Cristina Barreiro (1973) es historiadora y profesora Titular de Historia Contemporánea y doctora en periodismo. Ejerce la docencia en la facultad de Humanidades de la Universidad CEU-San Pablo. Es autora de diversos libros como las Hijas de isabel II, Consortes reales. Esposas y esposos de la monarquía desde el siglo XVIII hasta hoy... Recientemente ha publicado la novela histórica “Bee. Beatriz de Sajonia-Coburgo, una princesa victoriana en España”. A través de sus páginas se nos revela una vida intensa, con unos lazos dinásticos que le permitieron disfrutar de la grandeza de los imperios. Su marido, Alfonso Orleans, participó como aviador en la guerra del Rif y ella vino a Melilla a visitarlo. Aquí la recibió en el puerto el general Jordana. Llegó cargada de cajas llenas de medicinas y materiales sanitarios conseguidos gracias a donaciones de parientes y a lo recaudado en las ferias de caridad. Era entonces Melilla una ciudad de mucho movimiento, con la soldadesca paseando por las callejuelas y cierto ambiente cuartelario. Melilla le entusiasmó y permaneció aquí casi un mes.
-Beatriz fue princesa de la Gran Bretaña y murió como Infanta de España. Esposa de un aviador. ¿Quién fue esta mujer? ¿Por qué ha decidido escribir sobre ella?
-Era nieta de la reina Victoria de Inglaterra por parte paterna y nieta del zar Alejandro II por parte materna. Además, se casó con el infante Alfonso de Orleáns, nieto de la reina Isabel II de Borbón. ¡Demasiada concentración de realeza! Tiene una vida intensa, con unos lazos dinásticos que le permitieron disfrutar de la grandeza de los Imperios pero también sufrir la tragedia que para ella supuso la Revolución Bolchevique y la Guerra Civil Española. Unas vivencias que convertían a Bee en una mujer con interés para una historia novelada.
-Ella era victoriana, ¿se adaptó bien a España cuando se casó con Alfonso de Orlenas, en aquella época rancia?
-Le costó. Había viajado muchísimo antes de llegar a España. Su infancia
transcurrió entre Londres, Malta y Coburgo, con estancias muy prolongadas en Rusia y Rumanía. España era diferente. Desde la pérdida de Cuba y Puerto Rico había dejado de ser un Imperio y entre la Familia Real se respiraba todavía un ambiente marcado por la férrea presencia de María Cristina de Habsburgo, la madre de Alfonso XIII. La antigua regente mantenía muchas de sus antiguas damas de Corte que no veían del todo bien el carácter cosmopolita de Beatriz. Ella era deportista, habladora y se había resistido a convertirse al catolicismo, lo que no terminaba de encajar en el entorno palaciego. Además, quiso amamantar a sus hijos, algo que los palaciegos vieron con horror. Resultaba demasiado moderno.
-Su marido Alfonso de Orleans solicitó ir a Melilla. ¿Por qué motivo? Fue aceptado en el Regimiento de San Fernando a las órdenes del coronel Primo de Rivera.
-La Guerra del Rif fue terrible; una tragedia humana y económica que dividió a los españoles y a la clase política. Pero una parte de la oficialidad quería mostrar su patriotismo y de ahí su disposición a marchar a Melilla para enfrentarse a las cabilas rebeldes. Alfonso lo solicita tras licenciarse en la Academia de Toledo. Pero aquello coincide con el revuelo que se crea como consecuencia de su boda con Bee en Coburgo. Por ese motivo no le dejan regresar a España y está a punto de perder la carrera militar. Esto ocurre en 1909, en plenas repercusiones por lo ocurrido en el Barranco del Lobo. Y hasta septiembre de 1911 no le autorizan a reintegrarse en el Ejército. Lo hace como segundo teniente de infantería. Así consta en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra. Participó en las operaciones militares en la posición de Imarufen, con los generales Ordoñez, Ros y Aguilera. Padeció como tantos otros la disentería y pasó un tiempo en un hospital de campaña. Bee fue a visitarle a comienzos de 1912 y además, embarazada. La recibió en el puerto el general Jordana. La ciudad le entusiasmó. El puente de la Alcazaba, el torreón de Cabras...y el zoco El-Had de Benisicar. Se hospedó en el hotel reina Victoria. Años después, ya en 1929, visitó Ceuta con su hermana, María, la reina de Rumanía. Alfonso participará como aviador en el desembarco de Alhucemas, al frente de una escuadrilla Fokker. Hasta entonces, no se consiguió vencer a Abd el-Krim.
-Él emocionado, ella tan contenta no estaba, sabía que era una guerra cruenta. Al final ella decide ir a Marruecos a ayudar. Siempre se sintió atraída por la sanidad. ¿Qué papel desempeñó la princesa en la guerra? ¿Qué material llevó?
-El Rif fue una catástrofe colectiva. En un tiempo en el que existía la redención por cuotas. La mayoría de los jóvenes que formaban la tropa eran gente humilde y eso caldeaba los ánimos en la península. Bee sabía que podía no volver a verle. Conocía el peligro. La guerra del Rif se había recrudecido y las escaramuzas con los nacionalistas rifeños eran continuas. Por la prensa conocían cómo cada día caían decenas de soldados españoles. Nador, Zeluán…
¡Pero era la guerra! Cuando Bee llega a Melilla por primera vez lo hizo cargada de cajas, llena de medicinas y materiales sanitarios conseguidos gracias a donaciones de parientes y a lo recaudado en las ferias de caridad. Era una ciudad de mucho movimiento, con la soldadesca paseando por las callejuelas y cierto ambiente cuartelario. Ella visitó el hospital central y habló con todos los enfermos y soldados que habían sido canjeados de la morisma. Años después ocurrió lo de Annual, en 1921 durante la campaña de Melilla. Es que aquella guerra fue muy dolorosa. Parecía que la monarquía de Alfonso XIII se descomponía azotada por el caciquismo, la violencia anarquista y la sangría del Rif.
-Con esta novela histórica usted recrea un siglo de nuestro pasado...
-Me gustaría haberlo conseguido. Un siglo en el que Europa ve como desaparecen los imperios, llegan los fascismos y vuelve a librarse una guerra terrible sobre el continente. El mundo que Bee había conocido en su juventud queda atrás y Beatriz ya pasa su madurez en la España de Franco. Pero ella no era franquista. Como ferviente monárquica y leal a su sobrino el conde de Barcelona, no podía comprender que el general no diese paso a la Monarquía.
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