Categorías: Cultura y Tradiciones

‘La hija del Caribe’ de María Paz Ruiz de Bogotá gana el Encarna León

El segundo premio de este concurso de relatos cortos fue para ‘Marta quiere ser árbol’ de Manuel Luque Tapia de Córdoba por ser una obra sobrecogedora.

En un acto lleno de emotividad y de bellas palabras para Melilla se produjo el fallo del X Certamen de Relato Corto ‘Encarna León’ que este año fue a parar a la ciudad de Bogotá, a una escritora que con el título ‘La hija del Caribe’, conquistó a los componentes del jurado de esta nueva edición. Esta obra fue escrita por María Paz Ruiz Gil y se describió en el acta del fallo del jurado como una obra con fuerza y ritmo y que “es realismo mágico puro teñido de humor especial que da ternura y una mayor emoción a lo narrado”.  
Asimismo, “porque es sobrecogedor y reúne una mezcla de voces femeninas que dan intensidad a la narración”, el jurado acordó dar el  segundo premio al relato titulado ‘Marta quiere ser árbol’, que fue escrita por el autor Manuel Luque Tapia que reside en Córdoba.
De esta forma, estos dos escritores recibirán 6.000 euros para el primero y 2.500 para el segundo, además de la publicación en un libro que se presentará el próximo año de estas obras.
En este sentido, el jurado determinó que por consideración a los valores morales y literarios recomendar la publicación junto con los galardonados de los relatos ‘Pensión Acapulco’, ‘Liberación’ y ‘Lentejuelas’.

Dos ganadoras de 631 obras

El acto comenzó con unas palabras del consejero de Educación y Colectivos Sociales, Antonio Miranda, quien recordó los datos más relevantes de este certamen que está consiguiendo difundir el nombre de Melilla a todos los rincones del mundo.
Miranda indicó que el plazo de presentación de los relatos finalizó el pasado 25 de noviembre y que se registraron 631 relatos que provenían de nuestro país y de otros 37 paises de todos los continentes, sobre todo, de la zona de Iberoamérica y llamó la atención recibir uno desde Australia.
También comentó que las mejores revistas literarias recogen entre sus páginas este certamen, que entre sus requisitos estaban escribir un texto original de entre ocho y quince folios con temática libre, pero en los que se valora que la mujer tenga un papel especial y que se dignifique su imagen en la sociedad. Además, informó de que hubo una primera selección con 123 obras  y sólo 16 pasaron a la final.

‘Dos sorbos exactos’

Muy emocionada, la ganadora del certamen del pasado año, Gladys Ruiz de Azúa Aracama, declaró que estaba “muy feliz y muy agradecida”. Dos adjetivos que no paró de mencionar a lo largo de un breve discurso en el que felicitó a las autoridades locales por este certamen, un concurso que permite a escritores noveles, sobre todo, porque al ganar premios como éste le dan una oportunidad de dar a conocer sus obras. Además, ganar también supone un incentivo para seguir escribiendo, tal y como indicó.
Ruiz de Azúa confesó que el relato ‘Dos sorbos exactos’ fue el cuarto relato enviado a este certamen. Así, aseguró que al no haber ganado las tres primeras veces hace que realmente te preguntes si quieres ser escritora y te da una lección de humildad. De esta forma, explicó al numeroso público presente que se preguntaba en qué había fallado, por qué no había atrapado a los componentes del jurado con su texto y este tipo de cuestiones es lo que te lleva a continuar escribiendo y trabajando duro. Hasta cuatro años más trabajó, como indicó ella entre risas, aunque aseguró que “mereció la pena”, como todas aquellas cosa que nos cuesta trabajo conseguir.
Ruiz de Azúa comenzó a escribir a los 50 años, lo que ella considera la vejez, y aseguró que nunca hubiera pensado cuando un día hace siete años escribió su primera palabra ‘siempre’ que ganaría el ‘Encarna León’. Por lo tanto, aseguró que para ser un escritor había que tener dos cosas, siendo vocación y humildad, estos dos factores.
De su obra comentó que tiene un final abierto y que cuando ganó el certamen sólo recibía llamadas y correos pidiéndole el final, así que animó a sus conocidos a escribirlo y su sorpresa fue que ante lo que ella pensaba de su imaginación desbordante, se quedó pequeña ante el diluvio de ideas foráneas.
Sentenció que es una romántica sin remedio y que este libro no sólo habla de amor, sino de la pasión y de la fuerza del amor, esto es, de los sentimientos pasionales que mueven el mundo. Por último indicó que “hay que escribir con pasión puesto que es la única forma de hacer un acto creativo que mueva a los demás”.

‘El sastre’

La segunda premiada del pasado año fue la obra ‘El sastre’ de la escritora Janette Becerra, quien viajó 24 horas hasta llegar a Melilla sólo para estar en este acto. No le dio mucho tiempo de ver la ciudad, sin embargo, aseguró que ‘El Pueblo’ es un recinto amurallado muy similar al de su ciudad, San Juan de Puerto Rico, y que le recordó mucho a ella cuando llegó, una señal de que se quiere a esta tierra.
En su caso, fue la primera vez que envió un relato, pero confesó que mientras el año pasado se anunciaban los ganadores, ella estaba conectada a Internet en Puerto Rico intentado ver alguna crónica de algún periódico local, que finalmente no pudo ver hasta el día después.
Comparó ‘El sastre’ con una visión posmoderna de ‘La Bella y la Bestia’, entendiendo esta metáfora como la dilución de un mito, ya que al final la Bella se afea y la Bestia se embellece. Además, indicó que su texto es la tela que un sastre cose, un traje que al final aspira a producir belleza.

Una oda a Melilla

Sería injusto finalizar esta noticia sin mencionar las calurosas y bellas palabras que la presidenta del jurado, Elsa López, expresó frente al público tras la presentación que la escritora Encarna León realizó sobre su vida profesional.
Una ciudad mágica, algo especial y que se encuentra cerca de su tierra, Guinea Ecuatorial, y en el Mediterráneo. De hermosa arquitectura y un puerto que es una maravilla, un escenario que ve cada vez distinto y en el que hoy pudo ver la hermosura del mar rompiendo en las rocas.
Aseguró que esta tierra infunde un carácter especial a su gente que es amable y acogedora y que aunque no puedan verlo, Melilla es un símbolo para los españoles de fortaleza y resistencia. Un discurso que emocionó a los presentes por la sinceridad en la que fue entonado, como si se tratase de un  bello poema.
Por último, se presentaron las bases del XI Certamen y un dúo de violines puso el punto y final  a este acto que cerró la semana de actividades por el Día de la Mujer

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