Cultura y Tradiciones

La historia en Melilla de Cándido Lobera: militar, periodista, escritor y político

Melilla posee multitud de personalidades históricas entre los restos del cementerio. Personas que han pasado a la historia de la ciudad por sus hechos, hazañas e importancia sociopolítica. En este artículo hablaremos de la memoria de Cándido Lobera, el cual dispone de una calle justo donde se encuentra el Teatro Kursaal Fernando Arrabal.

Según datos aportados por Isabel María Migallón Aguilar, Cándido nació en Granada el 16 de abril de 1871, hijo de Cándido Lobera (Soria) y de María de la Concepción Girela (Granada). Fue bautizado el mismo día en la Iglesia Parroquial del Sagrario. Era de familia de comerciantes sorianos establecidos en Granada desde mediados del siglo XIX, su padre se inició como dependiente de un comercio de tejidos.

A mediados de 1886, aparece como aspirante para ingresar como alumno en la Academia General Militar, con el número 136. Tres años más tarde, en julio de 1889, recibía en Toledo la estrella de Alférez, pasando a continuar sus estudios en la Academia de Artillería de Segovia.

En 1893, el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra lo promueve al empleo de primer teniente de Artillería, siendo destinado al XIII Batallón de Artillería de Plaza, escasamente dos meses antes del inicio de la Guerra de Margallo.

Su matrimonio, años más tarde (16 julio 1896), con doña Francisca Peré López de la Blanca, decidiría, entre otros, la búsqueda de su residencia definitiva en Melilla. A finales del siglo XIX, nunca mejor dicho (19 diciembre 1899), aparece destinado como profesor de la Academia Regional Preparatoria de Sargentos en Melilla, complementando la actividad desarrollada en la Academia Santa Bárbara.

El 1 de marzo de 1902 sale el primer número del periódico El Telegrama (Melilla) del que será fundador y propietario. Queda patente su importancia como periodista y militar al compartir mesa y mantel, con el Rey Alfonso XIII, en la comida del 13 de enero de 1911, junto a Jaime Tur (periodista), y Pablo Vallescá (Presidente de la Cámara Oficial de Comercio).

A finales de septiembre del mismo año, por su constancia e intachable conducta en el Servicio, se le concedió la Cruz de San Hermenegildo. En agosto de 1912 señala la primera colaboración entre el arquitecto Nieto y Cándido Lobera, al diseñar para éste su futuro domicilio y sede, a su vez, del periódico. Al mes siguiente, regresa a Melilla después de haber conferenciado sobre asuntos africanos con los Ministros de la Guerra y de Fomento, y con el Director de Obras Públicas.

A finales de 1918, solicita y se le concede el retiro del Ejército, dedicándose de lleno a la labor periodística. A finales de abril de 1919, viaja como presidente de la Cámara Agrícola para la gestión de asuntos relacionados con el fomento de la agricultura en Melilla y, a principios de marzo del año siguiente, muestra su descontento por atribuírsele a la ciudad una opinión favorable de incorporarse, como futuro municipio, a la provincia de Málaga. Como dice el Sr. Muñoz, presidente accidental de la Cámara Oficial de Comercio: “Melilla quiere Ayuntamiento, pero sin depender de Málaga ni Almería”.

Rasgo de generosidad, por el señor Lobera, es ceder el importe íntegro de un agasajo hacia su persona, previsto, a mediados de 1920, por los funcionarios civiles de la ciudad, en beneficio de los pobres melillenses. El director de El Telegrama del Rif, como presidente de la Cámara Agrícola, ofrecerá sendos banquetes al general Fernández Silvestre y al ministro de la Guerra señor Vizconde de Eza.

Tras los sucesos del verano de 1921 y cuando se llevó a cabo la reconquista del territorio, fue testigo de lo que allí encontraron las tropas dando cuenta de ello en las páginas de su diario.

En febrero de 1927, se solicita al Gobierno, por iniciativa de las Cámaras Oficiales de Comercio y Agrícola, Asociación de la Prensa, Comunidad israelita, entre otras, y patrocinada por el general Castro Girona, una recompensa para el señor Lobera por su patriotismo y laborar en pro de los intereses del Protectorado de España en Marruecos.

Al mes siguiente, en primer lugar, celebra el 25 Aniversario de la fundación de El Telegrama del Rif y, en segundo término, en la Gaceta de Madrid (10 marzo 1927), sale su nombramiento como Vicepresidente de la Junta Municipal de Melilla, con fecha 8 de marzo.

El día 30 de abril, a las once y media de la mañana, a los 61 años de edad fallecía. La capilla ardiente quedó instalada en el despacho de dirección del periódico. En señal de duelo, “el Ayuntamiento y el Casino Español, del que era presidente honorario” pusieron la bandera a media asta. Los funerales se celebraron el día 6 de mayo por la mañana.

Esta fue la necrológica que le dedica la revista África en su número de abril de 1932, contrarrestando la anterior editorial: “Al entrar en máquina este número recibimos la triste noticia del fallecimiento de D. Cándido Lobera Girela, fundador del hoy decano de los períodos marroquíes El Telegrama del Rif, infatigable luchador por el engrandecimiento y el progreso de la ciudad de Melilla, quien le debe una envidiable administración y una organización perfecta e insuperable de los servicios municipales. Descanse en paz el ilustre maestro de los periodistas y eximio ciudadano y reciban nuestro pésame sincero sus familiares y su gran obra en vida El Telegrama del Rif orgullo de la prensa hispanoafricana”.

Por otra parte, se destaca el contenido de la esquela publicada en ABC (Madrid), donde se detalla su laureada vida: “Comandante de Artillería, retirado, y director propietario de El Telegrama del Rif, caballero de la Orden de Carlos III, comendador de la orden Uisan Alauita Cherifiana, caballero de la Legión de Honor, placas del mérito militar con distintivo rojo y blanco, medalla de plata de la campaña del Rif, medalla de plata de la campaña de Melilla de 1911, medalla de África, cruz de San Hermenegildo, medalla del Trabajo, medalla de oro de la Cruz Roja, medalla de la Caja Postal de Ahorros y otras varias” (q.e.p.d.).

El reconocimiento a una vida entregada por la prosperidad de la ciudad queda al menos reflejada en el nombre de un Parque (propuesta del alcalde Sr. Díez en marzo de 1933) y el de una calle (diciembre de 1940).

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