Ayer comenzó en el Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla el juicio a J. A., quien está acusado de un delito contra la navegación aérea por supuestamente haber pilotado un avión bajo los efectos del alcohol. El Ministerio Fiscal solicita en su escrito de acusación una pena de prisión de cuatro años, así como la retirada de la licencia de piloto.
Los hechos sucedieron el 24 de enero de 2014. En esa fecha, J. A. estuvo a los mandos de un aparato que despegó de Melilla y aterrizó en Madrid, donde se le practicaron pruebas de alcoholemia que dieron positivo.
Declara el acusado
El acusado afirmó que entonces llevaba “varios días con molestias gástricas”. “Pasé una noche bastante mala”. J. A. indicó que llegó al aeropuerto algo más tarde que el resto de la tripulación al haberse quedado dormido “más tiempo”.
A preguntas de la fiscal, admitió que no accedió al control de embarque por la puerta destinada al personal, sino por la habilitada para los pasajeros. Algo que, según afirmó, “es más habitual de lo que parece”.
“¿La noche del 23 al 24 no ingirió bebidas alcohólicas?”, inquirió la acusación pública. “La noche, no”, afirmó el inculpado. “Por la tarde tomé tapas con dos o tres cervezas y en una cena temprana consumí agua y una copa de vino”. Según J. A. , a las 20:00 horas del 23 de enero de 2014 dejó de beber y llegó al hotel a las 23:00 horas.
La fiscal le preguntó por su conocimiento de la normativa sobre alcohol, a lo que él respondió que sabía que como piloto no podía ingerirlo entre “ocho y 12 horas” antes del vuelo. Asimismo, dijo saber que la tasa máxima permitida es 0,2.
Como anécdota, antes de ducharse, recordo haberse enjuagado “con Listerine”.
Testigos en el aeropuerto
El primer testigo en declarar fue un vigilante de seguridad, quien subrayó que, en el control de acceso, J. A. pasó por la puerta para pasajeros en lugar de por la habilitada para el personal. En esas fechas, la disposición de esa zona era diferente a la actual, y había una distancia entre ambas de “un metro y medio”.
Después testificó un agente de la Policía Nacional, quien destacó que el inculpado llegaba con retraso. “Lo estaban esperando a él”. Aunque reconoció que no vio síntomas de ebriedad, aseguró que un compañero suyo sí los notó y se lo hizo saber.
“No sabía que era piloto”
Ese otro policía declaró mediante videoconferencia, al encontrarse en Sevilla. Según afirmó, el acusado no llevaba el uniforme de comandante, por lo que “no sabía que era piloto” cuando lo vio en el control de pasajeros.
No obstante, resaltó el “fuerte olor a alcohol” que expelía J. A. El agente señaló que parecía alcohol del que se usa “en urgencias” y que esa era la única anomalía, porque “estaba sereno”. Pese a ello, el olor a alcohol lo puso alerta y consultó con la Guardia Civil del aeropuerto por si hubiera algún protocolo en estos casos.
Agentes de la Benemérita
También declararon por videoconferencia seis agentes de la Benemérita. Todos ellos intervinieron en Barajas después de haber recibido aviso desde Melilla de que el piloto podría encontrarse bajo los efectos del alcohol.
El primero de los guardias aseveró que compañeros suyos le practicaron la prueba de alcoholemia tras el aterrizaje y que el comandante de la nave “no la estaba haciendo bien”. Por ello, se avisó a la Guardia Civil de tráfico para que enviaran a agentes con material más especializado. Este testigo declaró que el acusado les había reconocido que “había bebido la noche anterior”. También que “se le notaba como si no hubiera dormido”. Pese a ello, dijo que habló “normal” con él. Pero otro guardia que estaba en ese momento declaró que “posiblemente” J. A. tenía síntomas de “embriaguez”.
Los dos siguientes agentes del Instituto Armado en declarar fueron los que acudieron de la sección de Tráfico. El primero de éstos señaló que en un principio se le hizo la prueba de alcoholemia “con un etilómetro de aproximación” en la misma cabina del piloto, pero “no quería soplar”. La segunda de las pruebas, ya en la sede de la Policía Judicial de la Guardia Civil, sí se pudo efectuar “con un etilómetro de precisión”, que dio resultado “positivo” por 0,52 en primer lugar y 0,55 en segundo.
El otro efectivo que llevó a cabo este trámite evocó que el inculpado estaba “tranquilo”, pero el olor a alcohol era “notorio a distancia” y tenía los ojos “enrojecidos”. Asimismo, recordó: “Nos manifestó que había dejado de beber a las 23:00 horas”. “Delante de nosotros no tomó nada, ni siquiera agua”, concluyó.
También participaron otros dos funcionarios de la Benemérita. Ambos coincidieron en el fuerte olor a alcohol, pero también en que “no estaba nervioso”.
Inspiración y espiración
Uno de estos agentes señaló que, en la prueba practicada en la cabina del piloto, observó que éste “no es que no colaborara, pero, en vez de espiración, hacía inspiración”. “No nos entendía o no nos quería entender”.
También prestó declaración por videoconferencia la jefa de escala de Air Nostrum en Barajas, quien afirmó no haber visto “comportamiento anormal” en comandante de la nave, y un experto en medicina legal, que subrayó que el olor a alcohol no es la prueba más “fiable” para que haya embriaguez.
El juicio se reanudará el día 24 de este mes, con la declaración del copiloto del vuelo, quien no estaba disponible ayer.
Un policía: “El acusado pasó el control sin el uniforme de piloto”
Entre la larga lista de testigos que prestaron declaración ayer en el juicio, estuvo un agente de la Policía Nacional que afirmó haber notado “un fuerte olor a alcohol” al pasar a su lado J. A., el piloto acusado de volar bajo los efectos del alcohol.
El inculpado pasó el control de seguridad por la zona destinada a los pasajeros, en lugar de hacerlo por la habilitada para el personal. El policía declaró que iba vestido “con pantalón oscuro, camisa blanca y chaqueta oscura” de vestir. “No iba vestido de comandante. Yo no sabía que era el piloto. No obstante, recordó que le vio “una tarjeta de Aena” pero no se la enseñó el acusado, sino que la observó “colgando de la chaqueta”. A excepción del olor a alcohol, no notó otros síntomas. “Él iba sereno”.
“El olor es una prueba muy poco fiable” para la alcoholemia
Ayer declararon los agentes de la Guardia Civil que le practicaron la prueba de alcoholemia al acusado, que en primer término dio un resultado de 0,52 y en segundo, de 0,55. Ello rebasa con creces la tasa permitida, que está fijada en 0,20.
Un experto en medicina legal propuesto como perito por la defensa señaló que no es habitual que el resultado sea más alto en la primera prueba que en la segunda. En cuanto al aliento a alcohol, indicó que “puede alterarse por un ayuno prolongado”. Desde su punto de vista, el olor es “una prueba muy poco fiable” para la alcoholemia, y explicó que “lo primero que se altera son los reflejos”. De esta forma, añadió que se le debía haber practicado una prueba de este tipo al acusado.
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