso tiene mucho sentido porque cuando los niños están pendientes de la pantalla, ya sea de la televisión, del móvil o de la tablet, no están pendientes ni de jugar”, explica Fernando Cabo Castro.

Frente a las nuevas tecnologías, los psicólogos continúan apostando por la diversión al aire libre: “si a ese juego libre, le añadimos actividades con otros niños, éstos aprenden a regular expresiones emocionales, construyen relaciones sociales, integran conocimientos que son capaces de utilizar en el ámbito social, desarrollan habilidades y todo de forma estructurada y dirigidos a adultos. Por eso, al final, las consecuencias son muy positiva porque el niño aprende autonomía y se prepara para la vida adulta”.

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