El ambiente en este segundo día de Pascua musulmana es de acogida en el barrio de El Poblado. Las familias invitan a comer a todo el que pasa cerca de sus casas y asan los pinchitos en las calles. El Faro ha visitado este barrio de Melilla para descubrir las costumbres de las familias musulmanas en este día.
En la puerta de su casa Sara junto a su amiga Naguel trinchaban los trozos de cordero que estuvieron cortando durante toda la mañana para asar los pinchitos a la barbacoa. Su truco para que salgan buenos es utilizar cebolla, perejil, cilantro y lo que no pueden faltar, especias morunas. Para beber, no puede faltar el té. Caliente siempre aunque haga calor.
Ayer comieron hígados cocinados en salsa y carne al vapor, ya que el primer día de Pascua es lo que se suele comer, para dar paso a la carne en este segundo día.
La mesa que han instalado en la calle está repleta de condimentos y sobre todo de carne. Sara explicó a El Faro que la comida que no utilizan se la dan a las familias más necesitadas de el barrio porque la Pascua es compartir. "Hay que sentir la fiesta", dijo Sara.
Las manos de estas amigas estaban decoradas con henna. Una vecina de el barrio, a la que se le da muy bien, pintó las manos de estas dos melillenses ayer por la noche. Como explicó Sara, la henna se tiene que utilizar o en la misma noche de Pascua o en la anterior, tal y como manda la tradición.
En el día de ayer, esta familia elaboró los famosos callos aunque a Sara no le hacen mucha gracia. En su mesa no solo se juntan la familia sino los amigos como Naguel porque son momentos de unidad y de compartir.
Tanto es así que otra de las vecinas de el barrio, Fatija, abrió las puertas de su casa a este diario y mostró cómo vive su familia este día. Lo primero fue maquillarse, porque esta melillense no quería salir en video de cualquier manera.
Fatija estaba trinchando el borrego para hacer los pinchitos más tarde en su salón. "Llevo casi media hora para cortarlo y ahora le voy a echar las especias", explicó. Ya sobre el mediodía, tenía un bol muy grande con toda la carne cortada y algunos pinchitos que ya le había dado tiempo a montar. Después todo a la barbacoa. Lo que sobre, contó, al congelador o a repartir entre todo el que pase cerca de su casa.
Sobre su mesa también tenía una pata bien grande de cordero. Con esta pieza de carne, ella suele cortarlo y ponerlo al horno con ciruelas secas, agua, canela, azúcar y agua de azahar. Luego lo deja caramelizar en el horno y le añade unas almendras asadas. "Sale muy bueno", confesó. En cuanto a las costillas, las suele hacer al vapor y echarle un poco de vino y sal, todo con un poco de té, "con un vaso de té caliente, perfecto".
Esta vecina afirma que con la comida de la Pascua hay que tomar té sí o sí, "con el té caliente se funde la grasa". Si lo tomas con algo fresquito, dice, la grasa se acumula. "Cuando lo tomas caliente, la grasa se suelta y se va", afirmó. Da igual si hace calor, "estamos acostumbrado al té, por la mañana, por la tarde y por la noche". En su familia no falta el té en la mesa.
Para terminar con toda esta carne, Fatija ha preparado unos pasteles dulces caseros. Uno relleno de dátiles y otros de mantequilla y huevo. "Son pasteles sencillos que no tienen mucha dificultad". Como comen mucha carne, ella hace postres más ligeros. Para elaborar los pasteles tardó una hora solamente.
A Fatija le gusta compartir y alaba la generosidad de todos los musulmanes que acogen en sus casas a todo el mundo e incluso los invitan a comer aunque ni siquiera los conozcan. En su familia son cuatro y los vecinos "todos los vecinos somos como familia, quien viene y llama a la puerta, entra a comer". Fatija también contó a este diario que la gente que pasa por su puerta, no se va sin probar lo que esté cocinando, ella les ofrece siempre para que prueben la cocina típica de su cultura.
La Pascua desde la pandemia no es igual", lamentó Fatija. Ella echa de menos los tiempos en los que se podía sacrificar a los borregos en la calle cerca de sus casas. "Antes la Pascua era muy bonita porque estaban todos los vecinos en la puerta", explicó. De esta manera todos los vecinos se juntaban haciendo barbacoas. Cada uno en su casa pero todos unidos celebrando una fiesta importante en el calendario del islam.
A ella no le gusta perder el tiempo en el matadero, cogiendo número y esperando mucho tiempo, dijo. Prefería cuando lo hacían en la calle porque su cada, comentó, es muy pequeña. "Aquí estábamos todos juntos, unos ayudaban a otros, y los vecinos éramos como familia", recordó esta vecina de El Poblado. Echando la vista atrás, rememora unos años en los que las televisiones locales acudían a el barrio a mostrar esta fiesta. "Ahora la calle está vacía", lamentó.
Como la mayoría de los vecinos no tienen familia en Melilla, se juntaban todos los vecinos para no estar solos en estas fiestas tan señaladas. "Pero hace cuatro o cinco años, está prohibido matar en la calle", explicó Fatija.
La Pascua no solo la celebran los musulmanes sino que algunos cristianos se unen a familia o amigos de esta religión. Es el caso de Marcos. Este melillense se casó con una musulmana y, aunque ahora esté divorciado, sigue celebrando las costumbres musulmanas. Su boda incluso fue una boda moruna, recordó. "Todos los que vinieron salieron encantados, y más les gustó porque era diferente a lo que estaban acostumbrados".
"Puede ser como unas Navidades por poner un ejemplo", dijo Marcos. Él asemeja la Navidad para los cristianos con la Pascua musulmana ,"es lo mismo pero cada uno con sus costumbres", explicó. "Me he quedado con dos Navidades más o menos, una en invierno y otra en verano", bromeó Marcos.
Lo mejor de Melilla para él, es conocer otras culturas, vivirlas y aprender de ellas. "La comida y la costumbre en sí es bonita", resaltó Marcos. Hoy se han comido el borrego a la parrilla y "está buenísimo", dijo. A este melillense no solo le gusta la comida de estas fechas sino que a veces las prefiere. Como los callos "prefiero los de ternera y los de cordero más que los de cerdo, mejor que los otros", explicó.
Él afirmó que se lo come todo, los sesos, los hígados, la igual. Para beber, en su círculo de amigos tampoco puede faltar el té. Marcos explica que desde que se despiertan están saliendo teteras y no paran de beberlo, comiendo, merendando o charlando.
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