El himno de España no gusta a los aficionados del FC Barcelona ni a los del Athletic de Bilbao. Ayer volvieron a dejarlo claro con una sonora pitada mientras las notas que representan musicalmente a nuestro país resonaban en el Nou Camp.
Si ambos clubes tuvieran un mínimo de respeto hacia sus socios y seguidores, les evitarían cada año el riesgo de llegar a la final de esta competición y el consiguiente disgusto de tener que escuchar el himno de España. Las directivas de estos dos equipos, unos de los que paradójicamente más títulos coperos suman, deberían hacer las gestiones necesarias para renunciar a participar en este campeonato. O, si no es posible por las sanciones que ello les acarrearía, hacer todo lo que esté en sus manos por caer en la primera eliminatoria. Cualquier cosa antes de que sus aficionados tengan que ‘soportar’ las notas del himno nacional y la presencia del Rey, la más alta representación del Estado.
Probablemente, no habría muchas dificultades para ocupar las plazas que dejaran ambos equipos en la segunda competición futbolística más importante de nuestro país. No tiene sentido que clubes como el FC Barcelona y el Athletic de Bilbao provoquen semejante disgusto a sus seguidores cada año que llegan a la final de la Copa del Rey. Los verdaderos aficionados al deporte, los que sólo vemos en el fútbol una sana competencia, sufrimos viendo cómo los seguidores de azulgranas o rojiblancos se ven ‘obligados’ a silvar, gritar o vociferar durante casi un minuto tratando de apagar las notas del himno nacional.
Pitadas como la de anoche en el Nou Camp deberían llevar a reflexionar a las directivas de ambos clubes. Tal vez, no sea suficiente con renunciar a la Copa del Rey. Quizás también deberían incluir en los millonarios contratos de sus jugadores alguna clausula para evitar que éstos vistan la camiseta de la Selección Española en mundiales y campeonatos de Europa, donde también suenan esas notas que tanto enervan a sus aficionados.
Probablemente, si lo hicieran así, ganaría el deporte, ganaría el fútbol español, ganaría nuestro país y ganaría la sensatez y el sentido común. Y perdería los propios FC Barcelona y Athletic de Bilbao, así como los políticos que se esconden tras ambos clubes para no tener que asumir las responsabilidades por su ineptitud. A uno de estos individuos, situado anoche en el palco de autoridades a la derecha del Rey, se le adivinaba una media sonrisa de satisfacción mientras arreciaban los pitidos y gritos. Una satisfacción comprensible porque la protesta, que podría estar justificada hacia su persona por su penosa gestión política, se dirigía hacia símbolos del Estado manipulando sentimientos.
Finalmente, el Barça se llevó la Copa del Rey. ¿Pero realmente hubo anoche algún ganador en el Nou Camp, más allá de la victoria de la estupidez de la que hicieron gala la inmensa mayoría de aficionados azulgranas y rojiblancos?
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